5 de Julio 2007
Por: María Walter
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La constitución de una república es la base sobre la cual la sociedad organiza su proceso de logro, el cual precisamente por ser de carácter social, eleva a la categoría de contrato social al cuerpo normativo que impone los niveles e instancias de interacción social. Es de esta manera que, mientras mas debatido (consensuado) sea este contrato social, tendrá mayor garantía de operatividad en el tiempo, es decir que a mayor grado de consenso, mayor grado de legitimidad adquirida y permanencia a causa de efectividad y eficacia.
Ahora bien, hablar de logro social en pleno Siglo XXI nos ubica en los exactos niveles de la conciencia social, ya que, el logro social en intima sintonía con el orden planetario para la vida y el disfrute de la vida, exige sin asomo de duda, la visión compartida, la mancomunidad de esfuerzos y por ende, el cese de cualquier forma o manifestación de exclusión o separatismo, en consecuencia, la posibilidad cierta para el ejercicio de la libertad y sus formas concretas de expresión: la conciencia y la actuación política…
Lo antes expuesto nos permite precisar la importancia que para los nacionales de un país adquiere todo lo relativo a la conformación del cuerpo normativo a través del cual, se regirá la vida, la producción y por consiguiente, la administración eficiente de sus ecosistemas, compromiso que adquiere mayor significación en albores del Siglo XXI y que, como ciudadanos del mundo, hemos de asumir desde hoy con toda propiedad ya que, de la misma manera que, el nivel de insatisfacción social acumulado hasta ahora es el resultante de los errores civilizatorios cometidos hasta el presente, el nivel de logro social que podamos construir para nosotros –y todos sin excepción- y, las generaciones venideras, dependerá de lo que ahora –en conciencia- realicemos. Razón por la cual, el Estado (y sus instituciones) han de estar cada vez mas consustanciados con el hacer ciudadano, de tal manera que la ciudadanía y el Estado se encuentren al mismo nivel de acción y potestad, por ello la tan opresiva frase del Estado Soy Yo, adquiere su justa naturaleza y sentido cuando, se ubica en preciso contexto: el Estado Soy yo, instituido ciudadano, porque el Estado ha de ser sencillamente eso, ciudadanía, en todas y cada una de las circunstancias en que él -ciudadano común- actúa, existe. Mientras ello no se asuma así, el Estado (sus instituciones y funcionariato) continuará existiendo a expensas del propio ciudadano pero, en total desencuentro con él y sus reales necesidades, privilegiando con las prerrogativas que el poder confiere, a quienes “ejecutando" acciones en nombre de “otros” -los ciudadanos- que, pese a ser los reales poseedores del poder, lo delegan o permiten, les sea confiscado (1), razón por la que las venezolanas y venezolanos hemos de asumir la necesaria ruptura con el sometimiento a las causas que han favorecido la separación del ser consigo mismo y con los otros -iguales a él/ella- y, en consecuencia, realizar un contrato social que realmente sea cónsono con nuestra dignidad de pueblo libre y soberano, de allí que, mantener indefinidamente la dogmatización de “las diferencias” sistematizadas por el gendarme Estado y, sus representantes -en oportunidades siervos del poder y páginas de historia futura- resulta un absurdo histórico que no puede continuar, máxime cuando la sociedad del Siglo XXI, so pena de exterminio, ha de ser una sociedad humanista/científico/técnica -fundamentalmente humanista- de allí que, cualquier asomo belicista no hace sino evidenciar el arraigo a antiguos patrones mentales de estadiums evolutivos precedentes.
Así, la ruptura con cualquier pretendido designio de continuidad estatal, toda dominante, toda concentrada, plenipotenciaria y omnímoda, establece la magnitud de los compromisos que, los ciudadanos venezolanos de hoy tenemos con las generaciones presentes y futuras por lo que, se hace fundamentalmente necesario, ver mas allá de las meras apariencias que nos ofrece el presente para así, determinar sin equívocos, la magnitud de los logros sociales que en conciencia evolucionaria, el histórico 5 de Julio exige de todos sin excepción.
La paz sea nuestro norte.
(1)La reforma constitucional en ciernes es expresión concreta de esa confiscación del poder ciudadano.
Ahora bien, hablar de logro social en pleno Siglo XXI nos ubica en los exactos niveles de la conciencia social, ya que, el logro social en intima sintonía con el orden planetario para la vida y el disfrute de la vida, exige sin asomo de duda, la visión compartida, la mancomunidad de esfuerzos y por ende, el cese de cualquier forma o manifestación de exclusión o separatismo, en consecuencia, la posibilidad cierta para el ejercicio de la libertad y sus formas concretas de expresión: la conciencia y la actuación política…
Lo antes expuesto nos permite precisar la importancia que para los nacionales de un país adquiere todo lo relativo a la conformación del cuerpo normativo a través del cual, se regirá la vida, la producción y por consiguiente, la administración eficiente de sus ecosistemas, compromiso que adquiere mayor significación en albores del Siglo XXI y que, como ciudadanos del mundo, hemos de asumir desde hoy con toda propiedad ya que, de la misma manera que, el nivel de insatisfacción social acumulado hasta ahora es el resultante de los errores civilizatorios cometidos hasta el presente, el nivel de logro social que podamos construir para nosotros –y todos sin excepción- y, las generaciones venideras, dependerá de lo que ahora –en conciencia- realicemos. Razón por la cual, el Estado (y sus instituciones) han de estar cada vez mas consustanciados con el hacer ciudadano, de tal manera que la ciudadanía y el Estado se encuentren al mismo nivel de acción y potestad, por ello la tan opresiva frase del Estado Soy Yo, adquiere su justa naturaleza y sentido cuando, se ubica en preciso contexto: el Estado Soy yo, instituido ciudadano, porque el Estado ha de ser sencillamente eso, ciudadanía, en todas y cada una de las circunstancias en que él -ciudadano común- actúa, existe. Mientras ello no se asuma así, el Estado (sus instituciones y funcionariato) continuará existiendo a expensas del propio ciudadano pero, en total desencuentro con él y sus reales necesidades, privilegiando con las prerrogativas que el poder confiere, a quienes “ejecutando" acciones en nombre de “otros” -los ciudadanos- que, pese a ser los reales poseedores del poder, lo delegan o permiten, les sea confiscado (1), razón por la que las venezolanas y venezolanos hemos de asumir la necesaria ruptura con el sometimiento a las causas que han favorecido la separación del ser consigo mismo y con los otros -iguales a él/ella- y, en consecuencia, realizar un contrato social que realmente sea cónsono con nuestra dignidad de pueblo libre y soberano, de allí que, mantener indefinidamente la dogmatización de “las diferencias” sistematizadas por el gendarme Estado y, sus representantes -en oportunidades siervos del poder y páginas de historia futura- resulta un absurdo histórico que no puede continuar, máxime cuando la sociedad del Siglo XXI, so pena de exterminio, ha de ser una sociedad humanista/científico/técnica -fundamentalmente humanista- de allí que, cualquier asomo belicista no hace sino evidenciar el arraigo a antiguos patrones mentales de estadiums evolutivos precedentes.
Así, la ruptura con cualquier pretendido designio de continuidad estatal, toda dominante, toda concentrada, plenipotenciaria y omnímoda, establece la magnitud de los compromisos que, los ciudadanos venezolanos de hoy tenemos con las generaciones presentes y futuras por lo que, se hace fundamentalmente necesario, ver mas allá de las meras apariencias que nos ofrece el presente para así, determinar sin equívocos, la magnitud de los logros sociales que en conciencia evolucionaria, el histórico 5 de Julio exige de todos sin excepción.
La paz sea nuestro norte.
(1)La reforma constitucional en ciernes es expresión concreta de esa confiscación del poder ciudadano.
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“¿Cómo puede llegar lo inconsciente a ser conciente? Hay una respuesta que consiste en afirmar que lo inconsciente puede llegar a ser consciente cuando desaparece el conflicto básico entre los intereses de una sociedad y los de cada individuo de la misma. Si esto ocurriese, la sociedad no tendría que deformar, no sería necesario amenazar ni “lavar cerebros”, tampoco sería preciso bloquear la realidad para que ésta no fuese percibida por nuestra mente consciente”.
Eric Fromm
En: CIENCIA Y SOCIEDAD INDUSTRIAL
Eric Fromm
En: CIENCIA Y SOCIEDAD INDUSTRIAL
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