Terrorismo de Estado Socialfascista

Por: José Rafael López Padrino

El asesinato de Jesús Eduardo Bello, estudiante de ingeniería mecánica de la UNET, por las jaurías paramilitares del régimen, representa una nueva víctima del culto a la violencia que promociona el azote uniformado de Venezuela. Además, reafirma el carácter fascista del régimen del tte coronel que pretende amedrentar, disciplinar, reprimir y exterminar a la disidencia política, es decir un verdadero terrorismo de Estado. Se ha institucionalizado la práctica del terror desde el poder, mediante el uso de los cuerpos de seguridad del Estado y unidades de la Fuerza Armada (represión formal), junto a las bandas armadas del PSUV y demás grupos paramilitares que apoyan al régimen (represión informal).

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El inquilino de Miraflores ha calcado de los gobiernos fascistas el concepto de la guerra de exterminio para resolver conflictos internos. Es la visión totalitaria fundamentada en la tesis del "Amigo-Enemigo", de Carl Schmitt (El concepto de lo Político), la cual legitima cualquier acción del Estado encaminada a exterminar a todo aquel que se considera "enemigo" bajo la premisa de la seguridad nacional. Es la unificación forzada de la sociedad en torno a la ideología del rechazo y de la intolerancia hacia al enemigo -entiéndase opositor político-. Esta concepción aberrante cobró especial importancia bajo los regímenes dictatoriales de Mussolini y Hitler, y durante las dictaduras militares del Cono Sur. El tte coronel desde su llegada al poder ha reivindicado tal concepción y la ha incorporado como columna vertebral en su doctrina de la "seguridad nacional y guerra asimétrica".
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Venezuela lamentablemente padece el resurgimiento de un fascismo caribeño (socialfascismo del siglo XXI) que lucha por imponernos su hegemonía ideológica y política. Proyecto que impulsa una supremacía comunicacional mediante el control de los medios de comunicación (escritos, radioeléctricos y televisivos) para promover un verdadero culto a la personalidad en torno a la figura del tte coronel, convirtiéndolo en un verdadero caudillo omnipotente. Un comandante en jefe nacional, un nuevo Mesías, único capaz de encarnar el destino histórico del país (hiperlíder para algunos intelectuales lambebotas). Es la idea concebida por Ernesto Ceresole, de la preeminencia del líder único y su relación con el “pueblo” sin mediación de partido y el papel primordial de las Fuerzas armadas como sustento del poder. El planteamiento central de este proyecto radica en el otorgamiento a la Fuerza Armada Nacional de las riendas del desarrollo económico, social y político, además de detentar la responsabilidad de la defensa y de la seguridad interna y externa de la nación. Es la militarización de la sociedad entera, es el fortalecimiento de la maquinaria de guerra (armamentismo desenfrenado), es decir la institucionalización de un estado regido por la Fuerza Armada.

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Este gobierno militarista apelando a “pasiones movilizadoras” y a la cacareada “simbiosis cívico-militar” ha propiciado: i) un Estado policial de mutua sospecha, con la aplicación de un violencia redentora; ii) una cruzada en contra del sindicalismo democrático y clasista destruyendo las conquistas del movimiento obrero, así como penalizando la más mínima protesta social o huelga laboral; iii) un hostigamiento en contra de las organizaciones que defienden los Derechos Humanos, persiguiendo a sus promotores, rechazando y ridiculizando sus informes; iv) la exaltación de un patrioterismo nacionalista y la generación de un estado de zozobra permanente en contra de los países vecinos, acusándolos de ser los responsables de los problemas internos del país; y v) la transformación del aparato judicial del Estado, la Fiscalía de la Nación, la Contraloría General de la Nación en corruptas agencias al servicio del Centauro de Sabaneta.