DE FRENTE HACIA EL FUTURO
Por: Oswaldo Álvarez Paz
Acaba de terminar la primera década del segundo milenio. El balance es desolador y de proyecciones inciertas para los desprevenidos. Década perdida en el análisis objetivo que indica el retroceso más espantoso que nación alguna haya experimentado en tan corto tiempo. Esto es particularmente cierto con los hechos del año que acaba de concluir. Hay que tomar conciencia de que los males del presente no van a desaparecer por acción del régimen, ni por rectificaciones o propósito de enmienda del Presidente. Tampoco por obra y gracia del Espíritu Santo. La conquista del futuro desde el presente, sólo será posible por la decisión y la acción decidida de quienes estén dispuestos a arriesgar hasta la vida en defensa de principios y valores irrenunciables.
2011 es el año para levantar el vuelo como el águila que en la tempestad agita con más violencia sus alas. La lucha por la libertad y la democracia lo imponen como un deber. No admite excusas para evadir la enorme responsabilidad que a muchos de nosotros nos corresponde. Si quienes podemos no hacemos nada, otros tampoco lo harán. Como propósito de año nuevo dejemos de quejarnos tanto de lo mal que hemos estado. De limitarnos a esa actitud, todo seguirá peor.
En estos años hemos afirmado una idea ilimitada de la libertad. El pueblo debe rechazar todo lo que pueda limitarla. No aceptar restricciones es requisito primario de esta lucha. Se trata de predicar e impulsar una verdadera acción libertadora para Venezuela con repercusión e impacto en buena parte del continente y del mundo. Debemos tomar conciencia plena de que el enemigo mayor no está en el tirano, ni en su corrompido régimen, ni en los dueños de riquezas mal habidas, ni en las estructuras del crimen organizado que actúan como locales en suelo patrio. Está en nosotros mismos. El liderazgo tiene la obligación de ser ejemplo y guía para que en la nación desaparezca el miedo, la cobardía, la incertidumbre y la sensación de soledad que hace sentir impotentes a muchos. En cada ciudadano común debemos desarrollar la fuerza interior necesaria para generar la energía indispensable que fortalezca la decisión de ser verdaderamente libres, tanto en lo interno como en la vida diaria.
La posibilidad de ejercer los derechos humanos fundamentales pasa por la sustitución del Presidente como primer paso para liquidar esta nefasta dictadura castro-comunista. No habrá salto en el vacío. Venezuela tiene recursos humanos y materiales suficientes para triunfar. El amanecer de la patria lo construiremos a pesar de las sombras existentes. Como parte de la tarea está la defensa corajuda de nuestras universidades. La autonomía universitaria es fundamental. Si la Universidad venezolana cae, caerá Venezuela entera. Por ella pasa tanto el presente como el futuro. Aquí no caben vacilaciones ni dobleces. A los traidores a su Alma Mater que desde la Asamblea o desde el gobierno pretenden asesinar la inteligencia del país, les llegará la hora de rendir cuentas.
Acaba de terminar la primera década del segundo milenio. El balance es desolador y de proyecciones inciertas para los desprevenidos. Década perdida en el análisis objetivo que indica el retroceso más espantoso que nación alguna haya experimentado en tan corto tiempo. Esto es particularmente cierto con los hechos del año que acaba de concluir. Hay que tomar conciencia de que los males del presente no van a desaparecer por acción del régimen, ni por rectificaciones o propósito de enmienda del Presidente. Tampoco por obra y gracia del Espíritu Santo. La conquista del futuro desde el presente, sólo será posible por la decisión y la acción decidida de quienes estén dispuestos a arriesgar hasta la vida en defensa de principios y valores irrenunciables.
2011 es el año para levantar el vuelo como el águila que en la tempestad agita con más violencia sus alas. La lucha por la libertad y la democracia lo imponen como un deber. No admite excusas para evadir la enorme responsabilidad que a muchos de nosotros nos corresponde. Si quienes podemos no hacemos nada, otros tampoco lo harán. Como propósito de año nuevo dejemos de quejarnos tanto de lo mal que hemos estado. De limitarnos a esa actitud, todo seguirá peor.
En estos años hemos afirmado una idea ilimitada de la libertad. El pueblo debe rechazar todo lo que pueda limitarla. No aceptar restricciones es requisito primario de esta lucha. Se trata de predicar e impulsar una verdadera acción libertadora para Venezuela con repercusión e impacto en buena parte del continente y del mundo. Debemos tomar conciencia plena de que el enemigo mayor no está en el tirano, ni en su corrompido régimen, ni en los dueños de riquezas mal habidas, ni en las estructuras del crimen organizado que actúan como locales en suelo patrio. Está en nosotros mismos. El liderazgo tiene la obligación de ser ejemplo y guía para que en la nación desaparezca el miedo, la cobardía, la incertidumbre y la sensación de soledad que hace sentir impotentes a muchos. En cada ciudadano común debemos desarrollar la fuerza interior necesaria para generar la energía indispensable que fortalezca la decisión de ser verdaderamente libres, tanto en lo interno como en la vida diaria.
La posibilidad de ejercer los derechos humanos fundamentales pasa por la sustitución del Presidente como primer paso para liquidar esta nefasta dictadura castro-comunista. No habrá salto en el vacío. Venezuela tiene recursos humanos y materiales suficientes para triunfar. El amanecer de la patria lo construiremos a pesar de las sombras existentes. Como parte de la tarea está la defensa corajuda de nuestras universidades. La autonomía universitaria es fundamental. Si la Universidad venezolana cae, caerá Venezuela entera. Por ella pasa tanto el presente como el futuro. Aquí no caben vacilaciones ni dobleces. A los traidores a su Alma Mater que desde la Asamblea o desde el gobierno pretenden asesinar la inteligencia del país, les llegará la hora de rendir cuentas.
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