La Verdadera Contrarevolución
Editorial: www.el23.net
Infografía tomada de: www.soberania.org
El burocratismo, la ineficacia, la corrupción y la falta de una verdadera sensibilidad social pareciera ser la norma dentro de las oficinas y pasillos de las innumerables misiones, entes e instituciones sociales del Gobierno Revolucionario, en particular aquellas creadas para dar respuesta al pueblo. Y es que estas y sus funcionarios no están a la altura del proceso revolucionario y de un pueblo que exige respuesta a sus esfuerzos por organizarse y salir de la exclusión social.
Son degradantes y vergonzosas las mil y una vicisitudes que de manera humillante tiene que soportar el pueblo revolucionario cuando tiene que acudir a alguna de estas instituciones a tratar de llevar un proyecto o solicitar alguna ayuda social.
Como fieles hijas de las deformes, corruptas e insensibles instituciones rancias de la cuarta república, las actuales crecen y se desarrollan alimentándose de los mismos vicios. Ineficacia, incompetencia, cobro de comisiones, desvío de fondos, falta de escrúpulos hacia aquellos a los cuales deberían servir, abultamientos de facturas o montos y muchas depravaciones más corroen a las viejas y nuevas entidades por todo el país. Y es que podemos crearlas con nombres llamativos y bonitos: Ministerio Revolucionario Para El Desarrollo Del Pueblo, Banco Del Pueblo, Instituto Nacional De Tierras, Funda Social, Ministerio del Pueblo o cualquier otro nombre que pareciera señalar el verdadero camino del servidor publico, pero mientras los que las dirijan, manejen o traten de dar respuestas a través de ellas sean los mismos “miserables de conciencia”, solo se quedaran en eso: en un nombre nuevo.
Sabemos que en ellas existen verdaderos paladines sociales de este proceso revolucionario, entregados y que en verdad aman y sienten al pueblo, pero increíblemente la mayoría de las veces parecen estar atados de manos ante el monstruo del burocratismo, la ineficiencia y la corrupción.
El pueblo observa como, de manera humillante y cínica, estos “miserables de conciencia” solo corren a entregar créditos y ayudas cuando el Presidente tiene algún acto, alguna inauguración o visita algún lugar. Allí si aparece como por arte de magia, la eficacia institucional, su apoyo hacia el pueblo, haciendo gala de un “cinismo mágico”, en donde no se puede ver más allá del “montaje y lo real”.
El problema no es la institución, su nombre o su fin social o que se les haya asignado todos los millardos del mundo, sino quienes las dirigen y gerencian. Esos seres oscuros e inicuos, que “reptan y trepan” hasta conseguir esos cargos y luego desde dentro, las deforman y desvían de su verdadera labor en menoscabo y humillación del pueblo llano y de a pie.
Cual designio bíblico en el desierto, tendrá que perecer esta vieja generación de “funcionarios públicos miserables de conciencia” dentro de este proceso revolucionario para luego ser relevada por una nueva, sana, pura, el verdadero hombre nuevo y social del que hablaba el comandante “che” Guevara.
Son degradantes y vergonzosas las mil y una vicisitudes que de manera humillante tiene que soportar el pueblo revolucionario cuando tiene que acudir a alguna de estas instituciones a tratar de llevar un proyecto o solicitar alguna ayuda social.
Como fieles hijas de las deformes, corruptas e insensibles instituciones rancias de la cuarta república, las actuales crecen y se desarrollan alimentándose de los mismos vicios. Ineficacia, incompetencia, cobro de comisiones, desvío de fondos, falta de escrúpulos hacia aquellos a los cuales deberían servir, abultamientos de facturas o montos y muchas depravaciones más corroen a las viejas y nuevas entidades por todo el país. Y es que podemos crearlas con nombres llamativos y bonitos: Ministerio Revolucionario Para El Desarrollo Del Pueblo, Banco Del Pueblo, Instituto Nacional De Tierras, Funda Social, Ministerio del Pueblo o cualquier otro nombre que pareciera señalar el verdadero camino del servidor publico, pero mientras los que las dirijan, manejen o traten de dar respuestas a través de ellas sean los mismos “miserables de conciencia”, solo se quedaran en eso: en un nombre nuevo.
Sabemos que en ellas existen verdaderos paladines sociales de este proceso revolucionario, entregados y que en verdad aman y sienten al pueblo, pero increíblemente la mayoría de las veces parecen estar atados de manos ante el monstruo del burocratismo, la ineficiencia y la corrupción.
El pueblo observa como, de manera humillante y cínica, estos “miserables de conciencia” solo corren a entregar créditos y ayudas cuando el Presidente tiene algún acto, alguna inauguración o visita algún lugar. Allí si aparece como por arte de magia, la eficacia institucional, su apoyo hacia el pueblo, haciendo gala de un “cinismo mágico”, en donde no se puede ver más allá del “montaje y lo real”.
El problema no es la institución, su nombre o su fin social o que se les haya asignado todos los millardos del mundo, sino quienes las dirigen y gerencian. Esos seres oscuros e inicuos, que “reptan y trepan” hasta conseguir esos cargos y luego desde dentro, las deforman y desvían de su verdadera labor en menoscabo y humillación del pueblo llano y de a pie.
Cual designio bíblico en el desierto, tendrá que perecer esta vieja generación de “funcionarios públicos miserables de conciencia” dentro de este proceso revolucionario para luego ser relevada por una nueva, sana, pura, el verdadero hombre nuevo y social del que hablaba el comandante “che” Guevara.
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