Bombas atómicas
Por: Michael Rowan
Diario: El Universal - (Ven)
Varios países han acusado a Caracas de ayudar a Teherán a construir una bomba atómica
La semana pasada tuvo lugar en EEUU la mayor reunión de líderes mundiales desde la creación de Naciones Unidas en 1945. Asistieron a Washington 47 países con el fin de abordar el tema de seguridad más importante del planeta: una bomba atómica en manos de algún demente dispuesto a usarla. En la Tierra hay unos 1.600.000 kilos de uranio altamente enriquecido. Se necesitan apenas 25 kilos para construir un pequeño artefacto nuclear como el lanzado sobre Japón para poner fin a la II Guerra Mundial. Las centrales nucleares de uso pacífico no requieren uranio altamente enriquecido similar al que se utiliza en armas nucleares. Por ello, con solo destruir el uranio de uso bélico, países como Irán podrían demostrar que su intención es producir electricidad y no armas.
Es muy significativo verificar los países que asistieron a la Cumbre Nuclear y los que no. Argentina, Brasil, Chile y México estuvieron presentes, a diferencia de Venezuela. Irán y Corea del Norte, dos países con aspiraciones nucleares tampoco participaron. México, Ucrania y Canadá prometieron destruir su uranio para uso bélico. Rusia llegó a un acuerdo con EEUU para eliminar el excedente de plutonio para fabricación de armas nucleares.
Además, los 47 países acordaron trabajar para proteger el uranio para aplicaciones bélicas en un plazo máximo de cuatro años e impedir que terroristas adquieran armas nucleares. Aunque Irán dudaría en utilizar la bomba por temor a una aniquilación total, es posible que grupos terroristas clandestinos como Al Qaeda o Hezbolá lo hagan.
Los venezolanos tienen razones para preocuparse por el colapso de su economía, democracia y seguridad. Sin embargo, también deben examinar las políticas gubernamentales sobre armas nucleares. Varios países, tribunales y fiscales extranjeros han acusado a Caracas de ayudar a Teherán a construir una bomba atómica, de enriquecer uranio y lavar dinero para evadir las sanciones de la ONU contra la proliferación nuclear y de resguardar a terroristas internacionales interesados en comprar o utilizar armas nucleares. La proliferación de materiales susceptibles de ser utilizados en armas nucleares requiere tanta atención como la proliferación de la delincuencia en Venezuela. Mientras los criminales asesinan a algunas personas, las armas nucleares acaban con todos.
michaelrowan22@gmail.com
traducción: Gerardo Cárdenas
Es muy significativo verificar los países que asistieron a la Cumbre Nuclear y los que no. Argentina, Brasil, Chile y México estuvieron presentes, a diferencia de Venezuela. Irán y Corea del Norte, dos países con aspiraciones nucleares tampoco participaron. México, Ucrania y Canadá prometieron destruir su uranio para uso bélico. Rusia llegó a un acuerdo con EEUU para eliminar el excedente de plutonio para fabricación de armas nucleares.
Además, los 47 países acordaron trabajar para proteger el uranio para aplicaciones bélicas en un plazo máximo de cuatro años e impedir que terroristas adquieran armas nucleares. Aunque Irán dudaría en utilizar la bomba por temor a una aniquilación total, es posible que grupos terroristas clandestinos como Al Qaeda o Hezbolá lo hagan.
Los venezolanos tienen razones para preocuparse por el colapso de su economía, democracia y seguridad. Sin embargo, también deben examinar las políticas gubernamentales sobre armas nucleares. Varios países, tribunales y fiscales extranjeros han acusado a Caracas de ayudar a Teherán a construir una bomba atómica, de enriquecer uranio y lavar dinero para evadir las sanciones de la ONU contra la proliferación nuclear y de resguardar a terroristas internacionales interesados en comprar o utilizar armas nucleares. La proliferación de materiales susceptibles de ser utilizados en armas nucleares requiere tanta atención como la proliferación de la delincuencia en Venezuela. Mientras los criminales asesinan a algunas personas, las armas nucleares acaban con todos.
michaelrowan22@gmail.com
traducción: Gerardo Cárdenas
Etiquetas: nuclear
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