El Salvador en Peligro

Por Otto Reich

Fuente: IASW

Si Sánchez Cerén gana el futuro será sombrío

Las elecciones presidenciales de El Salvador el 2 de febrero tendrán consecuencias más allá de sus fronteras. En la década de los ochenta, el caos en esa pequeña nación causó serios problemas en la región vecina, provocando que los EE.UU. hiciera grandes sacrificios para salvaguardar la democracia en las Américas. El Salvador puede estar a punto de causar otra crisis en América Central.

Hace veinticinco años, la política de EE.UU. consistió en derrotar a los extremistas violentos en la derecha y la izquierda, lo que permitió a los salvadoreños democráticos construir un centro político. En 1992, después de una decena de años de derramamiento de sangre y alrededor de 70,000 muertos , la democracia salvadoreña logró una importante victoria sobre lo que había sido una fuerza soviética y cubana, apoyada por la guerrilla marxista-leninista conocida por sus siglas, FMLN.

Esta democracia esta una vez más en peligro. Esta vez debido a que uno de los jefes militares de la antigua FMLN, Salvador Sánchez Cerén, y actual vicepresidente, es el principal candidato a la presidencia. Sánchez Cerén no es un candidato ordinario. Por ejemplo, ha admitido que participó en la ejecución brutal de los miembros de su propia guerrilla, las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), que no acataron sus ordenes y reglas.

Los testigos y los sobrevivientes lo acusan de ordenar la tortura y asesinato de cientos de supuestos “traidores” y de guerrilleros acusados ​​de deserción. En cualquier otro lugar en el mundo, Sánchez Cerén sería condenado por su historial de violación de derechos humanos. En El Salvador, está liderando en algunas encuestas.

Sánchez Cerén no es amigo de los EE.UU. En septiembre de 2001, participó con entusiasmo en un mitin político anti-estadounidense en la capital salvadoreña, poco después de los ataques terroristas del 11 de septiembre. En el evento se quemó la bandera estadounidense y se mostraron carteles que justificaban la matanza a manos de al-Qaeda.

Sánchez Cerén es actualmente el vicepresidente de la primera administración liderada por el FMLN. El ejercito guerrillero transformado en partido político ganó las elecciones de 2009 al promover la candidatura de Mauricio Funes, un periodista de centro-izquierda. Como era de esperarse de un gobierno encabezado por un individuo sin experiencia respaldado por marxistas, la administración de Funes ha presidido un período de rápido declive económico.

Durante su mandato, El Salvador se convirtió en el segundo país con peor desempeño económico en América Latina, sólo por delante de Venezuela. El porcentaje de hogares en situación de pobreza extrema aumentó en 28 por ciento en 2012. En 2004 esa estadística se había reducido a 19 por ciento. Una década de progreso contra la pobreza ha sido erradicada. Tanto la inversión extranjera y nacional han caído casi a cero, dejando a El Salvador como la economía menos atractiva de América Central, mientras que hace diez años atrajo la mayor inversión.

La incompetencia del gobierno de Funes se agrava por la corrupción generalizada. Funes nombró a quien fuera su benefactor de campaña más importante, Nicolás Salume, a un puesto de designación presidencial, una oficina que de acuerdo a la Constitución de El Salvador le permite presidir el Ejecutivo en ausencia tanto del Presidente y el Vicepresidente.

Los malos manejos son tan frecuentes que el año pasado el gobierno de los EE.UU. decidió aplazar $277 millones en ayuda para el desarrollo de la Corporación del Desafío del Milenio, hasta que El Salvador implemente ciertas reformas contra la corrupción y mejore la cooperación público-privada .

Al igual que Funes, Sánchez Cerén pinta un panorama color de rosa como una persona reformista y democrática. Pero Sánchez Cerén está siendo respaldado por el gobierno venezolano a través de una empresa multimillonaria llamada ALBA Petróleos. Esa empresa se ​​creó con dinero venezolano para proporcionar exclusivamente a alcaldes y funcionarios del FMLN con productos valiosos como la gasolina y el papel higiénico, los cuales son escasos en Venezuela, con el fin de generar simpatía política para el partido FMLN. ALBA Petróleos es dirigido por José Luis Merino, otro ex combatiente del FMLN y principal funcionario del Partido Comunista de El Salvador. Es también uno de los asesores más cercanos de Sánchez Cerén.

De acuerdo con organismos de inteligencia y antinarcóticos y los informes internacionales de prensa estadounidenses y colombianos, Merino tiene vínculos con el ejército marxista colombiano FARC, con los carteles de la droga multinacionales e incluso con la mafia italiana. Personas como Merino serían quienes formarían parte del gobierno de Sánchez Cerén, o bien operarían fuera del gobierno para seguir manipulando los recursos que deberían estar destinados a los más marginados. En cambio, utilizan estos recursos para enriquecer a miembros y funcionarios del FMLN.

La única persona que se encuentra en una posición para detener el ascenso de Sánchez Cerén a la presidencia es el candidato del partido ARENA, Norman Quijano, quien ha fungido como alcalde de la capital salvadoreña, San Salvador, por dos periodos. Quijano esta cerca en las encuestas y goza del apoyo suficiente para negarle una victoria en la primera ronda a Sánchez Cerén, lo que obligaría a una segunda vuelta el 9 de marzo para decidir al ganador.

En caso de que Sánchez Cerén gane, el futuro de El Salvador es claro. Se seguirá el modelo “socialista del siglo 21″ de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. Como lo han hecho en mayor o menor grado en esos países, la represión política y la escasez de alimentos seguirán, los cubanos de Castro llegarán para controlar las agencias de seguridad nacional, las comunicaciones estratégicas, el control de pasaportes, el registro electoral y las listas de enemigos potenciales.

Al igual que en esos países, en El Salvador el presidente tratará rápidamente de controlar los poderes legislativo y judicial (mediante la sustitución de jueces honestos con miembros del partido y llenará al Tribunal Supremo con partidarios del gobierno). Las políticas “socialistas” echarán a los productores privados fuera del negocio; la policía y los militares sufrirán cambios negativos cuando se reemplace a oficiales honestos con correligionarios del partido; la libertad de prensa será limitada y se perseguirá a periodistas y editores. La corrupción, por su parte, crecerá significativamente cuando el poder se concentre completamente en el ejecutivo. De igual manera, el orden público y la economía se derrumbarán, lo que llevará a una escasez que causará disturbios y como consecuencia a represión por parte del estado. Por supuesto, todos los males del El Salvador se le imputarán al “imperialismo de Estados Unidos”, la CIA, y las conspiraciones habituales que implican a los empresarios nacionales, a bancos extranjeros y a otros “demonios extranjeros”.

No va a terminar bien. Pero esta vez , a diferencia de la década de los ochenta, no habrá ningún tipo de intervención por parte de los EE.UU. No se repetirá el sacrificio que ayudó a salvar la democracia. Tenemos un gobierno totalmente diferente y nosotros sufrimos de una “fatiga de la compasión.” Demasiadas vidas y demasiados miles de millones gastados en la construcción nacional. En lugar de ello, me temo, vamos a alejarnos de El Salvador y su gente, como lo hemos hecho en Cuba, Venezuela , Bolivia , Ecuador y otros que miran a los EE.UU. en busca de solidaridad y el apoyo a sus derechos fundamentales. Los millones de salvadoreños que viven en los EE.UU. serán el primer grupo que notará la diferencia en la actitud. Si Sánchez Cerén gana.

- Otto J. Reich fue embajador de los Estados Unidos en Venezuela y subsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental .