El Discurso del Silencio
Por: Manuel Isidro Molina.
El ministro de energía y petróleo Rafael Ramírez, presidente de PDVSA, venía guardando silencio en torno a la sostenida crisis de corrupción existente en algunas áreas de la estatal petrolera venezolana. Por fin, ayer dijo algo, a propósito del escándalo internacional de los 800 mil dólares que intentó llevar a Argentina, el empresario venezolano Guido Antonini, en el mismo avión donde viajaron funcionarios de PDVSA y de su par argentina Enarsa. .
Visto está que el gobierno del presidente Hugo Chávez ha sido derrotado por la delincuencia. Lo hemos constatado en diversas oportunidades, como lo indican todas las encuestas de opinión pública, que no sé porqué razón dividen el ramo en “inseguridad” y “corrupción” administrativa, siendo que se trata de una muy amplia gama de delitos que al final se juntan (narcotráfico, extorsión, robo de dineros públicos, evasión impositiva, fuga de capitales, estafas, etc.) en prácticas delictivas de lavado de dinero, corrupción de funcionarios públicos (policías, jueces, fiscales, parlamentarios), atropello a los denunciantes de tales delitos y muerte. .
Con diversos grados de agresividad, estamos atrapados por las mafias delictivas, después de ocho años y medio de mandato de Chávez. La incompetencia gubernamental frente a la delincuencia y la impunidad campean en Venezuela. Chávez y su gobierno son los principales culpables. .
En el caso de la corrupción administrativa podría citar casos protuberantes que han sido objeto de esa especie de discurso del silencio que ha cobijado a los aventajados del régimen chavista. Hernán Grüber Odreman (Gobernación del Distrito Federal) y Luis Quiaro (Banco Industrial de Venezuela), prófugo de la justicia, son ejemplos del manto de impunidad que ha habido. Dos, apenas. .
La Contraloría no investiga exhaustivamente las presuntas irregularidades, y la Fiscalía congela o acelera los casos, al ritmo de las conveniencias y sugerencias del gobierno. PDVSA no ha sido la excepción, más cuando el presidente Hugo Chávez, personal y públicamente, respaldó al ministro Ramírez y a sus gerentes en PDVSA, para que en la Asamblea Nacional paralizaran las investigaciones que parecían iniciar algunos diputados. Luis Miquilena (caso Micabú-Multinacional de Seguros) gozó del más espantoso abuso de poder, para no ser enjuiciado, pues fue beneficiario de una conspiración manejada desdeMiraflores, el Palacio Federal Legislativo y el Tribunal Supremo de Justicia. .
Lo que vivimos hoy, es producto de esos ocho años y medio de impunidad, complicidad e hipocresía que han servido para el enriquecimiento vulgar y sin precedentes de los chavistas encumbrados y sus bandas de testaferros. Guido Antonini no es mucha novedad.
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