El profeta Isaías
Por; Asdrúbal Aguiar
“¡Yanquis de
mierda, váyanse al carajo!” es lo más liviano que suelta por la boca Hugo
Chávez
Julián Isaías Rodríguez Díaz, embajador de la dictadura
venezolana en Roma, ejerce hace pocos días su derecho a réplica ante el
rotativo italiano Il Corriere della Sera, uno de cuyos periodistas –Massimo
Gaggi– afirma la complacencia que “las superestrellas de Hollywood” expresan
hacia los Gobiernos dictatoriales. Arguye que en Venezuela hay un presidente
electo desde 1998 con más del 60% de los votos, y se realizan 14 elecciones
hasta 2011.
El diplomático reclama, en primer término, lo que la prensa
y la radio y televisión estatales –más de 400 medios de comunicación que
controla el Ministerio de Información– no otorgan a los opositores del
presidente y comandante Hugo Chávez; quien en sus diarias exposiciones, que
duran largas horas, ofende e insulta procazmente a todo aquel que, dentro o
fuera de Venezuela, discrepe de su revolución. “!Yanquis de mierda, váyanse al
carajo!”, es lo más liviano que suelta por la boca el gobernante sudamericano.
En su réplica, Isaías –a quien llaman el profeta– no repara
en lo elemental. Si la democracia son elecciones, ellas no bastan, pues las
hacen los hermanos Castro en Cuba y antes las hacen el Führer y hasta Mussolini.
Obvia explicar a la prensa romana que el Gobierno que representa inhabilita
políticamente y sin mediación judicial a sus adversarios, como Leopoldo López,
a quien de nada le vale la protección que recibe de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. El dictador y sus jueces no acatan tales fallos en territorio
revolucionario.
Tampoco da cuenta sobre la creación oficial de listas de
“muertos civiles” –ciudadanos opositores– que forma el presidente venezolano
con apoyo del Poder Electoral que dirigen los suyos, como la célebre Lista
Tascón. Sus integrantes son expulsados de los empleos públicos, se les impide
acceder a los programas sociales, se les hostiliza y expropian sus bienes o
empresas, y hasta se les niegan cédulas de identidad o pasaportes.
Pudo referir el diplomático, eso sí, que el dictador, hoy
aquejado de grave enfermedad y de suyo más inestable que de costumbre, llama
“cochino” al candidato presidencial electo por la oposición en primarias,
Henrique Capriles Radonsky, a las que asisten más de 3.000.000 de votantes
desafiando al propio régimen y sus milicias de cubanos. Con apoyo inesperado
del Poder Electoral, una vez concluyen los escrutinios y sus resultados son
transmitidos electrónicamente a la sede de este, con su anuencia los cuadernos
electorales son quemados en la hoguera. Se protege, como lo anuncia la
oposición desde los días previos al acto electoral en cuestión, la identidad de
los sufragantes. Es desafiado el propio Tribunal Supremo, quien, a pedido de la
dictadura y a última hora, intenta conocer la nómina actualizada de sus
“enemigos”.
En fin, poco importa ahora lo que dice o no el embajador
Rodríguez acerca de esto o de lo que el Tribunal Supremo de Venezuela
manifiesta en 2011 y 2012, a saber que “los jueces civiles, penales y
administrativos están obligados a perseguir a todo disidente de la revolución
socialista” y han de atender a las enseñanzas de Carl Schmitt –artesano
jurídico del nacionalsocialismo durante Adolf Hitler– con vistas a la
construcción de un “Estado total”. Lo que importa es lo que Isaías, el profeta,
no cuenta de sí en su réplica a Il Corriere della Sera.
Le llaman profeta, sin aludir, quienes lo hacen, a las
enseñanzas bíblicas que hablan de la recomendación del Señor al verdadero
profeta: “Guardo el testimonio, sello la instrucción para mis discípulos” (8,
16). El profano Isaías, cuando ejerce como fiscal general y titular del
Ministerio Público, atiende mejor a los dictados de su dictador y escribe antes
y publica en libro –Abril comienza en octubre– el contenido de las
declaraciones que más tarde hace suyas un delincuente colombiano de su estrecha
confianza, Giovanni Vásquez de Armas.
Este, a quien Isaías presenta como su “testigo estrella”,
presto a perseguir a los supuestos autores intelectuales y materiales del
asesinato del fiscal Danilo Anderson, icono de la revolución, participa en la
forja que se hace de los testimonios del expediente penal respectivo y que
entonces controla el embajador replicante.
Usa este tales testimonios, falsificados por instrucciones
del Alto Gobierno –como lo declara el fiscal nacional Hernando Contreras, hoy
en el exilio– para encubrir un típico crimen de Estado y presentarlo como
conspiración y acto de terrorismo de los opositores; tanto que por obra de las
actas forjadas y tomadas del citado libro escrito por el susodicho fiscal
general, se intenta comprometer a la ex candidata presidencial María Corina
Machado, la periodista Patricia Poleo, el empresario y banquero dueño del canal
de televisión Globovisión, Nelson Mezerhane Gosen, e incluso al fallecido
Cardenal Rosalio Castillo Lara, antiguo gobernador de El Vaticano.
El profeta Isaías se limita a confesar, una vez cómo los
periodistas venezolanos le descubren su trama mafiosa y criminal, que el
testigo está loco (Noticias 24, 21 de enero de 2008), pues al paso este afirma
que la dictadura no le paga aún el dinero que le ofrece. Mas lo cierto es que
no es reelecto como jefe del Ministerio Público en medio del escándalo, y el
dictador le consuela con la embajada en Madrid.
No imagina, sin embargo, que la Audiencia Nacional española
investiga al grupo terrorista ETA y pone en evidencia los vínculos estrechos de
esta con la dictadura venezolana y las FARC colombianas. Menos intuye que su
citado ex colaborador –el fiscal Contreras– revela ante aquella que es este
quien oculta, siendo fiscal general, los expedientes que señalan a los etarras
protegidos por el Gobierno de Caracas. El escándalo es mayúsculo durante 2011,
y la prensa cuenta que el profeta Isaías, refiriéndose al etarra Arturo
Cubillas –hoy funcionario al servicio del chavismo–, arguye que hace parte de
“un grupo armado que está luchando desde hacía años por causas justas e
irreprochables”.
El embajador, ahora residente en Italia, abandona Madrid,
protestado por el Sindicato Nacional de la Policía española hacia noviembre de
2010, pero aspira a que le nombren magistrado dentro del Tribunal Supremo. La
opinión pública democrática protesta acremente. El dictador lo envía a Roma,
hasta que amainen las aguas. Pero aquel no toma consejo y de nuevo se expone a
la diatriba mediática. Es el precio que le paga a la dictadura, limpiándole su
rostro mientras hacen lo suyo los productores de celuloide, nuevos mejores
amigos de los petrodólares venezolanos.
*Asdrúbal Aguiar es columnista y consejero editorial de ‘El
Universal’ de Caracas, y miembro de la Junta de Directores de la Sociedad
Interamericana de Prensa.
Etiquetas: Banda Terrorista ETA, caso Anderson, Hernando Contreras, terrorismo
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