La Renovación del Cambio
Por: Argelia Ríos
No hay un mañana asegurado. Todo ha cambiado, incluyendo su clientela.
A la revolución se le hace cada día más difícil enmascarar su inquietud. El discurso y la gestual de los altos funcionarios delatan la intranquilidad y la ausencia del fervor inicial. El tartajeo es patético: los alegatos ya no suenan como antes; se han rutinizado los argumentos defensivos y ofensivos...
Aunque el "salto adelante" se mantiene en agenda, el Gobierno desconoce si podrá materializarlas. No hay certeza de largo plazo. La sobrevivencia vuelve a ser la prioridad. Como antes del revocatorio, el esfuerzo del César se limitará a ganarse el día a día. No hay un mañana asegurado, ni un país igual al de entonces. Todo ha cambiado, incluyendo su clientela.
La perseverancia del movimiento estudiantil definirá, junto a los errores y aciertos del gobierno, la marcha de los eventos. Por lo pronto, los voceros oficiales apelan a la desgastada conseja de la conspiración, en una muestra de que no están entendiendo el momento. La combinación del crucifijo y la manopla habla de desconcierto... Desde los entresijos del poder las cosas suelen verse distorsionadas. La miopía se apoderó de la nomenklatura roja, que se niega a visualizar el mapa completo del conflicto, con sus matices de fondo... No en vano, Margarita López Maya registra un embrión de revuelta popular.
Un fenómeno de esa naturaleza siempre es producto de una secuencia de inconformidades acumuladas y burladas... Hoy son los problemas de gestión (junto a la pelea constante) los que están desplomando los cimientos del régimen: la conspiración de la que hablan las momias del Gobierno para encubrir su incompetencia frente a la inseguridad y el alto costo de la vida, es prueba de que perdieron la brújula... El río suena: y suena a renovación del concepto de cambio.
Después del 27-F, Pérez pensó que la crisis se reducía a un encono frente a su figura: sobrevivió cuatro años, pero sin mando. Tal vez hoy Chávez logre prolongarse precariamente, comprando cada día. Sin embargo, su proyecto ha perdido vitalidad porque depende de la camorra constante que impide el cumplimiento de sus promesas. En esta ocasión, para desgracia de las autoridades, Chávez (como CAP) no es el epicentro. Las peticiones estudiantiles trascienden de él y envuelven lo que todos los sectores del país están pidiendo a gritos: el cese de una hostilidad que es insoportable para los dos países.
Irónicamente, el deseo de reconciliación transformará en subversiva a la enorme mayoría nacional. La confrontación polarizante -el arma revolucionaria por excelencia- ha entrado en decadencia. Igual que la teoría de la conspiración, que ahora ya no incendia los espíritus de los sectores populares, desde donde se le percibe como un mero artificio engañoso para eludir sus tareas... Por ese camino, el Gobierno terminará causando burla. Poco a poco, más tarde, llegará la sacudida.
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