Hora Menguada y Voto Castigo

Por: Argelia Ríos

Foto: Ismael García - Un Purgado!

Las disidencias son indetenibles, como también la intensificación de la purga

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En la política se andan y desandan los caminos: se ganan y se pierden terrenos. La izquierda venezolana añoró durante años ganarse un espacio en la geografía ideológica del país. Muchos de sus exponentes vieron en Chávez la oportunidad de alcanzar una porción del mercado electoral nacional. Su acercamiento al teniente coronel del 4-F fue toda una aventura: el riesgo de que el comandante resultara un bribón -como tantos otros militarotes de América Latina- constituía un peligro real. Nunca fue suficiente lo que de él conocieron durante la época de la conspiración. Las dudas, sin embargo, no impidieron la apuesta. El entusiasmo era inocultable. El exitoso mercadeo del socialismo -ofertado como el ficticio paquete rosa descrito por las misiones y el febril reparto petrolero- comenzó a fracturar las antiguas resistencias de la sociedad. De eso se trataba. El propósito inicial parecía marchar en buena dirección: los prejuicios ciudadanos frente a la izquierda se ablandaron y todo hacía pensar que había valido la pena afrontar el peligro. Hoy ha vuelto la incertidumbre...

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Los viejos marxistas -los de verdad- vuelven a temer lo peor. Sus inquietudes -que poco a poco se hacen públicas- revelan una procesión honda. Chávez insiste en un "salto" para el cual no existen condiciones. Ni siquiera sus seguidores están preparados para aceptarlo. El sueño, por tanto, puede derrumbarse y, tras él, sobrevenir una vuelta radical hacia el otro extremo del péndulo: a la derechización del país; al desprestigio de la opción de izquierda y del socialismo. ¿Qué pretende hacer este hombre?, se preguntan, mientras observan una carburación inconveniente de "los momentos y las condiciones"- y una reedición alarmante del principal error del socialismo soviético-cubano: el del personalismo autoritario denunciado por tantos años desde la oposición... No cabe dudas de que la atmósfera del mundo revolucionario se ha vuelto espeso y expectante. Las opiniones que comienzan a manifestarse anuncian tiempos tormentosos para muchos de quienes se aventuraron abrazando a Chávez. No lo dicen -todavía-, pero la sospecha les ronda en la cabeza y en sus discursos envueltos en academicismos. Negados a aceptar el fracaso práctico del socialismo radical, prefieren el otro atajo. Sobresaltados ante la deriva de la aventura, advierten que el personalismo autoritario del jefe del Estado asoma los perfiles del fascismo y el revés sufrido con la arriesgada apuesta...

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Son tiempos duros los que experimentará el cosmos revolucionario. Las disidencias son indetenibles, como también la intensificación de la purga. La hora de los antiguos militantes marxistas -negados al irresponsable salto- se va extinguiendo para dar lugar a la de los más incompetentes y oportunistas. Sólo ellos garantizan lealtad perruna... Huele a voto castigo.