Los 37 años de Bandera Roja
Por: Rafael Venegas
Bandera Roja arriba el 20 de enero a sus 37 años de existencia. Una organización marxista-leninistas, producto de un esfuerzo colectivo, en el que los sacrificios, el trabajo y los aportes de centenares de militantes y dirigentes, han permitido sortear grandes obstáculos y situaciones difíciles, para poder decir hoy ¡Aquí estamos! dispuestos a seguir acompañando al pueblo en sus reclamos, levantando las banderas del socialismo, contribuyendo a clarificar cuál es el camino para enfrentar este desastre de gobierno que, como plaga bíblica, ha caído sobre el país desde 1999.
Este aniversario nos encuentra en una insólita situación en la cual un militar electo presidente nuevamente, luego de una gestión de 8 años sin resolver los principales problemas populares, proclama a los 4 vientos la construcción del llamado "Socialismo del Siglo 21" que nada nos dice sobre la realidad de la gente: la inflación alcanza al 17% general (24% en el reglón alimentos), mientras el salario mínimo alcanza a Bs 512.325 y el precio de la canasta básica de bienes y servicios se eleva a Bs 1.900.000. La artificial reducción del desempleo no se traduce en trabajo estable, productivo, bien remunerado y respaldado por la seguridad social, sino en incremento de la buhonería y la informalidad, en trabajo precario, rotativo y mal remunerado.
El déficit de vivienda se ha agravado a niveles sin precedentes y el drama de los damnificados y desalojados se recicla cada día. La descomposición social, con su carga de indigentes, niños en situación de calle, incremento de la drogadicción, etc., es caldo de cultivo de la más terrible situación de inseguridad que sólo en 2006 cobró la vida de 14.000 compatriotas. El resumen de todo esto es 42% de pobreza, de la cual 17% es pobreza extrema, 17% de mortalidad infantil, incremento de las enfermedades endémicas y epidémicas, 14% de desempleo absoluto y más de la mitad de la mano de obra activa del país (constituida por 12 millones de trabajadores), ubicados en la economía informal.
Y en contraste con esto, el país registra los más altos ingresos fiscales de su historia, como consecuencia de los elevados precios petroleros y del incremento de los impuestos y de la capacidad recaudadora del Seniat, el dinero de los venezolanos se derrocha a manos rotas, dentro y fuera del país, para comprar conciencias y premiar lealtades, para convertir la corrupción en un cáncer extendido, para enriquecer a los altos funcionarios del gobierno que ya no ocultan su opulencia y para incrementar las groseras ganancias de la banca (285%) y las transnacionales.
Si en 1970, cuando pocos creían en la posibilidad de los cambios, escogimos este camino, a sabiendas de los riesgos y esfuerzos que implicaba, hoy asumimos un reto todavía mayor: convencer a nuestro pueblo de que este gobierno es una farsa, que su tal "socialismo del siglo 21", con toda su parafernalia de "nacionalizaciones", "poder popular", etc, es la coartada para incrementar la concentración del poder en manos del caudillo, para reforzar su poder despótico, autoritario y totalitario, que oculta un régimen de explotación de los trabajadores, de miseria para el pueblo y de opresión sobre la sociedad.
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