Narcotráfico: Los colectivos, orden y terror chavista en Venezuela
Por: Antonio Maria Delgado
Fuente: Nuevo Herald
Gráfica: Dino Bouterse y Valentín Santana Jefe del Colectivo La Piedrita. Bouterse actualmente preso en los Estados Unidos por narcotráfico!
Para el chavista, son la expresión urbana del Che Guevara, revolucionarios que luchan por “el proceso” desde trincheras excavadas en las barriadas. Para el opositor, esbozan el rostro violento de la Revolución Bolivariana, pandilleros mantenidos por el régimen para intimidar a la sociedad civil y, en ocasiones, hacer su trabajo sucio.
Pero nadie en Venezuela duda que están armados.
Los colectivos, como se autodenominan las unidades paramilitares al servicio del chavismo, personifican la Espada de Damocles que cuelga sobre la civilidad de la política venezolana. Son la amenaza latente de que la Revolución Socialista emprendida por el fallecido presidente Hugo Chávez cuenta con armas para su defensa que no están necesariamente en manos de sus soldados y policías.
Y son agrupaciones que se encuentran en plena expansión, ahora que Nicolás Maduro está al timón, con los colectivos pasando de Caracas a otras ciudades del país, comentó Natalia Brandler, Directora del Groupe d’Études sur l’Amérique Latine (GEPAL), quien ha estado estudiando el fenómeno.
En algunos de los barrios pobres del país estas organizaciones han tomado tanta fuerza que son ahora vistos como la única autoridad en ejercicio, agregó.
“No están todavía en todo el país, pero han ido creciendo. Se están expandiendo. Se han convertido en ‘la ley’ en muchas zonas, donde son ellos los que deciden lo que es delito, y cuál debe ser el castigo”, explicó Brandler.
En estos lugares, tradicionalmente zonas de Caracas donde la policía no se atreve a ingresar, se desempeñan como fiscales, jueces y jurado, agregó.
“Se toma la ley en sus manos, y dentro de sus zonas, ellos son los que deciden, quiénes entran y quiénes salen, quienes viven y quienes mueren. Han convertido estos barrios en pequeños feudos, donde mandan ellos, incluso por encima de lo que pueda decidir el gobierno central”, señaló.
Feudos desde donde operan una amplia red de extorsión.
“Es el negocio extorsión tradicional de las mafias, donde te dicen: nosotros te cuidamos, y tú a cambio nos das una ‘boleta’, o sea una ‘vacuna’”, comentó Brandler.
El control de estos grupos es casi total en zonas populares, incluyendo sectores del 23 de Enero, Catia y de Petare, donde agentes de la policía no pueden ingresar sin la autorización de colectivos como La Piedrita, Montaraz, Simón Bolívar, Los Tupamaros y Alexis Vive.
La Piedrita es el más famoso de ellos y su reinado en las calles del 23 de Enero es legendario. En el sector, conformada por docenas de bloques 150 departamentos cada uno que fueron construidos durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1953-1958), abundan las paredes pintadas con imágenes del grupo, que incluyen uno mostrando a Jesús sosteniendo la Constitución al lado de la Virgen de Coromoto, la patrona del país, portando un rifle AK47.
Pero si bien estos grupos operan con cierto grado de autonomía, al mismo tiempo son respaldados y protegidos por altos personeros del chavismo, que les brindan financiamiento, equipos y armas.
Incluso el propio Chávez estuvo entre los primeros en reconocer los beneficios de incorporar a las filas de la revolución estas agrupaciones con inclinaciones de izquierda que habían emergido orgánicamente dentro de algunos de los barrios más pobres de Caracas como organizaciones de autodefensa frente a la delincuencia.
Chávez tenía grandes planes para los colectivos, comentó Anthony Daquín, ex asesor de seguridad del Ministerio de Interior y Justicia.
“El [Chávez] llegó a llamar a los colectivos como el Brazo Armado de la Revolución, y es una designación que sigue siendo utilizada dentro del chavismo”, explicó.
En esencia son grupos paramilitares integrados por elementos que han recibido formación en ideología e instrucción en operaciones de guerrilla urbana, dijo Daquín, quien ejerció como asesor en los primeros años del gobierno de Chávez.
El chavismo ha invertido holgadamente en la formación del liderazgo de estos movimientos.
“Los líderes de los colectivos han pasado por un proceso de formación ideológica socialista y han viajado a la isla de Cuba, donde se les ha preparado en áreas que van desde el combate cuerpo a cuerpo, hasta el combate armado”, relató.
Además del adiestramiento, los colectivos reciben fondos directos del gobierno.
“Son recursos que vienen disfrazados a través de ayuda. Algunos de ellos provienen del denominado Frente Francisco de Miranda [agrupación de militantes chavistas], pero también provienen de alcaldías bajo control del régimen, e incluso de la propia PDVSA”, comentó Daquín.
La ayuda también incluye la dotación de armamento, en ocasiones de guerra, por parte del gobierno.
“Son armas decomisadas a los presos. Las autoridades entreguen aquellas armas decomisadas que ‘no están cochinas’ [solicitadas por las autoridades con relación a algún crimen]”, dijo Brandler.
“También les han entregado motocicletas, en al menos un caso utilizando el argumento de que estaban siendo entregadas a una cooperativa de mototaxis. Y esa cooperativa terminó convirtiéndose en un colectivo, armado y con moto”, agregó.
A cambio de esta ayuda, los colectivos son requeridos a prestar sus servicios al régimen en diversas labores. Han participado por ejemplo en jornadas de cedulación.
Y han jugado papeles centrales en la estrategia chavista durante las elecciones, patrullando armados y en motocicletas para intimidar al elector opositor, comentó Daquín.
En más de una ocasión, la actuación de los colectivos durante los eventos electorales ha sido violenta, como sucedió en noviembre cuando un grupo de ellos trató de incendiar el pequeño autobús en que se desplazaba el líder de la oposición Henrique Capriles, o como cuando dispararon contra el vehículo de la también dirigente de la oposición María Corina Machado.
“A Capriles no le dejaron entrar en alguna zona durante la campaña. Cuando trataba de visitar las zonas populares donde ellos operan, se encontraba con que los motorizados estaban allí con el rostro cubierto. Esos que le impedían el paso, eran miembros armados de los colectivos”, dijo Brandler.
Las agrupaciones utilizan pañuelos para taparse la cara y se desplazan en motocicletas como si se tratasen de una versión moderna de las viejas películas de vaqueros.
El color de los pañuelos porta un gran significado, como sucede con las las pandillas de los barrios en Estados Unidos, que utilizan el rojo o el azul para marcar territorio.
Y los colores son importantes en las operaciones de extorsión. Camisetas con esos colores son colgadas en las puertas de los pequeños negocios en que operan, para dar a conocer quien les protege, dijo Brandler.
Daquín coincidió.
“Estos colectivos se han convertido en cobradores de peaje [extorsión], exigiendo el pago de protección a los comerciantes que viven en la zona”, dijo Daquín.
“Y los comerciantes tiene que pagar, si no lo hace rápidamente se convierten en víctimas”, agregó.
Si bien acciones como esta pueden ayudar a traer orden en lugares azotados por el hampa, los colectivos no son bien vistos por los moradores de las zonas donde operan, añadió Brandler.
“Son temidos, no queridos”, comentó la profesora. “Querido no es ninguno de ellos, la gente les tiene terror”.
Pero nadie en Venezuela duda que están armados.
Los colectivos, como se autodenominan las unidades paramilitares al servicio del chavismo, personifican la Espada de Damocles que cuelga sobre la civilidad de la política venezolana. Son la amenaza latente de que la Revolución Socialista emprendida por el fallecido presidente Hugo Chávez cuenta con armas para su defensa que no están necesariamente en manos de sus soldados y policías.
Y son agrupaciones que se encuentran en plena expansión, ahora que Nicolás Maduro está al timón, con los colectivos pasando de Caracas a otras ciudades del país, comentó Natalia Brandler, Directora del Groupe d’Études sur l’Amérique Latine (GEPAL), quien ha estado estudiando el fenómeno.
En algunos de los barrios pobres del país estas organizaciones han tomado tanta fuerza que son ahora vistos como la única autoridad en ejercicio, agregó.
“No están todavía en todo el país, pero han ido creciendo. Se están expandiendo. Se han convertido en ‘la ley’ en muchas zonas, donde son ellos los que deciden lo que es delito, y cuál debe ser el castigo”, explicó Brandler.
En estos lugares, tradicionalmente zonas de Caracas donde la policía no se atreve a ingresar, se desempeñan como fiscales, jueces y jurado, agregó.
“Se toma la ley en sus manos, y dentro de sus zonas, ellos son los que deciden, quiénes entran y quiénes salen, quienes viven y quienes mueren. Han convertido estos barrios en pequeños feudos, donde mandan ellos, incluso por encima de lo que pueda decidir el gobierno central”, señaló.
Feudos desde donde operan una amplia red de extorsión.
“Es el negocio extorsión tradicional de las mafias, donde te dicen: nosotros te cuidamos, y tú a cambio nos das una ‘boleta’, o sea una ‘vacuna’”, comentó Brandler.
El control de estos grupos es casi total en zonas populares, incluyendo sectores del 23 de Enero, Catia y de Petare, donde agentes de la policía no pueden ingresar sin la autorización de colectivos como La Piedrita, Montaraz, Simón Bolívar, Los Tupamaros y Alexis Vive.
La Piedrita es el más famoso de ellos y su reinado en las calles del 23 de Enero es legendario. En el sector, conformada por docenas de bloques 150 departamentos cada uno que fueron construidos durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1953-1958), abundan las paredes pintadas con imágenes del grupo, que incluyen uno mostrando a Jesús sosteniendo la Constitución al lado de la Virgen de Coromoto, la patrona del país, portando un rifle AK47.
Pero si bien estos grupos operan con cierto grado de autonomía, al mismo tiempo son respaldados y protegidos por altos personeros del chavismo, que les brindan financiamiento, equipos y armas.
Incluso el propio Chávez estuvo entre los primeros en reconocer los beneficios de incorporar a las filas de la revolución estas agrupaciones con inclinaciones de izquierda que habían emergido orgánicamente dentro de algunos de los barrios más pobres de Caracas como organizaciones de autodefensa frente a la delincuencia.
Chávez tenía grandes planes para los colectivos, comentó Anthony Daquín, ex asesor de seguridad del Ministerio de Interior y Justicia.
“El [Chávez] llegó a llamar a los colectivos como el Brazo Armado de la Revolución, y es una designación que sigue siendo utilizada dentro del chavismo”, explicó.
En esencia son grupos paramilitares integrados por elementos que han recibido formación en ideología e instrucción en operaciones de guerrilla urbana, dijo Daquín, quien ejerció como asesor en los primeros años del gobierno de Chávez.
El chavismo ha invertido holgadamente en la formación del liderazgo de estos movimientos.
“Los líderes de los colectivos han pasado por un proceso de formación ideológica socialista y han viajado a la isla de Cuba, donde se les ha preparado en áreas que van desde el combate cuerpo a cuerpo, hasta el combate armado”, relató.
Además del adiestramiento, los colectivos reciben fondos directos del gobierno.
“Son recursos que vienen disfrazados a través de ayuda. Algunos de ellos provienen del denominado Frente Francisco de Miranda [agrupación de militantes chavistas], pero también provienen de alcaldías bajo control del régimen, e incluso de la propia PDVSA”, comentó Daquín.
La ayuda también incluye la dotación de armamento, en ocasiones de guerra, por parte del gobierno.
“Son armas decomisadas a los presos. Las autoridades entreguen aquellas armas decomisadas que ‘no están cochinas’ [solicitadas por las autoridades con relación a algún crimen]”, dijo Brandler.
“También les han entregado motocicletas, en al menos un caso utilizando el argumento de que estaban siendo entregadas a una cooperativa de mototaxis. Y esa cooperativa terminó convirtiéndose en un colectivo, armado y con moto”, agregó.
A cambio de esta ayuda, los colectivos son requeridos a prestar sus servicios al régimen en diversas labores. Han participado por ejemplo en jornadas de cedulación.
Y han jugado papeles centrales en la estrategia chavista durante las elecciones, patrullando armados y en motocicletas para intimidar al elector opositor, comentó Daquín.
En más de una ocasión, la actuación de los colectivos durante los eventos electorales ha sido violenta, como sucedió en noviembre cuando un grupo de ellos trató de incendiar el pequeño autobús en que se desplazaba el líder de la oposición Henrique Capriles, o como cuando dispararon contra el vehículo de la también dirigente de la oposición María Corina Machado.
“A Capriles no le dejaron entrar en alguna zona durante la campaña. Cuando trataba de visitar las zonas populares donde ellos operan, se encontraba con que los motorizados estaban allí con el rostro cubierto. Esos que le impedían el paso, eran miembros armados de los colectivos”, dijo Brandler.
Las agrupaciones utilizan pañuelos para taparse la cara y se desplazan en motocicletas como si se tratasen de una versión moderna de las viejas películas de vaqueros.
El color de los pañuelos porta un gran significado, como sucede con las las pandillas de los barrios en Estados Unidos, que utilizan el rojo o el azul para marcar territorio.
Y los colores son importantes en las operaciones de extorsión. Camisetas con esos colores son colgadas en las puertas de los pequeños negocios en que operan, para dar a conocer quien les protege, dijo Brandler.
Daquín coincidió.
“Estos colectivos se han convertido en cobradores de peaje [extorsión], exigiendo el pago de protección a los comerciantes que viven en la zona”, dijo Daquín.
“Y los comerciantes tiene que pagar, si no lo hace rápidamente se convierten en víctimas”, agregó.
Si bien acciones como esta pueden ayudar a traer orden en lugares azotados por el hampa, los colectivos no son bien vistos por los moradores de las zonas donde operan, añadió Brandler.
“Son temidos, no queridos”, comentó la profesora. “Querido no es ninguno de ellos, la gente les tiene terror”.
Nota de Aserne: Los Colectivos armados chavistas manejan las actividades de micro-tráfico de drogas en las barriadas populares y se sabe que han comenzado a exportan drogas hacia Centroamérica!
Etiquetas: Dino Bouterse, Fuerza Bolivariana de Liberación Nacional (FBLN), Tupamaro, Valentín Santana La Piedrita
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