Chavismo Necrófilo
Por: Carlos R. Alvarado Grimán
En Venezuela nunca antes se habló tanto de la muerte. Los venezolanos nos caracterizábamos por ser más bien dicharacheros y buenas gentes. Pero el chavismo ha hecho de la muerte un tema cotidiano, un culto enfermizo, una pasión. No existe discurso donde no se invoque a la muerte: “Patria o Muerte”; “Morir por la Revolución” “Derramemos nuestra sangre”; “Luchemos hasta morir” son algunas de las consignas usadas por el Líder en sus arengas.
El Presidente ignora el terrible efecto que sus palabras de muerte y tragedia generan en la sociedad. Ese constante llamamiento a la muerte; el desprecio por nuestros semejantes y el menosprecio por la vida han calado en las masas que le siguen. Los crecientes índices de asesinatos en barrios y urbanizaciones así lo demuestran. La vida no vale nada, nuestra supervivencia pende de un hilo. La exacerbación, la incitación y el uso excesivo del odio y la muerte como armas políticas han sido fundamentales en el esquema discursivo seguido por Chávez y sus aduladores.
Los hospitales mal equipados y sin insumos no se dan abasto los fines de semana, para atender a las victimas de la violencia callejera y la violencia intrafamiliar; y es que el humor de todos los venezolanos sufrió una terrible metamorfosis. La vida no importa. Para los chavista súbitamente enriquecidos sólo les importa el proceso. Detestan escuchar al pueblo protestar la muerte de sus seres queridos. No se puede alzar la voz, porque sufre el proceso, sus privilegios y lo peor… inoportuna al Líder.
Una revolución que no tiene respeto por la vida no vale el sacrificio del pueblo. La corrupción del liderazgo corroe las bases morales de la sociedad e incita al pueblo inconsciente a emular sus actitudes delincuenciales para obtener fortunas, sin necesidad de estudiar y mucho menos trabajar. La riqueza fácil esta de moda y matar un atajo válido para alcanzarla.
Debemos ante el culto al odio y la muerte contraponer la cultura de la vida, la paz, el amor, el estudio y el trabajo. Rescatar nuestra bondad, solidaridad humana y nuestra felicidad desde el basurero, donde fueron arrojadas por el chavismo necrófilo.
En Venezuela nunca antes se habló tanto de la muerte. Los venezolanos nos caracterizábamos por ser más bien dicharacheros y buenas gentes. Pero el chavismo ha hecho de la muerte un tema cotidiano, un culto enfermizo, una pasión. No existe discurso donde no se invoque a la muerte: “Patria o Muerte”; “Morir por la Revolución” “Derramemos nuestra sangre”; “Luchemos hasta morir” son algunas de las consignas usadas por el Líder en sus arengas.
El Presidente ignora el terrible efecto que sus palabras de muerte y tragedia generan en la sociedad. Ese constante llamamiento a la muerte; el desprecio por nuestros semejantes y el menosprecio por la vida han calado en las masas que le siguen. Los crecientes índices de asesinatos en barrios y urbanizaciones así lo demuestran. La vida no vale nada, nuestra supervivencia pende de un hilo. La exacerbación, la incitación y el uso excesivo del odio y la muerte como armas políticas han sido fundamentales en el esquema discursivo seguido por Chávez y sus aduladores.
Los hospitales mal equipados y sin insumos no se dan abasto los fines de semana, para atender a las victimas de la violencia callejera y la violencia intrafamiliar; y es que el humor de todos los venezolanos sufrió una terrible metamorfosis. La vida no importa. Para los chavista súbitamente enriquecidos sólo les importa el proceso. Detestan escuchar al pueblo protestar la muerte de sus seres queridos. No se puede alzar la voz, porque sufre el proceso, sus privilegios y lo peor… inoportuna al Líder.
Una revolución que no tiene respeto por la vida no vale el sacrificio del pueblo. La corrupción del liderazgo corroe las bases morales de la sociedad e incita al pueblo inconsciente a emular sus actitudes delincuenciales para obtener fortunas, sin necesidad de estudiar y mucho menos trabajar. La riqueza fácil esta de moda y matar un atajo válido para alcanzarla.
Debemos ante el culto al odio y la muerte contraponer la cultura de la vida, la paz, el amor, el estudio y el trabajo. Rescatar nuestra bondad, solidaridad humana y nuestra felicidad desde el basurero, donde fueron arrojadas por el chavismo necrófilo.
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