Neogorilato Bolivariano
Por: Jose Rafael López Padrino
El pretorianismo militar se enseñorea y los sables vuelven a relucir una vez más en Venezuela. Lo declarado por el general Rangel Silva ratifica la visión cavernaria del tte coronel y su jauría socialfascista. Si bien resulta un exabrupto lo afirmado por este nuevo "general del pueblo", al final constituye una ratificación pública de la concepción totalitaria y fascista que alimenta al proyecto bolivariano.
Lo expresado por este gorila del siglo XXI, no es otra cosa más, que el empleo del golpe militar como una alternativa para que su comandante-presidente se perpetúe en el poder al margen de la voluntad de la mayoría de los venezolanos. Es el uso de la bota y la fuerza militar a fin controlar la vida y el comportamiento ciudadano mediante el uso de las bayonetas y de la represión. Se pretende dominar de esta forma a la cultura, a la educación, a los medios de comunicación, a los sindicatos y a la economía nacional. Es el viejo modelo político de las sangrientas dictaduras militares del siglo pasado (Videla, Castelo Branco, Medeci, Pinochet), maquillado con una falsa retórica revolucionaria.
El militarismo bolivariano que encarna el tte coronel y que publicita el amanuense Rangel Silva, pretende transformar a la Nación en un inmenso establecimiento militar, en donde impere la obediencia, la disciplina, y el "ordene, mi comandante-presidente". Es la preeminencia del líder único y su relación con el "pueblo" sin mediación de partido, donde la Fuerza Armada juega un papel primordial como sustento del poder. Es el otorgamiento al estamento militar, sin restricción alguna, de las riendas del desarrollo económico, social y político del país, además de detentar la responsabilidad de la defensa y de la seguridad interna y externa de la nación. Es una despreciable militarización de la sociedad, que pasa por la institucionalización de un Estado regido por la Fuerza Armada con el apoyo de una izquierda servil que le rinde pleitesía al neogorilismo bolivariano.
Todas estas amenazas golpistas del iletrado de Miraflores resultan vacías, y en el fondo denotan un reconocimiento de haber perdido el apoyo de las mayorías. De allí su discurso intimidatorio para con la disidencia política, hoy devenida en nueva mayoría. El régimen está conciente de haber sumido al país en una de sus peores crisis económicas (severa recesión, inflación galopante, endeudamiento irresponsable, etc.), y de haber sido incapaz de resolver problemas tan vitales como la educación, la salud, la vivienda, la seguridad personal, etc.
Su derrota en el 2012 ya está sellada, pues el deslave de su popularidad es irreversible. El sol de su proyecto entró tempranamente en el atardecer. No a la peste militar que pretende desconocer la voluntad de la mayoría, homogeneizar la forma de pensar de los venezolanos y convertir al país en un gran cuartel.
El pretorianismo militar se enseñorea y los sables vuelven a relucir una vez más en Venezuela. Lo declarado por el general Rangel Silva ratifica la visión cavernaria del tte coronel y su jauría socialfascista. Si bien resulta un exabrupto lo afirmado por este nuevo "general del pueblo", al final constituye una ratificación pública de la concepción totalitaria y fascista que alimenta al proyecto bolivariano.
Lo expresado por este gorila del siglo XXI, no es otra cosa más, que el empleo del golpe militar como una alternativa para que su comandante-presidente se perpetúe en el poder al margen de la voluntad de la mayoría de los venezolanos. Es el uso de la bota y la fuerza militar a fin controlar la vida y el comportamiento ciudadano mediante el uso de las bayonetas y de la represión. Se pretende dominar de esta forma a la cultura, a la educación, a los medios de comunicación, a los sindicatos y a la economía nacional. Es el viejo modelo político de las sangrientas dictaduras militares del siglo pasado (Videla, Castelo Branco, Medeci, Pinochet), maquillado con una falsa retórica revolucionaria.
El militarismo bolivariano que encarna el tte coronel y que publicita el amanuense Rangel Silva, pretende transformar a la Nación en un inmenso establecimiento militar, en donde impere la obediencia, la disciplina, y el "ordene, mi comandante-presidente". Es la preeminencia del líder único y su relación con el "pueblo" sin mediación de partido, donde la Fuerza Armada juega un papel primordial como sustento del poder. Es el otorgamiento al estamento militar, sin restricción alguna, de las riendas del desarrollo económico, social y político del país, además de detentar la responsabilidad de la defensa y de la seguridad interna y externa de la nación. Es una despreciable militarización de la sociedad, que pasa por la institucionalización de un Estado regido por la Fuerza Armada con el apoyo de una izquierda servil que le rinde pleitesía al neogorilismo bolivariano.
Todas estas amenazas golpistas del iletrado de Miraflores resultan vacías, y en el fondo denotan un reconocimiento de haber perdido el apoyo de las mayorías. De allí su discurso intimidatorio para con la disidencia política, hoy devenida en nueva mayoría. El régimen está conciente de haber sumido al país en una de sus peores crisis económicas (severa recesión, inflación galopante, endeudamiento irresponsable, etc.), y de haber sido incapaz de resolver problemas tan vitales como la educación, la salud, la vivienda, la seguridad personal, etc.
Su derrota en el 2012 ya está sellada, pues el deslave de su popularidad es irreversible. El sol de su proyecto entró tempranamente en el atardecer. No a la peste militar que pretende desconocer la voluntad de la mayoría, homogeneizar la forma de pensar de los venezolanos y convertir al país en un gran cuartel.
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