¿El último intento?
Por :Orlando Ochoa
La impunidad de la corrupción gubernamental, empresarial y bancaria es abierta.
En los últimos 30 años en Venezuela se han pretendido distintos programas de control político de la economía vía el uso de los ingresos petroleros con consecuencias sociales y económicas desastrosas, con gran tolerancia de la corrupción pública y privada alrededor de la política. El experimento de política económica de 1989-1993, si bien intentó romper con el esquema de controles económicos, llevó la corrupción financiera al centro de la toma de decisiones políticas, favoreció la especulación con los depósitos del público en la banca y junto con los golpes de Estado de 1992 crearon las condiciones para la crisis bancaria de 1994.
Postergar
En perspectiva, luego de 50 años de avance sostenido aunque con desigual distribución del ingreso desde mediados de los años 20 hasta mediados de los años 70, Venezuela tiene tres décadas entrampada en la inestable lógica de la política pequeña de usufructuar la riqueza petrolera, ilusionar al pueblo y postergar la solución los problemas económicos.
El último intento de control político de la economía -y el más radical de todos- es el proyecto de Socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez. Difícilmente se puede explicar que se cometan errores elementales de política fiscal, monetaria y cambiaria, si no fuese por la "razón política" de las elecciones y el intento de encubrir la ausencia de una economía sana con poca inversión privada y petrolera.
La impunidad de la corrupción gubernamental, empresarial y bancaria es tan abierta que al igual que antes, los controles económicos parecen diseñados también para favorecerla. Pero más allá de la inflación y los problemas económicos que auguran una futura crisis socioeconómica, en 2007 veremos el esfuerzo máximo por el control nacional al aspirar establecer una única perspectiva ideológica dentro de la Constitución, un Poder Popular que facilite una banda de transmisión directa de los recursos petroleros administrados por el Jefe de Estado hacia las comunidades (ávidas de dádivas) y un partido político único para intentar organizar el control institucionalizado del Estado.
La nueva desgracia de Venezuela es ser la presa de un proyecto político que comenzó con sueños de progreso y termina embriagado por ambición desmedida, riqueza fácil y corrupción.
Etiquetas: Análisis Económico
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