Los Poetas y el Partido Único
Por: Tito Núñez Silva
En su libro “Canción del soldado justo” El chino Valera Mora dice:
.
Nací de parto bravo
y vivo sin dolerle a nadie.
Mi padre era obrero,
lo mató una tuberculosis pulmonar
cuando yo siendo niño, iniciaba
mi rojo andar del río a los caminos…
…Poeta militante del Partido del hombre
no vine a esta tierra a contar cuentos contados.
Sino a cantar con mis anchas espaldas,
a despellejarme en consignas…
Ese, el del hombre, es el único partido de los poetas. No hay otro. A menos que los aedas sean tan amorosos como San Francisco de Asís y decidan vaticinar hasta los destinos de otros animales ¡cómo si no fueran suficientes éstos, tan tercos, con quienes estamos hermanados!
La contextualidad que rodeó la infancia del Chino Valera, fue, en el orden sociopolítico, la experiencia soviética, las dictaduras latinoamericanas y “la bota insolente del imperialismo yankee”, fue pues, para él, el comunista, el único partido del hombre, y en el continuó, a su manera, después del pleno de 1966, en la versión del PRV, cuando Douglas Bravo, Francisco Prada y Alí Rodríguez Araque, entre muchos, decidieron mantener la lucha armada.
A diferencia de otros que navegaron el siglo XX, los comunistas tenían una nítida correspondencia con la clase trabajadora, tanto del campo como de la ciudad. Se apoyaban en la fuerza del trabajo y enfrentaban al modo de producción capitalista, el mismo que, con ligeros matices, más allá del blablá y de los encantadores de serpientes, todavía practica el Estado Venezolano, ahora en el borde del precipicio monopólico.
Todo resultaba utópico en un país de escasos obreros, salvo el aburguesado sector petrolero; además de unos campesinos venidos a menos por el éxodo promovido por la minería, el proceso urbanístico y la inconsecuencia betancourista que posteriormente degenera en el Pacto de Puntofijo.
Para conformar un partido único debemos comenzar por industrializar a Venezuela y organizar a su fuerza laboral, sin las ambigüedades de las empresas mixtas, o la Marqueseña y el Charcote.
El Presidente nos invita a integrarnos en un partido; pero no define la condición de clase de este instrumento. No percibimos que compatriotas como Luís Alfonso Dávila, Jessen Chacón y familia, Diosdado Cabello e ídem, Nelson Torcate y los contratistas de Lara y Yaracuy, quienes son esencialmente los mismos de la IV República, ahora con testaferros de boinas rojas, sean expresión de la clase trabajadora; pero, que nos perdone Dios, intuimos como dirigentes y “técnicos” del nuevo partido oficial.
Consideramos que los poetas siempre estaremos en el partido del hombre, del cual quedan algunos niveles de testosterona cuando Jerónimo Carrera pasa al tribunal disciplinario a catorce militantes del PCV que no aguantaron ni siquiera el desarrollo de un debate que apenas comienza; y cuando Douglas Bravo convoca a los viejos perrevistas, organización que ha contribuido al auge del Movimiento Popular venezolano y continental, para seguir enfrentando a los devastadores proyectos hidroeléctricos, carboníferos y gasíferos, y seguir en la lucha por una auténtica soberanía nacional.
y vivo sin dolerle a nadie.
Mi padre era obrero,
lo mató una tuberculosis pulmonar
cuando yo siendo niño, iniciaba
mi rojo andar del río a los caminos…
…Poeta militante del Partido del hombre
no vine a esta tierra a contar cuentos contados.
Sino a cantar con mis anchas espaldas,
a despellejarme en consignas…
Ese, el del hombre, es el único partido de los poetas. No hay otro. A menos que los aedas sean tan amorosos como San Francisco de Asís y decidan vaticinar hasta los destinos de otros animales ¡cómo si no fueran suficientes éstos, tan tercos, con quienes estamos hermanados!
La contextualidad que rodeó la infancia del Chino Valera, fue, en el orden sociopolítico, la experiencia soviética, las dictaduras latinoamericanas y “la bota insolente del imperialismo yankee”, fue pues, para él, el comunista, el único partido del hombre, y en el continuó, a su manera, después del pleno de 1966, en la versión del PRV, cuando Douglas Bravo, Francisco Prada y Alí Rodríguez Araque, entre muchos, decidieron mantener la lucha armada.
A diferencia de otros que navegaron el siglo XX, los comunistas tenían una nítida correspondencia con la clase trabajadora, tanto del campo como de la ciudad. Se apoyaban en la fuerza del trabajo y enfrentaban al modo de producción capitalista, el mismo que, con ligeros matices, más allá del blablá y de los encantadores de serpientes, todavía practica el Estado Venezolano, ahora en el borde del precipicio monopólico.
Todo resultaba utópico en un país de escasos obreros, salvo el aburguesado sector petrolero; además de unos campesinos venidos a menos por el éxodo promovido por la minería, el proceso urbanístico y la inconsecuencia betancourista que posteriormente degenera en el Pacto de Puntofijo.
Para conformar un partido único debemos comenzar por industrializar a Venezuela y organizar a su fuerza laboral, sin las ambigüedades de las empresas mixtas, o la Marqueseña y el Charcote.
El Presidente nos invita a integrarnos en un partido; pero no define la condición de clase de este instrumento. No percibimos que compatriotas como Luís Alfonso Dávila, Jessen Chacón y familia, Diosdado Cabello e ídem, Nelson Torcate y los contratistas de Lara y Yaracuy, quienes son esencialmente los mismos de la IV República, ahora con testaferros de boinas rojas, sean expresión de la clase trabajadora; pero, que nos perdone Dios, intuimos como dirigentes y “técnicos” del nuevo partido oficial.
Consideramos que los poetas siempre estaremos en el partido del hombre, del cual quedan algunos niveles de testosterona cuando Jerónimo Carrera pasa al tribunal disciplinario a catorce militantes del PCV que no aguantaron ni siquiera el desarrollo de un debate que apenas comienza; y cuando Douglas Bravo convoca a los viejos perrevistas, organización que ha contribuido al auge del Movimiento Popular venezolano y continental, para seguir enfrentando a los devastadores proyectos hidroeléctricos, carboníferos y gasíferos, y seguir en la lucha por una auténtica soberanía nacional.
Etiquetas: poemas, Poetas y Partido Unico, PUS
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