Cuando lo electorero es la prioridad
Por: Lorenzo García Tamayo
Según el DRAE, electorero es muñidor de elecciones. Y muñidor, la persona que gestiona activamente para concertar tratos y fraguar intrigas, o cualquier otro fin semejante. Es decir, cuando la gestión activa para concertar tratos electorales se establece como la prioridad, la polis queda relegada a segundo plano. Porque todos los esfuerzos y recursos se concentran, como en una operación de vida o muerte, a eso; exclusivamente a eso, lo electorero.
Cuando “lo más importante es ganar” se transforma en el argumento elemental de una contienda electoral, la gente y los problemas locales dejan de ser prioridad. Así vemos como lo trascendente pasa a ser el medio y la justificación para alcanzar cargos y poder burocrático. Este es el maná ansiado tras bastidores por los políticos de oficio, mientras las opciones de progreso quedan traspuestas a segundo término, donde finalmente caen en saco roto.
No se trata de silogismos o dilemas filosóficos, es la realidad tangible de lo que hoy puede palparse en el ámbito del accionar político en todo el País.
Nuestra sociedad, aún cuando nuestras riquezas mineras tradicionales siguen siendo las mismas, ha experimentado un brutal descenso en la calidad de vida de sus ciudadanos. Venezuela padece una etapa degradante generalizada en todos sus estratos sociales. Y Nueva Esparta no es la excepción. Todo lo contrario, como estado fronterizo e insular, los rigores de la crisis existencial generalizada, aquí son más agudos.
“Más de los mismo”, es la frase común en boca de los ciudadanos “no enchufados”. Ellos saben que los enchufados y sus combos no son sordos ni ciegos, como para no entender el grado de descontento y desesperanza colectiva que los embarga. Saben que tienen que esperar sentados los cambios “reales”. Están convencidos de que sus propuestas de cambio son para no cambiar nada. Saben que mientras estas propuestas las esgriman los mismos de siempre, esto seguirá siendo “más de los mismo”.
Según el DRAE, electorero es muñidor de elecciones. Y muñidor, la persona que gestiona activamente para concertar tratos y fraguar intrigas, o cualquier otro fin semejante. Es decir, cuando la gestión activa para concertar tratos electorales se establece como la prioridad, la polis queda relegada a segundo plano. Porque todos los esfuerzos y recursos se concentran, como en una operación de vida o muerte, a eso; exclusivamente a eso, lo electorero.
Cuando “lo más importante es ganar” se transforma en el argumento elemental de una contienda electoral, la gente y los problemas locales dejan de ser prioridad. Así vemos como lo trascendente pasa a ser el medio y la justificación para alcanzar cargos y poder burocrático. Este es el maná ansiado tras bastidores por los políticos de oficio, mientras las opciones de progreso quedan traspuestas a segundo término, donde finalmente caen en saco roto.
No se trata de silogismos o dilemas filosóficos, es la realidad tangible de lo que hoy puede palparse en el ámbito del accionar político en todo el País.
Nuestra sociedad, aún cuando nuestras riquezas mineras tradicionales siguen siendo las mismas, ha experimentado un brutal descenso en la calidad de vida de sus ciudadanos. Venezuela padece una etapa degradante generalizada en todos sus estratos sociales. Y Nueva Esparta no es la excepción. Todo lo contrario, como estado fronterizo e insular, los rigores de la crisis existencial generalizada, aquí son más agudos.
“Más de los mismo”, es la frase común en boca de los ciudadanos “no enchufados”. Ellos saben que los enchufados y sus combos no son sordos ni ciegos, como para no entender el grado de descontento y desesperanza colectiva que los embarga. Saben que tienen que esperar sentados los cambios “reales”. Están convencidos de que sus propuestas de cambio son para no cambiar nada. Saben que mientras estas propuestas las esgriman los mismos de siempre, esto seguirá siendo “más de los mismo”.
Por esa razón, la sociedad pensante, la misma que se abstuvo en el pasado y que hoy quiere participar sin que la inviten como convidada de piedra a lanzarse por un despeñadero, espera ser convocada por rostros frescos y agrupaciones independientes que le garanticen lo que anhelan desde hace mucho tiempo. Servidores públicos honestos que antepongan el principio de que están allí para servir, y no para ser servidos o servirse.
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