La conexión Teherán
Fuente: Editorial El Tiempo (Col)
No son noticia de último minuto los sistemáticos lazos diplomáticos que Irán está construyendo con países de América Latina. Hace por lo menos cinco años el régimen islámico viene estrechando vínculos con Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, así como consolidando un crucial respaldo de la más poderosa potencia regional, Brasil. Sin embargo, ahora que ha anunciado que respaldará a Venezuela y, la semana pasada, a Bolivia, para realizar programas nucleares, vale la pena empezar a analizar con más atención estos acercamientos.
La presencia iraní en el subcontinente ha venido de la mano del fortalecimiento de un bloque regional crítico de Estados Unidos, y de la pérdida de importancia de América Latina dentro de las prioridades de Washington. Aprovechando la retórica del 'enemigo común', los presidentes Mahmud Ahmadinejad y Hugo Chávez han construido una "alianza estratégica", afirmada en el rechazo mutuo a la superpotencia del norte. En su último encuentro, hace diez días, con los venezolanos, Ahmadinejad afirmó que estos y su país quieren construir un "nuevo orden mundial" sin el "imperialismo" norteamericano.
Los alineamientos no se quedan en la retórica. El gobierno de Teherán ha diseñado en estos cinco años programas de energía, construcción, transporte, agricultura, banca y petróleo por unos 20.000 millones de dólares. Y esos recursos no solo van a Caracas. La semana pasada, en una gira por Irán, el presidente boliviano, Evo Morales, anunció otro paquete de iniciativas de cooperación por más de 700 millones de dólares en áreas agrícolas, agroindustriales y de explotación de hidrocarburos. Una agenda similar se desarrolla desde hace varios años entre los iraníes y los nicaragüenses.
El caso de Brasil es más complejo. En vez de financiar programas de cooperación y transferencia tecnológica, la relación está basada en una mutua conveniencia. El gobierno de Lula da Silva optó por enfrentarse a Estados Unidos con referencia a la agenda nuclear de Teherán. Para los brasileños, su mayor aspiración es ganar una estatura internacional acorde con el crecimiento económico que han experimentado en los últimos años. La lucha por un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es muestra de este afán.
El apoyo al programa nuclear iraní es una apuesta brasileña para mostrar que tiene la madera suficiente para empezar a participar en las grandes discusiones globales, en este caso la seguridad del planeta y los desafíos de la proliferación de armas nucleares. En ambos estilos de contactos, Irán también saca su ventaja estratégica: molesta a los estadounidenses con su amistad con el bloque 'antiyanqui', garantiza recursos naturales claves como los de Venezuela y Bolivia y gana una voz independiente en su cara a cara con Estados Unidos.
Cada país latinoamericano tiene el derecho soberano de entablar relaciones con las naciones que desee y establecer los vínculos que le convengan. Es cierto también que Teherán no es la única que ha aprovechado la 'ausencia' política de Estados Unidos en su antiguo 'patio trasero': China y Rusia también han estado muy activas en el vecindario en años recientes. Asimismo, un programa atómico es una misión de alta complejidad y de bagaje científico que, de llevarse a cabo en Bolivia o Venezuela, necesitaría muchos años y recursos, así que la eventualidad de un espacio andino nuclear no es tan cercana. De todas maneras, estas movidas diplomáticas no pueden perderse de vista porque están cambiando directamente el mapa de las alianzas y de los amigos.
Etiquetas: nuclear, terrorismo
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