¿Colaboradores o colaboracionistas?
La colaboración con un gobierno títere es, sin duda, colaboracionismo, peor todavía cuando se es gobierno dentro de un gobierno títere.
Toda la estructura institucional de la República tiene su base en la independencia: Venezuela “es irrevocablemente libre e independiente” (Art. 1). Si no hay independencia, no existe la República. Se convierte en colonia o protectorado. Es lo que ha pasado. Hemos perdido la independencia. Estamos subordinados a Cuba, de donde reciben órdenes nuestros gobernantes que son títeres de Cuba. Eso está a la vista de todos. Es un hecho público, notorio y comunicacional.
Al perder la soberanía nacional, hemos perdido el derecho a darnos gobierno propio en lo cual consiste la soberanía popular. No elegimos. Concurrimos a un simulacro de elección. Es un simulacro organizado por Cuba para hacernos creer que seguimos siendo soberanos. Cuba otorga las cédulas con las cuales votamos, lleva el registro de los electores, organiza la votación, controla el sistema automatizado, manipula los cuadernos de votación, tiene a su cargo la transmisión de los resultados que sólo se dan cuando todo está cuadrado conforme a lo acordado. Así cada vez que votamos, creyéndonos soberanos, realmente votamos por Cuba, para que perpetúe su dominación sobre Venezuela a través de sus títeres.
Como ustedes saben tenemos un sistema presidencial, que concentra el poder real en el Presidente. El es el dueño de la República, porque es el dueño del petróleo del cual vivimos todos. El da y quita. Los estados y los municipios son entelequias, que se sostienen con los recursos financieros que el Presidente les da. Lo llaman situado constitucional. En verdad podría llamarse el “bozal de alcaldes y gobernadores”. Es, pues, la Presidencia de la República el cargo clave para Cuba, cuya elección se garantiza con el fraude, que no se cuida en aparentar. No le importa gobernaciones y alcaldías porque no tienen vida propia. Al Rey de España tampoco le importaba que los cabildos estuvieran en manos de los criollos, y no de naturales de España, como sí lo era el Capitán General.
Es verdad que la Constitución nuestra, que al no ser soberanos equivale a una Real Cédula de la monarquía comunista cubana traída por el difunto de uno de sus viajes a La Habana, establece que los Estados y los Municipios son autónomos y tienen sus funciones propias. Pero también es verdad que deben colaborar con el Poder Nacional, o sea, con el Presidente de la República, el que se asegura esta colaboración abriendo o cerrando el grifo del situado, o sea, el bozal que les tiene puesto.
¿Colaborar en qué? Dice la Real Cédula, llamada Constitución por nosotros, que se colabora en los fines del Estado. ¿Cuál Estado? La República ya no existe, porque perdimos la soberanía. Existe Vene-Cuba, cuyo departamento Venezuela es una ficción semejante a las entonces repúblicas soviéticas, que vota en los organismos internacionales como lo ordena la monarquía comunista cubana. En consecuencia, los fines del Estado, a que se refiere la Real Cédula, son los fines de Cuba en Venezuela: tener aquí un gobierno títere e implantar el comunismo a imagen y semejanza de la metrópoli para facilitar la integración oficial de ambas naciones en una sola comunista. Estos fines están expresados en las Reales Ordenanzas que conocemos como Primer Plan Socialista (2007-2013) y Plan de la Patria-Segundo Plan Socialista (2013-2019), destinado éste último a que en el vigésimo aniversario de la toma del poder sea realidad Vene-Cuba.
En nuestro idioma se llama “colaboracionista” al natural de un país que colabora con el gobierno títere de una potencia extranjera. Cabe la pregunta: ¿los 3 gobernadores y los 75 alcaldes de la MUD colaboran o no con el gobierno títere de Cuba?
Etiquetas: colaboracionismo
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