A 50 Años de una Gesta Histórica
Por: Manuel Isidro Molina
Generosidad, civismo, alegría, sueños de justicia social, honestidad, espíritu de sacrificio por el bien común, respeto a la Constitución y las leyes, cultivo de la amistad y la diversidad, pertenecen al “Espíritu del 23 de Enero”.
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La gesta histórica del 23 de Enero de 1958 le pertenece al bravo pueblo venezolano. No, a las cúpulas partidistas que contrariaron su bello y portentoso halo unitario, traicionaron las banderas de dignidad y honestidad en el desempeño de la función pública, sentaron las bases del sectarismo ideológico excluyente y violentaron masiva y sistemáticamente los derechos humanos con la implantación de la persecución, la tortura, la desaparición y el asesinato policíaco-militar de los opositores políticos y luchadores sociales que quebraron lanzas defendiendo los derechos populares. Tampoco, a quienes hoy practican el abuso de poder, la corrupción y el sectarismo desde el gobierno autocrático.
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A los 50 años del 23 de Enero de 1958, el país merece un mea culpa de los actores de la época que no supieron cumplir la palabra empeñada, al traicionar “el espíritu del 23 de Enero”: unidad en torno a los intereses nacionales y populares, civismo, respeto al pluralismo y honestidad en la función pública, justicia social y desarrollo democrático y equitativo de Venezuela, en un plano de independencia nacional, amistad hacia el entorno internacional y solidaridad con los movimientos progresistas del mundo.
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Los gobernantes de hoy, no deben robarse la celebración mezquinamente, como lo han venido haciendo después que en 2003, el presidente Hugo Chávez llegó a decir aquella barbaridad histórica, intelectual y política: “No hay nada qué celebrar, el 23 de Enero”, asociada a la idea militarista de mando sobre la sociedad.
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Se demuestra nuevamente, que medio siglo no es suficiente para alcanzar la más noble y equilibrada evaluación histórica de los acontecimientos contemporáneos. Junto a lo mejor del pueblo venezolano, debemos reasumir lo mejor del “23 de Enero”: generosidad, civismo, alegría, sueños de justicia social, solidaridad, honestidad, responsabilidad, trabajo productivo, espíritu de sacrificio por el bien común, respeto a la Constitución y las leyes, cultivo de la amistad y la diversidad, y por encima de las diferencias, unidad en torno a nuestros valores históricos y culturales de pueblo amante de la libertad y la justicia. Como lo imaginaron nuestro gran Simón Bolívar, sus camaradas de lucha y los mejores hombres y mujeres de las posteriores generaciones que fueron macerando esa cultura democrática que briosamente se niega a aceptar los arcaísmos del autoritarismo militarista.
Se demuestra nuevamente, que medio siglo no es suficiente para alcanzar la más noble y equilibrada evaluación histórica de los acontecimientos contemporáneos. Junto a lo mejor del pueblo venezolano, debemos reasumir lo mejor del “23 de Enero”: generosidad, civismo, alegría, sueños de justicia social, solidaridad, honestidad, responsabilidad, trabajo productivo, espíritu de sacrificio por el bien común, respeto a la Constitución y las leyes, cultivo de la amistad y la diversidad, y por encima de las diferencias, unidad en torno a nuestros valores históricos y culturales de pueblo amante de la libertad y la justicia. Como lo imaginaron nuestro gran Simón Bolívar, sus camaradas de lucha y los mejores hombres y mujeres de las posteriores generaciones que fueron macerando esa cultura democrática que briosamente se niega a aceptar los arcaísmos del autoritarismo militarista.
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