Cuando escucho a Alí Rodríguez o a otros voceros gubernamentales defender la devaluación del bolívar aprobada por el Ejecutivo nacional, me parece oír a Carlos Andrés Pérez en febrero de 1989 y meses posteriores, cuando ante su paquete de medidas económicas se producían las más graves convulsiones sociales de la última mitad del siglo pasado. Según CAP, la devaluación era necesaria para poder facilitar las exportaciones, pues una moneda fuerte imposibilitaba convertirnos en un país exportador. Nos preguntábamos públicamente en aquel entonces: ¿Pero, qué es lo que nosotros exportamos? ¿Dónde está ese aparato productivo exportador que se va a beneficiar con la devaluación ocurrida? Afirmábamos que Venezuela era un país importador de productos de primera necesidad, por lo que el costo de la vida se vería encarecido en forma importante con la medida tomada. Antes y ahora, lo único que realmente exportamos, en magnitudes importantes, es petróleo, combustible fósil, materia prima, pues ni siquiera podemos hablar de productos petroquímicos, mucho menos de químicos orgánicos, mercancías con gran valor agregado, de cuya producción no nos hemos ocupado nunca, ni en la cuarta ni en la quinta República, ni antes de la nacionalización ni después de ésta, ni con Giusti en Pdvsa ni con Ramírez. A pesar de la “revolución” seguimos teniendo el mismo modelo de exportación petrolera que tenía el país con Juan Vicente Gómez. La Pdvsa roja rojita no se diferencia en nada en este sentido de la blanca blanquita del pasado. El resto del aparato productivo, por su parte, hoy produce mucho menos que cuando Chávez tomó el poder; regresamos a la economía de puertos que tanto criticamos a CAP. Hoy, nuestros gobernantes, sin ningún rubor, recurren a las mismas medidas y explicaciones de Pérez, Herrera y Lusinchi, y quienes en el pasado enfrentaron las medidas de éstos hoy defienden la recientemente producida simplemente porque hoy son gobierno y ayer eran oposición. “Se trata de una medida acertada, aunque difícil para la población”, hemos leído de diputados progresistas, en forma similar a las que se producían en el pasado con parlamentarios de AD. Regresamos a los dos cambios oficiales del Recadi de Lusinchi, si mal no recuerdo. Uno de ellos de gran magnitud: cien por ciento de devaluación, que significa la duplicación de los costos de los repuestos de los vehículos automotores, del ferrocarril, del metro, del transporte de alimentos y fármacos, de la maquinaria industrial, de la cadena de frío, lo que elevará considerablemente los precios del transporte, de los alimentos y de todo lo que importemos.
Por otra parte, comenzamos a utilizar las reservas internacionales, algo que hizo Lusinchi hasta agotarlas totalmente. Nada ha cambiado en la economía, ni en el derroche, ni en la corrupción. |
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