Stalin y Ford... Nicolás y Lorenzo

Por: Domingo Alberto Rangel

Fuente: NOTIMINUTO

Lorenzo Mendoza (izq) y Nicolás Maduro (Der)

No era para tanto, Polar solo propuso lo mismo que Henry Ford le pidió a los comunistas rusos, petrodivisas sin cambiar las reglas del juego

Mister Ford, creador de la homónima fábrica de automóviles, hizo negocios con los gobiernos de Hitler y de Stalin.

Las negociaciones de Henry Ford con Adolfo Hitler son archiconocidas y de aquellos avatares quedó un libro como hijo de aquel matrimonio tan extraño: EL JUDIO AMERICANO.

Volumen hoy poco conocido, que el hombre de negocios estadounidense, cuando era evidente que el nazismo no dominaría al mundo, intentó hacer pasar al olvido. Y así habría sido de no ser por el empeño en aclarar los miriñaques hitlerianos de Ford, por parte de los descendientes de víctimas de hornos crematorios.

Para este trabajo evocatorio prefiero concentrarme más bien en los negocios que Ford hizo con el dictador soviético Iósif Stalin.

En medio de la Gran Depresión, busquen el significado en Wikipedia, pero fue una catástrofe económica que ocurrió más o menos en los años 30 del siglo pasado, el gobierno comunista de la URSS inauguró en Nueva York una oficina que hoy día sería catalogada como de “Relaciones Públicas”.

Aunque muchos venezolanos de la actualidad no lo crean, aquella oficina ofrecía abundante trabajo en la URSS a los ciudadanos estadounidenses porque el desempleo estaba acabando con la economía yanqui.

¡Pobres de ellos!

Como era de suponer, la mayoría de los desempleados yanquis que pasaron por aquella oficina y emigraron a la URSS eran de pensamiento izquierdista, digamos que hoy día militarían en el Gran Polo Patriótico y algunos en la MUD.

En la medida en que la economía de USA mejoró y la de la URSS dejó de crecer, muchos de esos emigrantes yanquis, fervorosos de las ideas socialistas, comenzaron a pedir sus pasaportes para regresar a los Estados Unidos. ¡A partir de ese momento lo que había comenzado como una aventura se convirtió en calvario!

Unos fueron declarados "ciudadanos soviéticos" y por tanto traidores a la patria solo por pedir regresar a su patria, lo que ahora llamarían “El Imperio”. A otros les prohibieron alejarse de las fábricas a las que habían sido asignados, las de Ford, y los que corrieron la peor suerte terminaron pagando años de esclavitud en los penales tipo “Gulak” donde muchos murieron.

Pocos regresaron vivos, décadas después, a su país de origen, olvidados por los gobiernos yanquis cuyo embajador era pro comunista, por los avatares de la Guerra Mundial y por Henry Ford que los había incitado a emigrar.

La historia completa se puede leer en LOS OLVIDADOS de Tim Tzouliadis, pero volvamos a Mister Ford.

Mientras las fábricas yanquis cerraban por la depresión, Mister Ford, que ya negociaba con Hitler, urdió un más jugoso negocio con la Rusia Soviética: Ford había logrado que sus empleados con militancia izquierdista –comunistas, trosquistas, anarquistas o socialistas, también ultra libertarios y simples revoltosos- se anotaran como emigrantes a las fábricas de autos y camiones, que a buen precio había comprado Iósif Stalin.

Las maquinarias que Stalin compró, en aquellos años no tenían uso o trabajo en USA, pero fueron vendidas a buen precio porque Stalin conocía y admiraba la productividad y disciplina, característica de la mano de obra estadounidense y el paquete se había vendido "llave en mano".

Stalin estaba consciente de que los yanquis sobresalían cuando se les comparaba con los rusos soviéticos que tras 15 años de comunismo habían perdido toda esperanza de mejorar mediante el trabajo individual, bien hecho.

¡Trabajar con eficiencia en esas condiciones era una hazaña y los yanquis emigrados lo lograron!

Stalin aceptó que Ford, un capitalista malvado, chupador de sangre y maluco, invirtiera en la URSS… mientras que a Ford no le molestó recibir dinero de un gobierno comunista que había nacionalizado, estatizado en realidad, casi toda la economía, sin indemnizar las víctimas.

Maduro y Stalin tienen en común el denominador de ser ambos socialistas y aunque el señor Lorenzo Mendoza no es Henry Ford, si es un capitalista dispuesto a hacer negocios con un gobierno socialista, “en sus términos”, los de Maduro, no los de Mendoza, por ahora, y propone un negocio que recuerda en esencia los que Henry Ford llevó a cabo con los señores Hitler y Stalin.

Por esos años y vuelvo al pasado de hambruna en la URSS, la falta de alimentos se produjo como consecuencia a la colectivización del agro.

Los “Koljoces” no producían alimentos para la Nación rusa pero habían camiones para recoger la inexistente cosecha. Camiones que producía el señor Ford.

Si en Venezuela se llega a una hambruna y si Lorenzo y Nicolás llegan a un acuerdo –en estos años de chavismo hemos visto suceder cosas más extrañas-… a lo mejor tendremos arepas baratas en el plato… pero nada para rellenarlas.

Sin embargo, como el Presidente reaccionó furioso ante la propuesta de la Polar, caben otras consideraciones finales: Si Nicolás Maduro tiene datos, indicios o pruebas que incriminen a Lorenzo Mendoza y sus empresas, en violaciones al Código Penal… entonces los libertarios exigimos que el Primer Mandatario Ejecutivo las muestre ante el país, en cadena nacional, como acostumbra.

En caso contrario, si Nicolás solo se puso furioso ante el atrevimiento de Mendoza, de pedir que le entreguen las pocas divisas que hoy día produce PDVSA, más mermadas por la imprevisión y el dispendio, que a causa de guerras económicas y bajas del petróleo, entonces que explique la malhumorada y a continuación proceda, pasando la página porque no hay tiempo para perder, a entregar, las mismas divisas que solicita la Polar, a las empresas del agro, que el gobierno de Maduro mantiene incautadas, intervenidas, expropiadas o simplemente ocupadas.

Eso sí, a los 90 días, si estas empresas no le entregan al gobierno, la misma cantidad, con la misma calidad y precios, de alimentos que los ofertados por Polar… entonces que Nicolás Maduro proceda a entregar esa empresas a los privados que las poseían, o a quienes las quieran comprar.

Y que el Presidente no se caliente tanto con la Polar: Lorenzo Mendoza a fin de cuentas ni exigió el cese al control de cambios, el cese del control de precios, o el cese de la Ley de Precios Justos, cosas que un libertario como yo, estamos obligados a proponer. En eso Henry y Lorenzo se parecen.