¿Por qué la amnistía?
Por: Manuel Isidro Molina
Mi replanteamiento de amnistía para las y los implicados en los acontecimientos del 11 de Abril de 2002, escrito en esta columna, la semana pasada, causó dudas y hasta sentimientos de lástima por su supuesta extemporaneidad. Respeto profundamente esas reacciones, política e intelectualmente. Sin embargo, voy a insistir, convencido de que es pertinenete.
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Venezuela no es un país de odios, y en el fondo tampoco es uno de motivaciones maniqueas, aunque éstas hayan privado en determinados lapsos de la vida nacional.
Venezuela no es un país de odios, y en el fondo tampoco es uno de motivaciones maniqueas, aunque éstas hayan privado en determinados lapsos de la vida nacional.
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Y no es que sea partidario de establecer una especie de impunidad para los delitos cometidos por motivaciones políticas (y un golpe de Estado y las (i)responsabilidades previas de los gobernantes, lo son), mucho menos, cuando he venido denunciando la monstruosa impunidad de la cual han gozado y gozan quienes se roban los dineros públicos, dilapidan recursos pertenecientes a la nación y abusan del poder tras sus fines personales, grupales o claramente mafiosos.
Y no es que sea partidario de establecer una especie de impunidad para los delitos cometidos por motivaciones políticas (y un golpe de Estado y las (i)responsabilidades previas de los gobernantes, lo son), mucho menos, cuando he venido denunciando la monstruosa impunidad de la cual han gozado y gozan quienes se roban los dineros públicos, dilapidan recursos pertenecientes a la nación y abusan del poder tras sus fines personales, grupales o claramente mafiosos.
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No pido “mano dura” sino “mano” digna, firme y democrática para la reconciliación entre los venezolanos, porque estoy convencido –y muchos compatriotas lo están- de que no vale la pena prolongar esta larga angustia nacional generada por la insensatez de los fanáticos chavistas y los fanáticos antichavistas, cada bando pintando la “historia” a su medida.
No pido “mano dura” sino “mano” digna, firme y democrática para la reconciliación entre los venezolanos, porque estoy convencido –y muchos compatriotas lo están- de que no vale la pena prolongar esta larga angustia nacional generada por la insensatez de los fanáticos chavistas y los fanáticos antichavistas, cada bando pintando la “historia” a su medida.
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Después de cinco años, nada está claro. La confusión se ha profundizado, sin justicia ni investigaciones fiscales confiables. Incluso, circulan libros y “reportajes” televisivos oficialistas omitiendo totalmente las palabras del general Lucas Rincón Romero, dando cuenta de la renuncia del presidente Hugo Chávez, aquella madrugada del 12 de abril.
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Después de cinco años, nada está claro. La confusión se ha profundizado, sin justicia ni investigaciones fiscales confiables. Incluso, circulan libros y “reportajes” televisivos oficialistas omitiendo totalmente las palabras del general Lucas Rincón Romero, dando cuenta de la renuncia del presidente Hugo Chávez, aquella madrugada del 12 de abril.
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La propia Asamblea Nacional carece de conclusiones fiables, al respecto. ¿Para qué seguir con esa cantaleta propagandística, de lado y lado? Dejemos eso a los historiadores de las próximas décadas, y dediquémonos a reconstruir a Venezuela, comenzando por la solidaridad y el respeto a la pluralidad. ¡Amnistía, ya!
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