Venezuela: Cuenta Regresiva
Por: EDE
Fuente: Diario La Razón
Entramos a la recta final de la elección presidencial, después de un torneo insulso de revanchismo y obsesión continuista. El electorado venezolano ha percibido una diatriba política en decadencia, manipuladora y descaradamente mentirosa. Las principales fuerzas políticas, en realidad amalgamas de intereses mezquinos, no tienen tras de si unas corrientes populares dispuestas a darlo todo por la construcción de un país próspero, sino unos capitostes con abundante dinero comprando conciencias y estómagos atizados por un consumismo desbocado en tiempos de “vacas gordas” petrodólarizadas.
Hay para todo, las ofertas tienen al erario como barril sin fondo supuestamente al alcance de una población amante –así la están educando- de la riqueza fácil.
Ha sido un torneo entre mafias políticas expertas en trasvasar los recursos públicos, como lo vienen haciendo durante cuarenta y ocho años, sin solución de continuidad. Para quienes nos han gobernado y nos están gobernando, es cuestión de turnos en el poder envilecido, fiesta en nombre de todos para beneficio de pocos, como es el caso de los “banqueros bolivarianos” con ganancias contantes y sonantes a nombre de unas “políticas sociales” que tiran toneladas de bolívares y dólares a un mercado que termina abultando las arcas de los vivos de siempre, apellidos mas, apellidos menos, y de los testaferros de los nuevos y viejos señores del poder.
Ni el billete ni las ofertas engañosas han estimulado a la mayoría de la población. Ambos comandos sufren la frustración que les causan los estrechos límites de sus convocatorias, por lo que deben prepararse para aguantar sobriamente la paliza de rechazo simultáneo que les viene el próximo 3 de diciembre. La población venezolana acostumbra demostrar su fuerza estruendosamente en defensa de sus derechos y anhelos de paz, libertad y justicia social. Pasa facturas políticas, cuyas muestras más significativas son las expresiones de lucha y júbilo aquel 23 de Enero de 1958, y las del 27 de Febrero de 1989, independientemente de que las hayan incautado grupos políticos al servicio de intereses subalternos seducidos por las mieles del poder.
Esta vez, la población electoral no se ha sumado mayoritariamente a las opciones presidenciales de Hugo Chávez o Manuel Rosales, y ellos lo saben, lo perciben, atormentados. La mayoría de la población venezolana juega a la intriga hacia el desenlace final del 3D, no corren las apuestas porque nadie cree en nadie, más allá de las conveniencias personales, grupales o mafiosas. Esta ha sido una vergüenza de campaña electoral, mediocre y tramposa. Rosales y Chávez lo saben, tras bastidores, maquiavélicamente asumen que le han jugado sucio al país y a los electores, a quienes han tratado como subnormales o meros hambrientos deseosos de dadivas reales o ilusorias con base en los ingresos petroleros.
Les puede salir una morisqueta, y lo temen. Los esperamos, la noche del 3D.
Fuente: Diario La Razón
Entramos a la recta final de la elección presidencial, después de un torneo insulso de revanchismo y obsesión continuista. El electorado venezolano ha percibido una diatriba política en decadencia, manipuladora y descaradamente mentirosa. Las principales fuerzas políticas, en realidad amalgamas de intereses mezquinos, no tienen tras de si unas corrientes populares dispuestas a darlo todo por la construcción de un país próspero, sino unos capitostes con abundante dinero comprando conciencias y estómagos atizados por un consumismo desbocado en tiempos de “vacas gordas” petrodólarizadas.
Hay para todo, las ofertas tienen al erario como barril sin fondo supuestamente al alcance de una población amante –así la están educando- de la riqueza fácil.
Ha sido un torneo entre mafias políticas expertas en trasvasar los recursos públicos, como lo vienen haciendo durante cuarenta y ocho años, sin solución de continuidad. Para quienes nos han gobernado y nos están gobernando, es cuestión de turnos en el poder envilecido, fiesta en nombre de todos para beneficio de pocos, como es el caso de los “banqueros bolivarianos” con ganancias contantes y sonantes a nombre de unas “políticas sociales” que tiran toneladas de bolívares y dólares a un mercado que termina abultando las arcas de los vivos de siempre, apellidos mas, apellidos menos, y de los testaferros de los nuevos y viejos señores del poder.
Ni el billete ni las ofertas engañosas han estimulado a la mayoría de la población. Ambos comandos sufren la frustración que les causan los estrechos límites de sus convocatorias, por lo que deben prepararse para aguantar sobriamente la paliza de rechazo simultáneo que les viene el próximo 3 de diciembre. La población venezolana acostumbra demostrar su fuerza estruendosamente en defensa de sus derechos y anhelos de paz, libertad y justicia social. Pasa facturas políticas, cuyas muestras más significativas son las expresiones de lucha y júbilo aquel 23 de Enero de 1958, y las del 27 de Febrero de 1989, independientemente de que las hayan incautado grupos políticos al servicio de intereses subalternos seducidos por las mieles del poder.
Esta vez, la población electoral no se ha sumado mayoritariamente a las opciones presidenciales de Hugo Chávez o Manuel Rosales, y ellos lo saben, lo perciben, atormentados. La mayoría de la población venezolana juega a la intriga hacia el desenlace final del 3D, no corren las apuestas porque nadie cree en nadie, más allá de las conveniencias personales, grupales o mafiosas. Esta ha sido una vergüenza de campaña electoral, mediocre y tramposa. Rosales y Chávez lo saben, tras bastidores, maquiavélicamente asumen que le han jugado sucio al país y a los electores, a quienes han tratado como subnormales o meros hambrientos deseosos de dadivas reales o ilusorias con base en los ingresos petroleros.
Les puede salir una morisqueta, y lo temen. Los esperamos, la noche del 3D.
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