Oh Manuela!
Por: Marìa Walter
Oh Manuela, desde este Oriente duele decirte, los enemigos de siempre vuelven en sus vanos intentos por desmerecer el valor de la Unión que con toda claridad esbocé hasta el final de aquellos, mis días. Difícil este ahora de tergiversación histórica en que sin rubores, se pretende con alevosía desdibujar los logros alcanzados en la fuente sagrada de la Libertad. Sabes como yo que en aquella mi tormentosa vida, jamás imaginé mis cenizas fueran recogidas a favor de culto y pleitesía, si acaso alguna vez el orgullo llegó a prender mis pensamientos, la sola mirada a mis descalzos pies permitió ubicarme como uno más de los cientos que batallamos por los mismos ideales, a riesgo de morir a cada paso. Es cierto, recibir homenajes y reconocimientos se hizo natural, sin embargo, cada uno de esos actos solo significó oportunidades para alimentar el compromiso y amor por la Libertad Suprema. Tú misma, Manuela, impulsada por la fuerza de la pasión libertaria, me brindaste el mayor de los laureles al darle posibilidad de vuelo a este amor que nació y creció para la Libertad y que ahora, pese a lo mucho que se pretenda conjurarlo en contrario, es escudo.
Oh Manuela, Mujer de infinito lar, iluminada guerrera de pasiones, con cuanta precisión describiste que nacería quien asumiéndose ilustre personaje, blandiendo desvergonzadamente la espada de luz, pretendería sometimiento contra los pueblos de América. Repetías una y otra vez, se intentaría falseando tus cenizas, esclavizarte a materia en procura de la guerra entre Hermanos, detallabas entristecida como la traición era urdida enguanta-dos de negro… Solo la fuerza del amor, decías a mi oído, impediría los efectos de tal ultraje. Oh Manuela, cuanto poderío adquiría tu voz cuando a modo de jaculatoria decías que moriría tísico, y sólo convertida en mar, tras mi ausencia, podría ser transmutada la traición del Alba, afirmabas irías al destierro para sentarte de tarde frente al mar hasta alcanzar el día en que el oleaje fuese tu cabellera… De cuando en cuando, gritabas eufórica: Haití, viva tu dignidad! Galeones expandiendo traición no es alimento... Ignaro, Temblad! Sabedlo, el Gigante del Iris nos guarda. Temblad!
Viva la Libertad por Siempre!
…Y juntos sonreíamos cuando ya decir tu nombre Manuela, era preludio del infinito mar en el que escudada de estrellas te convertiste.
La luz nos guía. Tuyo, afectísimo, S.B.
5 de Julio de 2010
PD: Recordándote, leo con mayor claridad uno de tus pregones, aquel, de cuando la ignorancia gobierna, el oprobio por su desventura, pretende estandarte.
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