Chávistas Necrófilos Se Forran
Por: Pedro Lastra
Fuente: Noticiero D igital
Poco importa el billetón verde que se meten cantando el gritito del PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE. Y las cuentas bancarias en dólares que les acarrea el rabioso servilismo socialistoide. Creen que tendrán tiempo de disfrutar sus miles de millones choreados a la Nación, como hacen los generales de Walid Makled y el hermanito de El Aissami, que hasta el día de hoy no canta ni pío ante las fundadas y documentadas acusaciones de Patricia Poleo. ¡Pobre Venezuela, en qué manos has caído!
Exultante, el tirano de Libia, los brazos en alto en sagrada invocación de sí mismo como viva encarnación de Alá, ha gritado a los cuatro vientos, para que nadie dejara de oírlo: “damos la bienvenida a la muerte”. ¿Cómo no recordar al ícono religioso del castrismo latinoamericano, el doctor en medicina y asesino serial (Ibsen Martínez dixit) Ernesto Guevara Lynch, más conocido en los arrabales del trasnocho como el Ché, cuando en su carta de despedida del mundo de los simples e inocentes mortales, mientras entraba a la antesala del más allá escribiese:
“En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.”Suena a himno de las SS.
Otros hombres, en otras latitudes, habían entonado esos “cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras” y sabor a pólvora. No necesitaban haber suscrito las virtudes teologales del marxismo leninismo.
Podían ser fascistas redomados, como el general Millán Astray, cuando amputado, cojo, tuerto y lleno de cicatrices obtenidas en su luctuosa entonación de los tableteos de ametralladoras en todas las guerras españolas de su tiempo, héroe de la derecha antirrepublicana en un acto de irrespeto a la sabia magistratura del filósofo español Miguel de Unamuno, gritara orgulloso y lleno de sacrílega vitalidad: ¡Viva la muerte!
Hay, pues, una brutal contradicción entre la vitalidad de la necrofilia extremista – sea de ultraizquierda, sea de ultraderecha – y los afanes mortuorios que alimenta. Hitler representó esa vocación mutiladora hasta en sus metáforas. Sus famosas tropas de asaltos, las SS, llevaban la calavera en relieve sobre sus insignias distintivas.
Y confesó su olímpico desprecio por la vida cuando en una conversación con el embajador de Rumania en los comienzos de su guerra relámpago afirmó que si el pueblo alemán no era capaz de seguirle el pulso y conquistar el mundo, merecía la muerte.
El genocidio cometido contra los judíos era un destino que no le escatimaría a los suyos si no eran capaces del martirologio. Todo por seguir sus necrofílicos caprichos.
Chávez, tan necrofílico y tan tiránico como el Ché, como Fidel, como Gadaffi, pero incomparablemente menos imaginativo y corajudo que ellos, no ha encontrado mejor ejemplo a seguir que copiarse el Socialismo o Muerte de los cubanos. Al que en un rasgo patriotero y sinvergüenzón le ha antepuesto el Patria para confundir incautos.
Y allí anda Mata Figueroa y todo su estado mayor, como anduvieron todos los ministros de defensa desde el tristemente célebre, encarcelado y casi olvidado general Raúl Baduel repitiendo como loros y postrándose ante el Patria, Socialismo o Muerte.
Poco importa el billetón que se meten cantando el gritito. Y las cuentas bancarias en dólares que les acarrea el servilismo socialistoide.
Creen que tendrán tiempo de disfrutar sus miles de millones choreados a la Nación, como hacen los generales de Makled y el hermanito de El Aissami, que hasta el día de hoy no canta ni pío ante las fundadas y documentadas acusaciones de Patricia Poleo. ¡Pobre Venezuela, en qué manos has caído!
Etiquetas: Mata Figueroa
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