La diplomacia colombiana de los espejitos
Fuente: Noticiero Digital
Por: Miguel Salazar - Las Verdades de Miguel
A propósito del caso Makled, no es aislado el entramado mediático muy bien montado y manejado por Bogotá (no olvidemos el origen de Juan Manuel Santos), sobre todo si este cuenta con el apoyo de los medios en nuestro país. Me gustaría adentrarme en la selva profunda de esta sórdida trama, pero prefiero dejarlo para otra oportunidad antes de pasar por alto la declaración del Santos “ratificando” su compromiso con Chávez, en el sentido de entregar a Walid Makled a nuestra justicia.
Tan pronto se supo lo dicho por Santos se levantaron las voces agoreras en contra de la portada de la semana pasada de Las verdades de Miguel y la noticia anunciando la deportación de Makled a Estados Unidos, en total contraposición con el objeto del neogranadino en su reciente visita.
Nosotros revalidamos nuestra indagación por ser absolutamente cierto que de las más altas esferas colombianas filtraron la información dando cuenta del consenso de la Corte Suprema de Justicia, en torno a una futura decisión de admitir la extradición de WM a Nueva York y no a Venezuela como lo ha prometido Santos. No creemos que sea una coincidencia, pero tan pronto circuló nuestra edición 321 anunciando la deportación de Makled a USA, el propio Santos se apresuró a ratificar su compromiso con Chávez, en el sentido de entregar a WM a la autoridad venezolana.
Pues bien, Santos miente y en el mejor de los casos jugaría a la entrega del presunto narcotraficante siempre y cuando haya logrado sus propósitos; vale decir, el desembolso venezolano para el pago de la deuda con el sector comercio de Colombia. Nos preguntamos: ¿Por qué Makled, en 98% de probabilidades aparece como no extraditable a Caracas y sí a Nueva York? Veamos: sólo en el puro trámite administrativo, USA cuenta con la preferencia por ser la primera nación que tras conocerse su captura solicitó la extradición.
Allá esperan que Makled responda a las acusaciones que lo rotulan como un narcotraficante de marca mayor en Norteamérica. Inexplicablemente, Santos se adelanta a una decisión de los tribunales colombianos y ratifica la deportación a Caracas como una “cuestión de honor”, de “palabra empeñada”. Pues bien, él miente deliberadamente, porque él sabe que su inherencia en la Corte Suprema colombiana es nula.
Yo no digo que ese Poder Judicial no esté comprometido con la élite gobernante; sin embargo, existen antecedentes de independencia en sus decisiones. Por ejemplo, esa misma Corte y no otra, le cerró el paso a un tercer mandato propuesto por Uribe Vélez cuando todos apostaban a su reelección.
No sabemos si influyó el estar buscándola, pero si así fue, sus diligencias resultaron infructuosas cuando finalmente la CSC rechazó su petición. Ello nos da una idea de la cierta autonomía de los poderes en Colombia, por lo que intuimos que no resultará fácil ninguna interferencia para que WM sea enviado a cual o tal país.
Santos no dice la verdad cuando asegura que tan pronto terminen los trámites jurídicos estará enviándolo de vuelta a Venezuela, por una sencilla razón: porque lo que él llama trámite jurídico nos es más que el papeleo y la exposición de motivos que antecede a toda sentencia.
Sostenemos que Santos no sólo engaña al adelantarse al veredicto de la CSC afirmando que será favorable a la solicitud venezolana sino que, además, indirectamente la usa como mecanismo de presión.
Tampoco luce fortuita la opinión del Departamento de Estado, expresada por su vocero Charles Luoma-Overstreet “aceptando” la anticipada extradición de Makled a Venezuela. No es un secreto que para EEUU el presunto capo es una pieza más en su empeño por defenestrar a Chávez.
Tampoco es casual que la prensa bogotana haya puesto a circular una versión atribuida a voceros de Nariño, según la cual el acuerdo de Santos y Chávez lleva explícita la detención en territorio venezolano de cualquier miembro de la guerrilla y su inmediata deportación a Colombia (un mensaje a García).
Ahora bien, nuestra hipótesis puede quedar triturada en ese trapiche que ha sido siempre la política colombiana para Venezuela. No hay un escenario jurídico en el nivel internacional donde a la hora de dirimir diferencias con nuestro país, Colombia no haya salido favorecida. Por ello, Walid Makled no es sino uno de los tantos anzuelos que le tiene Bogotá a Caracas. Bastaría saber cuál es el precio que tenemos que pagar por juzgarlo en nuestro territorio. Por ahora, en el corto plazo hay dos elementos de interés para Colombia, como lo son la guerrilla y el narcotráfico.
Con ellos dos, han logrado empantanarnos en un conflicto que no nos pertenece. El otro objetivo a futuro es lograr los puntos necesarios para obtener una salida satisfactoria a sus intereses en el diferendo colombo-venezolano por el petróleo del golfo de Venezuela.
El día de los santos inocentes está todavía lejos, ojalá que no hayamos caído por anticipado.
Etiquetas: narcotrafico
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