Antes de que el estallido nos alcance
Por: Jesús Antonio Petit da Costa
El colapso se aproxima a velocidad de tren, no dando tiempo a revocatorio, por lo cual la AN debe actuar ya o el estallido se la llevará con Maduro
Me repito con lenguaje de manual como los maestros de escuela: están dadas todas las condiciones objetivas para la rebelión popular. Son más de las necesarias. Y está dada la condición subjetiva fundamental: el pueblo quiere y exige salir de Maduro ya. Lo dijo claramente el 6D dándole mandato imperativo a los diputados electos para que lo hagan. A esta condición subjetiva se une la determinante: Maduro está sumamente debilitado. No tiene pueblo. Para repetirlo también en lenguaje de manual como los maestros de escuela, el eslabón más débil del sistema es Maduro, porque: 1) Es un títere de Cuba; 2) No tiene liderazgo civil; 3) No tiene liderazgo militar; 4) No tiene carisma; y, 5) No es venezolano por nacimiento o, en todo caso, no cumple con el requisito de la nacionalidad. Maduro carece de raíz. Es una planta parasitaria entre nosotros. En consecuencia, todo está servido para los que se atreva a salvar el país.
La vía expedita para salvarlo es salir de Maduro, antes de que el estallido nos alcance. Está en manos de la AN. Entonces el primer paso a dar es que el pueblo en la calle exija a la AN que proceda sin más demora a cumplir con el mandato imperativo que se le dio, en base a sus promesas electorales. Optar por el revocatorio es un disparate como ir a Guarenas tomando la carretera vieja en lugar de la autopista. Optar por el revocatorio es una irresponsabilidad inexcusable, ya que la AN renuncia a cumplir la orden que el pueblo le dio el 6D. Por negarse a cumplirla ha ido perdiendo legitimidad. Si quiere salvarse antes de que Maduro la disuelva, como se rumora, y salvar al país de un estallido anárquico, que se la lleve junto con Maduro, debe tomar la decisión que se le ha venido pidiendo: 1) Revocar el nombramiento inconstitucional del TSJ fundándose en el informe de la comisión respectiva; y, 2) Declarar el cese de Maduro en la presidencia por usurpador al no cumplir el requisito de nacionalidad exigido por la Constitución. A tomar estas decisiones está obligada la AN ahora más que antes, porque su mandato se ha hecho aún más imperativo cuando ella misma ha declarado roto el orden constitucional por Maduro y que no acatará ninguna sentencia del TSJ. No basta con que lo diga. Está obligada constitucional, moral y políticamente a restablecer el orden constitucional removiendo a Maduro y el TSJ simultáneamente, culpándolos del colapso y de impedir la solución. Negarse la deslegitima haciéndose tan responsable como Maduro de que el país estalle anárquicamente como lo presagian los saqueos.
Por la irresponsabilidad de la AN estamos en la situación que resume el proverbio chino: una sola chispa puede incendiar la pradera. La paja está más que seca. Está reseca. Un fósforo o una colilla lanzados por descuido bastaría para el incendio. Y no hay agua para apagarlo, porque no hay esperanza. Ya se perdió. El tiempo se agotó. Nos encaminamos a un estallido anárquico. Sólo nos queda, a los que no somos diputados, hacer el esfuerzo agónico de encauzar la tensión social acumulada hacia un cambio político, radical y profundo, forzando a la AN a que asuma su responsabilidad y, en su defecto, invitando a la insurgencia de un nuevo liderazgo que salve al país de la hecatombe con una “oposición de calle” que promueva, organice e infiltre las protestas en todo el país, dándole una dirección política.
El estallido se acerca a velocidad de tren, traído por el colapso. Está claro que a Maduro lo sostienen únicamente Cuba, el TSJ y el Alto Mando Militar, su superestructura represiva. Pero sin el Alto Mando Militar el TSJ no cuenta. Es entonces el Alto Mando Militar el único sostén de la tiranía comunista, servil a Cuba. La historia enseña que en Venezuela nunca ha existido la unidad monolítica de la FAN. En su seno se reflejan las contradicciones de la sociedad, las cuales afloran en momentos decisivos. Llegadas las circunstancias los mandos medios siempre han pasado por encima del Alto Mando. Manejar estas contradicciones entre militares es absolutamente necesario. Fue lo que hicieron los líderes democráticos en 1945 y en 1958. Es lo que debe hacer el nuevo liderazgo en las presentes circunstancias.
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