Ayer mató policías, hoy, deja que los maten
POR: RAFAEL RIVERO MUÑOZ
“… La incompetencia es tanto más dañina cuanto mayor sea el poder del incompetente…” Francisco Ayala (1906/2009)
266 policías asesinados en un año (2013), no lo registra ningún país en el mundo; menos aún, la escandalosa circunstancia de que los asesinos, todos, gocen de la más absoluta impunidad; ésta, la misma que les ha garantizado en tres lustros, el régimen revolucionario.
Garantía de impunidad que hoy, está en manos de un ayer asesino de policías, elevado al rango de jefe máximo de todas las organizaciones de policía y de todos los policías, el Mayor General Miguel Eduardo Rodríguez Torres, quien no puede mostrar ni demostrar documentalmente, que haya ejecutado y ordenado ejecutar, los mínimos que un jefe debe y está comprometido frente a sus subalternos:
Identificación, captura y encarcelamiento de los asesinos
Recopilación de antecedentes y de las irrefutables probanzas incriminatorias
Incorporar un equipo como parte integral de la acusación penal y la sostenida acción hasta lograr severas condenas a los criminales
Investigación técnico–administrativa de las circunstancias de cada crimen, revisión técnica y las instrucciones y manuales derivados y destinados a las alertas, reentrenamientos, reequipamientos si fuere el caso, para disuación y hasta limitar los riesgos propios a la tarea
Velar por la rápida cancelación de los montos derivados de la Póliza de Vida a madres, viudas y huérfanos
Velar por la rápida y pertinente asistencia humanitaria a esas madres, viudas y huérfanos
Pregunte quien acceso tenga a todas y cada una de las madres, viudas y huérfanos de esos 266 policías asesinados en 2013, si han recibido, siquiera, el equivalente al pago de una Póliza de Vida; si reciben de uno u otro sea el cuerpo de policía en el cual prestaba servicios su muerto, alguna atención y asistencia.
Que nadie se sorprenda al comprobar que esas madres, viudas y huérfanos, están en el absoluto desamparo, tiradas al abandono; si no es que fuere ello, una extensión de castigo que les ha reservado un asesino de policías, hoy jefe de todos ellos.
Vedette
El ahora ya instaurado como indiscutida vedette de los medios audiovisuales venezolanos, con sus ya diarias presentaciones en diversos escenarios a todo lo largo y ancho del país; dedicado a diario, como se observa, casi en exclusivo a atender esa, su acelerada promoción personal en función de sus aspiraciones a la nominación de Vice–Presidente Ejecutivo del cucuteño Nicolás.
El Mayor General activo Miguel Eduardo Rodríguez Torres, Ministro titular de Interior, como hemos acotado, mientras más explica, más complica y hace más evidente, lo que queda en los hechos comprobados: tanto el origen, como el texto y el contexto de esta instaurada impunidad sobre la que el régimen de Hugo Rafael Chávez Frías y ahora el del tal Nicolás, ha sustentado y sustenta su permanencia en el poder.
Oficial
Nos acaba de suministrar el minpopoinjust, precisos datos que reflejan y ponen de bulto lo que en múltiples notas, hemos venido comentando y que, ahora, nos permite sobre su locuacidad, cifrarlo para comprender y compararlos con equivalentes en otros países.
Son esas cifras las que dibujan, sea en un extremo, la criminal competencia de un asesino de policía[i] dando sostenida continuidad a una programada misión; sea en el otro lo contrario, la absoluta y total incompetencia para el desempeño de ese cargo, el de jefe máximo de todos y cada uno de los cuerpos de policía en Venezuela.
Es el jefe máximo de ese ya inútil contingente armado donde están incluidas varias unidades militares y paramilitares, asignadas y desplegadas en zafarrancho de combate, para atender ese tan cacareado como ineficiente Plan de Seguridad; el número 23 de este régimen “Plan Patria Segura” y que hoy lo sustituye el ministro por el plan número 24, ahora denominado: “Patrullaje Inteligente”.
Precisa
En su más reciente presentación por el canal oficial VTV, la cifra de efectivos de policía bajo su directo mando y conducción:
“… Venezuela tiene 103.000 policías entre nacionales, regionales y municipales, por lo cual se maneja la cifra de 4,3 o 4,5 policías por cada mil habitantes…
… Eso, si nosotros utilizamos las estadísticas del último censo, deja a Venezuela con 4,3 o 4,5 policías por cada mil habitantes. Eso nos coloca en el estandar que idealmente debe tenerse en materia policial…”
Cortas patas de la mentira
Siendo rigurosos y de acuerdo a ese citado último censo de población, el ministro abulta la cifra en un 15%, para poder alcanzar ese alegado y supuesto modelo que idealmente, según su especializado criterio, “… debe tenerse en materia policial…”.
Pero con esos enunciados 103.000 policías, Venezuela no pasan de 3,9 policías por cada mil habitantes o, en otros términos y para las ulteriores comparaciones con esos modelos que dice imitar:
379,4 policías por cada cien mil habitantes.
Las cifras no mienten muy a pesar de todos esos diarios y desesperados intentos y manipulaciones de este candidato a la vicepresidente.
Inseguridad
Aún cuando el régimen desde hace casi una década, anuló la publicidad de las cifras oficiales de homicidios para sacar de agenda pública el tema y para manejarlas a capricho manteniéndolas lo más bajo que el momento político le permita.
Pero, dentro de las oficiales, reconocidas y publicitadas cifras de homicidios, no cuentan para el régimen, por lo menos tres significativas categorías de muertes violentas, que por lo tanto dejan formar parte de las particulares estadísticas:
a) Los llamados “Ajustes de Cuentas”; eufemismo para designar las muertes en enfrentamientos entre individualidades y colectivos armados; las guerras intestinas entre bandas por controles territoriales, de ítems y áreas de comercio ilícito.
b) Las muertes ocurridas en los motines carcelarios; sean éstas entre los propios presos por el control de un área del penal, de una actividad ilícita lucrativa; lo fuere entre estos presos alzados en armas y las fuerzas desplegadas para reprimirlos (Tasa 911,6/100.000; 911,6 presos asesinados por cada 100.000 reclusos Informe OVP enero 2014).
c) Las muertes derivadas de los montajes en las ya comunes y supuestas balaceras entre la policía y delincuentes, armados o no, como lo expresan con otro eufemismo: muerte por resistencia a la autoridad.
Por tanto, no existen en lo absoluto cifras oficiales confiables; las que habitualmente suministran los ministros del Interior, son simples especulaciones a la baja por tanto, obligados estamos entonces, al igual que el resto de quienes intenten definir los parámetros del problema, atenerse a las cifras publicadas en los medios y a especular en contra partida y bajo argumentos algo más sustentables.
30.000 muertes violentas
Si según las cifras de reconocidos y serios expertos que tienen décadas trabajando el tema año tras año y jamás han sido válida y técnicamente refutados por opuestas elaboradas metodologías y cifras del régimen, en el año 2013 se cometieron 25.000 homicidios; eso, sin contar los tres ítems citados en el párrafo anterior.
Desde nuestra perspectiva, significaría entonces, que la cifra total de muertes violentas alcanzó ya los 30.000; es decir, a los 25.000 habrá de sumarse un 20% que sería un modesto estimado de esos tres ítems expresamente escondidos en la bruma de la verborrea oficial.
País más violento
En otros términos, Venezuela registró para el año 2.013 una tasa de muertes violentas equivalente a no menos de 95 muertes por cada 100.000 habitantes año (95/100.000)
Pero, quizás una de esas silenciadas cifras y la más impactantes de esa carnicería humana que mantiene al régimen en Miraflores, la constituyan las cifras de policías asesinados, dentro o fuera de servicio.
Esos asesinatos según se conoce, alcanzaron el tope de 266 policías muertos en el año 2013; en la mayoría de los casos, asaltados a tiros y para despojarlos de sus armas de reglamento y de las motos y vehículos que conducían.
Si aplicáramos la misma fórmula para medir la tasa nacional de homicidios, significa que Venezuela registró en el año 2013, una tasa de asesinato de policías equivalente a 258 policías asesinados por cada 100.000 efectivos año: 258/100.000.
Sofocos de un asesino de policías
Como quedó suficientemente explicado en notas anteriores, el asesinato de la pareja Mónica Spear Mootz/Henry Thomas Berry (06/01/14), quien por ser una famosa de la TV, produjo grandes angustias y hasta escenas de pánico en el régimen por sus efectos extrafronteras y comenzando desde el tal Nicolás, con sus plañideras palabras de pesar y el ofrecimiento de aviones privados para traslados de deudos.
Pero aún no se terminaba de decantar la sangre y fijar las livideces cadavéricas en las dos víctimas, ni de atender clínicamente a la niña herida y ya citaba para los medios el tal Nicolás, la posibilidad de que fuera un sicariato.
De allí para abajo, continuó la tarea del régimen en voz y manos del ministro; la destinada a tratar de calmas las aguas; a desviar la atención; a restar importancia al hecho criminal y a mantener bajo control del Ejecutivo, la calidad y la cantidad de daños potenciales derivados de una verdadera investigación criminal.
Desde las veladas acusaciones a la pareja por asumir el riesgo de viajar de noche por esa ruta; pasando por esa supuesta habitual negativa a entregar a los asaltantes lo que éstos le demandaron; con ese para qué estaba allí; ese por qué estaba frente a la bala; hasta terminar con un burdo montaje que comenzó como toda esta pretensión de ocultar las verdades del escandalizador crimen.
Un conocido modus operandi
Comenzando en lo inmediato por la inacción y el dejar hacer para la destrucción de la escena del crimen; seguido con los apurados “señalamientos” y las “detenciones populares”; pasó a la etapa de fabricación de una insostenible hipótesis del asesinato por parte del organismo “técnico” de investigación criminal –el Toyota tiroteado estaba sobre la plataforma de la grúa– y hasta llegar a la presentación ante un juez, la parapeteada acusación fiscal contra malandros de poca monta; la orden de detención y traslado a una cárcel.
Unos sujetos a quienes previa negociación/presión impusieron silencios; eso, mientras hacían bajar las aguas; después, llegaron a comentar uno u otro representantes del régimen, que esos malandros encausados serían enviados a Cuba para rehabilitación y allí y así, fue muriendo el interés de los medios en el caso.
Ya la tromba de las encrespadas aguas de la opinión bajaron su caudal y la potencia del reclamo, con los bien habilitados, suficientemente señalados y estigmatizados presuntos “malandros”.
A la cárcel, allí donde el siguiente paso dependerá del silencio de uno y otro pobre diablo; donde se bifurca un camino; sea con un silencioso pase nocturno a pabellón general, donde los días estarán contados o fuere, el prometido camino a un placentero viaje a Cuba para reeducarse:
Conclusión
Así como en manos y por manos del MG Miguel Eduardo Rodríguez Torres, se cerró y murió el crimen de Mónica Spear, también han cerrado y murieron todas las investigaciones técnico–criminales, sobre los 30.000 asesinados en 2013 y las de sus predecesores, los 210.000 asesinados más que acumula el régimen y entre ellas, particularmente, las de las muertes de estos 266 policías asesinados en 2013.
En los extremos, a tenor de la historia policial venezolana de los últimos 77 años, la expresión de los efectos fueron, son y serán los mismos; quedando por dilucidar, sin que se tenga a la mano herramientas que pueda netamente distinguir, diferenciar sin lugar a dudas, entre estos dos evidenciados orígenes de la inseguridad, sus textos y contextos:
a) La de una criminalmente eficiente tarea ejecutada por una asesino de policías, que si bien ayer los mataba, hoy deja que los maten; solazándose crea y extiende obsesivamente, daños colaterales sobre madres, viudas y huérfanos de cada policía asesinado.
b) La de una, también criminal, absoluta incompetencia de esta actual vedette de los medios audiovisuales, activo candidato a la Vicepresidencia Ejecutiva y actual titular del MPPP Interiores y Justicia, el MG Miguel Eduardo Rodríguez Torres.
¿En cuál otro país del mundo al Jefe Máximo de Policía le matan 258 por C/100.000 efectivos a su mando y permanece al mando para que maten otro tanto o más en el año siguiente?
¿En cuál otro país del mundo los policías se dejan masacrar por los delincuentes y ninguno de sus jefes intermedios y superiores, levanta la voz individualmente o en colectivo?
¿Cuántos policías más tienen que morir a manos criminales con garantía de impunidad; cuántas madres, viudas y huérfanos quedarán en el camino, antes de que la presión de los propios policías, de los medios y de la opinión pública, demanden explicaciones y le obliguen a renunciar, sea por autor tras los autores, sea por incompetente?
Como vemos y seguiremos viendo a diario, el titular del Interior MG Miguel Eduardo Rodríguez Torres, mientras más explica, más complica y más queda a la luz su personal e intransferible responsabilidad en la Política de Inseguridad que coordina y conduce para el régimen del tal Nicolás.
[i] Miguel Eduardo Rodríguez Torres, siendo capitán, el 04/02/1992, dirigió en persona el asalto a la residencia presidencial de La Casona; allí en la noche, sorprendiendo a sus victimas civiles, asesinó a los policías custodios utilizando el arma de su especialidad, el mortero de campaña; disparó a mansalva desde posiciones a cubierto; ni siquiera tuvo el valor para enfrentar y para confrontar arma en ristre; mató con tiros de mortero y aún así, ni siquiera pudo tomar la plaza. Ayer, hace 24 años, directamente mató policías; hoy quizás, lo hace indirectamente y haciendo severamente deficiente la conducción de los policías, deja que los maten.
Etiquetas: Miguel Rodríguez Torres
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