Video: Increible Càrcel de San Antonio en Isla Margarita
Fuente: Noticiero Digital
"Por fuera, la prisión de San Antonio en la isla de Margarita luce muy parecida a cualquier otra cárcel venezolana. Soldados de verde cuidan las entradas. Francotiradores observan desde las garitas. Y guardias que lanzan miradas amenazantes a los visitantes antes de catearlos en la entrada."
Pero, una vez adentro, "la cárcel -que alberga más de 2.000 prisioneros venezolanos y extranjeros, presos en su mayoría por tráfico de drogas - luce más como un lugar inspirado por el fundador de la revista Playboy, Hugh Hefner, que un lugar donde se encarcelan a los más duros traficantes."
Así comienza un trabajo que publicó ese sábado el New York Times este viernes sobre la cárcel de San Antonio en Margarita, escrito por el periodista Simón Romero y con fotos de Meridith Kohut.
Y es que adentro, según Romero, se puede observar a mujeres en bikinis tostandose al sol alrededor de la piscina. También, se puede oler el olor de la marihuana y se puede escuchar el sonido de reaggeton que sale de equipos de música, que inspira a parejas que bailan muy pegadas. Los presos, sus familiares e invitados también se agolpan alrededor de una gallera para hacer sus apuestas en las peleas de gallos.
"Los prisioneros manejan la prisión, y eso hace que la vida adentro sea un poco más fácil de llevar". Así lo dice Fernando Acosta, 58, un piloto mexicano que se encuentra en la cárcel desde el 2007 acusado de intentar llevar un cargamento de 2 toneladas de cocaína al África Occidental en una avioneta Gulfstream junto a un empresario congolés, que también se encuentra preso en San Antonio.
Sigue Romero: "No es raro que presos armados tengan un cierto grado de autonomía en las cárceles venezolanas. Se sabe que desde ellas se organizan secuestros, asesinatos y tráfico de drogas, liderados con presos que tienen en sus manos Blackberries y laptops. Según la policía, esto es producto de décadas de hacinamiento, de corrupción y de insuficiencia de guadias.
Pero, continúa el relato, la prisión de San Antonio en Margarita es un lugar relativamente tranquilo donde inclusive los visitantes pueden pasar un fin de semana de fiestas no muy sanas.
Cuenta Romero que uno de los prisioneros, un británico de 33 años que se encuentra allí por intentar introducir cocaína en Margarita en el 2009, asegura que no había visto tantas armas en su vida. Y eso, cuenta Paul Makin, que "yo estuve en el ejército inglés por 10 años y sé manejar toda clase de armas." "AK-47s, AR-15s, M-16s, Magnums, Colts, Uzis, Ingrams. Dime un nombre y aqui está."
Los presos aseguran que todos los privilegios se los deben al "pran" de la prisión, Teófilo Rodríguez, 40, condenado por tráfico de drogas y quien controla el arsenal del que habla el inglés Makin. El pran es el líder máximo de los presos dentro de una prisión.
Menciona Romero que el gobierno venezolano, reconociendo el problema de las cárceles, ha creado un nuevo ministerio, el de prisiones, para intentar resolver el problema, que según organizaciones no gubernamentales incluye una alta tasa de muertos en la cárceles. Solamente el año pasado, un total de 476 presos murieron por causas violentas dentro de las cárceles, un 1% del total de presos en Venezuela.
Para las ONG que trabajan en el sector, el problema es más profundo: la corrupción y el "despelote institucional" impiden lograr avances en el problema carcelario nacional. Romero menciona un ejemplo: de los 1.200 graduados del Instituto de Estudios Penitenciarios, menos de 30 trabajan en las prisiones venezolanas, desaprovechando el profesionalismo y la experticia que ellos pueden brindar al sistema de cárceles en el país.
Así, la vida en San Antonio continúa: "Encuentro difícil de explicar cómo es la vida aquí adentro", dice Nadezhda Klinaeva, 32, una rusa condenada por tráfico de drogas y que está encerrada en el anexo para mujeres. “Este es el lugar más extraño en el que he estado".
"Por fuera, la prisión de San Antonio en la isla de Margarita luce muy parecida a cualquier otra cárcel venezolana. Soldados de verde cuidan las entradas. Francotiradores observan desde las garitas. Y guardias que lanzan miradas amenazantes a los visitantes antes de catearlos en la entrada."
Pero, una vez adentro, "la cárcel -que alberga más de 2.000 prisioneros venezolanos y extranjeros, presos en su mayoría por tráfico de drogas - luce más como un lugar inspirado por el fundador de la revista Playboy, Hugh Hefner, que un lugar donde se encarcelan a los más duros traficantes."
Así comienza un trabajo que publicó ese sábado el New York Times este viernes sobre la cárcel de San Antonio en Margarita, escrito por el periodista Simón Romero y con fotos de Meridith Kohut.
Y es que adentro, según Romero, se puede observar a mujeres en bikinis tostandose al sol alrededor de la piscina. También, se puede oler el olor de la marihuana y se puede escuchar el sonido de reaggeton que sale de equipos de música, que inspira a parejas que bailan muy pegadas. Los presos, sus familiares e invitados también se agolpan alrededor de una gallera para hacer sus apuestas en las peleas de gallos.
"Los prisioneros manejan la prisión, y eso hace que la vida adentro sea un poco más fácil de llevar". Así lo dice Fernando Acosta, 58, un piloto mexicano que se encuentra en la cárcel desde el 2007 acusado de intentar llevar un cargamento de 2 toneladas de cocaína al África Occidental en una avioneta Gulfstream junto a un empresario congolés, que también se encuentra preso en San Antonio.
Sigue Romero: "No es raro que presos armados tengan un cierto grado de autonomía en las cárceles venezolanas. Se sabe que desde ellas se organizan secuestros, asesinatos y tráfico de drogas, liderados con presos que tienen en sus manos Blackberries y laptops. Según la policía, esto es producto de décadas de hacinamiento, de corrupción y de insuficiencia de guadias.
Pero, continúa el relato, la prisión de San Antonio en Margarita es un lugar relativamente tranquilo donde inclusive los visitantes pueden pasar un fin de semana de fiestas no muy sanas.
Cuenta Romero que uno de los prisioneros, un británico de 33 años que se encuentra allí por intentar introducir cocaína en Margarita en el 2009, asegura que no había visto tantas armas en su vida. Y eso, cuenta Paul Makin, que "yo estuve en el ejército inglés por 10 años y sé manejar toda clase de armas." "AK-47s, AR-15s, M-16s, Magnums, Colts, Uzis, Ingrams. Dime un nombre y aqui está."
Los presos aseguran que todos los privilegios se los deben al "pran" de la prisión, Teófilo Rodríguez, 40, condenado por tráfico de drogas y quien controla el arsenal del que habla el inglés Makin. El pran es el líder máximo de los presos dentro de una prisión.
Menciona Romero que el gobierno venezolano, reconociendo el problema de las cárceles, ha creado un nuevo ministerio, el de prisiones, para intentar resolver el problema, que según organizaciones no gubernamentales incluye una alta tasa de muertos en la cárceles. Solamente el año pasado, un total de 476 presos murieron por causas violentas dentro de las cárceles, un 1% del total de presos en Venezuela.
Para las ONG que trabajan en el sector, el problema es más profundo: la corrupción y el "despelote institucional" impiden lograr avances en el problema carcelario nacional. Romero menciona un ejemplo: de los 1.200 graduados del Instituto de Estudios Penitenciarios, menos de 30 trabajan en las prisiones venezolanas, desaprovechando el profesionalismo y la experticia que ellos pueden brindar al sistema de cárceles en el país.
Así, la vida en San Antonio continúa: "Encuentro difícil de explicar cómo es la vida aquí adentro", dice Nadezhda Klinaeva, 32, una rusa condenada por tráfico de drogas y que está encerrada en el anexo para mujeres. “Este es el lugar más extraño en el que he estado".
Etiquetas: CONEJO
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