Yo Quiero Ser Un Hombre Nuevo
Por: Alberto Barrera Tyzska
ND/El Nacional
Gráfica: Chávez en su avión
"Yo no nací pa’ pobre. Me gusta todo lo bueno" (José Alfredo Jiménez/ Tratado de Filosofía Política) Y le juro, comandante, que estoy haciendo mi mejor esfuerzo. Le estoy poniendo de todo y espero, algún día, no demasiado lejano, poder lograrlo. Yo quiero ser un socialista de verdad verdad. No importa cuánto me tarde. No importa cuánto me cueste. Yo quiero ser un hombre nuevo, comandante. Yo quiero ser como usted.
Pero a veces es difícil, muy difícil. Los vicios de capitalismo, más las perversiones del imperialismo, sumados a los pecados de la oligarquía criolla, nos tienen el alma vuelta un pichaque. Más que lavarnos el cerebro, nos han desteñido los deseos, Comandante. La gente desea ganar dinero. La gente desea tener más de tres camisas. La gente desea andar en carro y no a pata. La gente desea comer medallones de lomito en vez de chicharrón de yuca. La gente desea viajar a conocer París en vez volver a visitar Machurucuto. La gente desea vivir hablando en vez de ir a trabajar. La gente desea desear.
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Es un verbo inflamable, peligroso. Nadie se conforma nunca con lo que tiene. Nadie quiere quedarse, tan sólo, con lo que supuestamente la vida le da. Quizás sea necesario decretar que la curiosidad es apátrida, que la ambición es golpista, que el deseo es radicalmente contrarrevolucionario.
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Por suerte, en medio de tanta conspiración planetaria en nuestra contra, nosotros siempre contamos con su ejemplo, Comandante. Antes, cuando esto era un territorio infectado, el Estado crecía sin medida, se multiplicaban los ministerios y las vicepresidencias. Usted mismo lo criticó cuando asumió el poder. Igual que, con la fortaleza moral que lo distingue, también denunció el derroche público y ofreció vender los carros lujosos y los aviones que tenía el Estado. Ocho años después, es asombroso constatar como todo ha cambiado, todo es distinto. Ya los dólares, producto del sangriento bloqueo norteamericano, no se gastan en aviones o submarinos, no se despilfarran en viajes innecesarios, no se usan para mantener una enorme burocracia. Usted ha logrado todo esto.
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Usted mismo, aunque su humildad se niegue a reconocerlo, es un modelo vivo para nosotros. Usted es la ruta hacia el hombre nuevo, Comandante. Yo le confieso que, con mucha frecuencia, en mi trabajo de concientización, lo uso a usted como ejemplo. Frente a los venezolanos más desconfiados y más corrompidos por el capitalismo, yo siempre hago el mismo planteamiento. Cuando me preguntan qué es el hombre nuevo, les hablo de usted. Mírenlo, les digo. ¿Recuerdan cómo era? Mírenlo ahora ¿Acaso no quieren ser como él? Fíjense. Pongan cuidado. Vean cómo vive. No tiene horarios. No tiene jefe. Va de aquí para allá. Ni siquiera tiene que preocuparse por el día a día. Hasta le compran la ropa. Le regalan premios, dinero...
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Nunca falla, Comandante. Al final, hasta alguno de estos compañeros alienados, termina reconociendo que nada más con conseguir meterse los kilos que usted ha conquistado durante todos estos años, se sentiría ya un hombre súper nuevo. Y entonces ahí entro yo con mi puntada bolivariana: eso es. El hombre socialista es un hombre bien papiado, les digo. Un hombre con carnita, un gordito feliz.
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Por desgracia, todavía hay muchos compatriotas alienados. Ellos no entienden lo que ocurre. Pobrecitos. Yo, en mi proceso voluntario, trato siempre de concientizarlos, de sacarles la cantidad de plasta que tienen en la cabeza. Algunos, por ejemplo, no comprenden la sutil y revolucionaria estrategia que ha implementado el gobierno con el nuevo canal Tves.
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Lo que se pretende es que la familia se siente frente al televisor y que, después de 15 minutos de nuevo canal 2, irremediablemente apaguen la pantalla y, entonces, les resulte entretenidísimo ponerse a conversar sobre el "principio educativo" que planteaba Antonio Gramsci o sobre el indigenismo en la conformación de la ideología bolivariana. Se trata de un salto de conciencia. Es otra extraordinaria experiencia de recontraofensiva. Tves es un calculado plan para lograr que la gente deteste la televisión.
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En este proceso, Comandante, mi única duda tiene que ver con los dólares que usted va a regalar. Ahí el ejemplo se me volvió un ocho. Yo también quiero tener más de 200.000 dólares de sobra, que no me hagan falta, para poder donarlos así, tranquilamente. Yo quiero ser como usted. Todos queremos ser como usted. Pero el problema está en el orden de las cosas. De ahí, quizás, nace la confusión.
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Para ser socialista, para ser un hombre nuevo, ¿hay que ser primero millonario? ¿O eso viene después?
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