Construir la Fuerza de Cambio
Por: Robin Rodríguez
No hay dudas que Chávez es un líder carismático que transmite esperanzas a la gente aún en los momentos de mayor dificultad, pero también es un mal gobernante; de allí que trate siempre de inventar una situación y una nueva instancia de organización para sus bases, tales como la constituyente, los círculos bolivarianos, las UBE, el supuesto plan de magnicidio, la confrontación verbal con Bush y ahora los 5 motores constituyentes. Todo en aras de evitar la discusión sobre los problemas de los venezolanos, que representan las verdaderas debilidades del régimen.
Ahora habla del "Socialismo del Siglo 21" pero no dice nada sobre la realidad de la gente: la inflación alcanza al 17% general (24% en el reglón alimentos), mientras el salario mínimo alcanza a Bs. 614.790 y el precio de la canasta básica de bienes y servicios se eleva a Bs 1.900.000. La artificial reducción del desempleo no se traduce en trabajo estable, productivo, bien remunerado y respaldado por la seguridad social, sino en incremento de la buhonería y la informalidad, en trabajo precario, rotativo y mal remunerado. El déficit de vivienda se ha agravado a niveles sin precedentes y el drama de los damnificados y desalojados se recicla cada día.
La descomposición social, con su carga de indigentes, niños en situación de calle, incremento de la drogadicción, etc., es caldo de cultivo de la más terrible situación de inseguridad que sólo en 2006 cobró la vida de 14.000 compatriotas. El resumen de todo esto es 42% de pobreza, de la cual 17% es pobreza extrema, 17% de mortalidad infantil, incremento de las enfermedades endémicas y epidémicas, 14% de desempleo absoluto y más de la mitad de la mano de obra activa del país, ubicados en la economía informal. Y en contraste con esto, el país registra los más altos ingresos fiscales de su historia, como consecuencia de los elevados precios petroleros y del incremento de los impuestos y de la capacidad recaudadora del SENIAT, el dinero de los venezolanos se derrocha a manos rotas, dentro y fuera del país, para comprar conciencias y premiar lealtades, para convertir la corrupción en un cáncer extendido, para enriquecer a los altos funcionarios del gobierno que ya no ocultan su opulencia y para incrementar las groseras ganancias de la banca (en un 285%) y las transnacionales.
Construir una vanguardia popular pasa por desarrollar el debate político de manera sistemática y sostenida en el seno del 83% de la población considerada pobre. El oficialismo ha creado una extensa red de organizaciones de masas que tenemos la obligación de analizar atentamente: existen miles de cooperativas, organizaciones que se desprenden de las Misiones, Consejos Comunales e, incluso, la misma organización militar o paramilitar de la Reserva, la Guardia Territorial, la Guardia Patrimonial, etc. Es claro que todas ellas buscan el control de la población, mientras promueven soluciones paliativas y transitorias a diversos problemas de la gente. Pero también de allí están surgiendo luchas reivindicativas ante el incumplimiento por parte del gobierno de sus obligaciones, promesas y compromisos. Debemos aproximarnos a estas organizaciones, extender hasta ellas nuestra labor de propaganda y agitación, participar activamente en todas aquellas en las que sea posible y viable para disputar su liderazgo y para conducirlas a la lucha reivindicativa y política, atraerlas a nuestra influencia e inscribirlas dentro de la perspectiva de desarrollo de un movimiento opositor de base popular y aliento progresista.
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