Perez y Chávez: La Misma Cosa
Por: Domingo Alberto Rangel
Oficialistas y opositores parecen decididos a apoderarse de la historia reciente. En esa historia sólo caben ellos. A ellos toca además, de manera exclusiva, el privilegio de explotar para sus miras politiqueras y siempre miserables cualquier episodio que sea recordado por la colectividad. El 27 de febrero de 1989, la masacre más grande de toda nuestra historia, es evocado por tirios y troyanos, perdón, por oficialistas y opositores, como si fuera un suceso del cual hubiera que sacar partido. Los oficialistas han untado y cundido la prensa diaria a la cual dicen detestarcon inmensos avisos de página entera para acusar al Fondo Monetario o al imperialismo. Los escuálidos contestan, desde la misma prensa grande o desde los canales de televisión que ellos controlan, recordando los saqueos registrados en aquellos días. Unos y otros permiten, como puede verse, calibrar su mínimo nivel moral.
Es verdad que en los días anteriores al 27 de febrero de 1989 hubo en Caracas profusos saqueos de establecimientos de comercio. No voy a santificar ahora a los saqueadores, ni siquiera a excusarlos, pero el asalto al comercio inherente a todo saqueo se explica en este caso por los inicuos decretos con los cuales se inició el gobierno, mezcla de pesadilla con trasnoche que fue el loco Carlos Andrés Pérez. El período constitucional de Pérez se inició por aquellos días aplicando sin misericordia ni malicia el paquete neoliberal, que por entonces recomendaba esa trinidad siniestra que es el Tesoro de Estados Unidos, el Fondo Monetario y la banca privada de Nueva York. El alza del costo de la vida fue explosiva, violenta, dramática como no había ocurrido hasta entonces ni se ha repetido hasta ahora.
El comandante Chávez, que suele andar acompañado, desde que juró el cargo de Presidente, por varios profesores universitarios de izquierda convertidos por él en burócratas, aplica las mismas recetas. Pero sabe dosificar y estirar en el tiempo el impacto de las medidas. El costo de la vida en cualquiera de los años de Chávez ha subido más que en 1989 bajo Pérez, pero ahora el alza se extiende, con sabia y perversa felonía, a lo largo del año, no se concentra toda ella en los días que siguen a los decretos emitidos por el gobierno. Digamos que la única diferencia entre C. A. Pérez y Hugo Chávez radica apenas en la astucia del segundo para disimular su agresión contra el bolsillo de los pobres.
Es que Chávez buscó sus ministros en dos institutos infalibles para golpear el uno y para disimular el otro. La Academia Militar enseña cómo se siembra el terror llegado el caso. ¿Hablamos como caballeros o como lo que somos? Si hablamos como lo que somos, debemos decir que no ha habido ejército, desde 1800 hasta hoy, en todo el mundo, que no haya perpetrado una masacre contra su propio pueblo. El que anda armado no resiste la tentación de asesinar, que no cuesta nada y, siendo las víctimas de la masacre casi siempre gentes desarmadas, no hay el menor riesgo. Pero Chávez no sólo se ha provisto de ministros acudiendo a la Academia Militar.
Ha hecho lo que no quiso o no supo hacer el loco criminal del 27 de febrero. Ha buscado también ministros en la Real y Pontificia Universidad Central de Venezuela. Si en la Academia Militar encontró a Ño Pernalete, en la UCV encontró al bachiller Mujica. La UCV seguirá siendo aquella "casa de segundones", como la llamara un personaje de Gallegos. Los ministros de Chávez, que ayer iban a la Sala E a hacer alarde de su audacia ideológica y de su radicalismo político, ahora no hacen otra cosa que dosificar las mismas recetas del FMI para que sus efectos se sientan menos. Extendidos sus efectos en los 365 días del año se sufre menos que concentrados en un solo día. La diferencia entre Pérez y Chávez está en el uso inteligente de los Mujiquitas universitarios.
Etiquetas: Análisis Económico, FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
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