Los próximos excluidos
Por: Argelia Ríos
La participación forzada será el fracaso del poder popular y del sistema... Reserven sus butacas
La revolución bolivariana está condenada al desorden. Tras la reforma constitucional, el mandatario no podrá eludir el desafío de contener la fuerza destructiva del caos. La protesta de los transportistas -luego de 8 años de silencio dominados por la autocensura ocurrida en los gremios- anuncia una progresiva explosión de reclamos populares, cuya emergencia coincidirá con un nuevo impulso de la hiperpolítica presidencial. Ante ese riesgo, que contraría sus grandes planes épicos, Chávez necesitará asumir otros de igual monta. "Conquistado" el derecho divino de la reelección, el primer reto al que se enfrentará el Jefe del Estado será disciplinar a sus seguidores para conseguir de ellos el único comportamiento que garantizaría el éxito de la aventura socialista. Si no logra meter en cintura a los sectores con los cuales ha suscrito un compromiso de reivindicación social, jamás conseguirá perpetuarse en el poder, ni aún habiendo obtenido el pasaporte legal que la constitución le concedería .
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Chávez está urgido de inocular en las masas un arduo catálogo de deberesrevolucionarios, de los que dependerá el futuro de su estancia en Miraflores y, sobretodo, el de su relación con los sectores más vulnerables del país. El esfuerzo de diseñar un esquema de obediencia participativa -que necesariamente le conducirá hacia los derroteros feroces de una dictadura abierta y sin ambages-, resultará en el incremento de la segregación y, como secuela, en un mayor grado de desestabilización interna. La democracia quedará entonces reducida al beneficio de unos pocos interesados en "protagonizar", en detrimento de una inmensa mayoría de ciudadanos indiferentes ante la idea del "empoderamiento activo". La apatía de la población frente al repertorio de obligaciones ideológicas abultará la franja de los excluidos que, en adelante, modificará por completo la naturaleza clasista de la oposición venezolana y, con ello, el carácter de la lucha contra el sistema... Así, el deseo de impedir el caos reproducirá sus causas y también sus formas de expresión.
Chávez está urgido de inocular en las masas un arduo catálogo de deberesrevolucionarios, de los que dependerá el futuro de su estancia en Miraflores y, sobretodo, el de su relación con los sectores más vulnerables del país. El esfuerzo de diseñar un esquema de obediencia participativa -que necesariamente le conducirá hacia los derroteros feroces de una dictadura abierta y sin ambages-, resultará en el incremento de la segregación y, como secuela, en un mayor grado de desestabilización interna. La democracia quedará entonces reducida al beneficio de unos pocos interesados en "protagonizar", en detrimento de una inmensa mayoría de ciudadanos indiferentes ante la idea del "empoderamiento activo". La apatía de la población frente al repertorio de obligaciones ideológicas abultará la franja de los excluidos que, en adelante, modificará por completo la naturaleza clasista de la oposición venezolana y, con ello, el carácter de la lucha contra el sistema... Así, el deseo de impedir el caos reproducirá sus causas y también sus formas de expresión.
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El anunciado "plan R-2008" -con cuya aplicación se pretenderá desburocratizar al Estado, mediante depuraciones intensivas- constituirá otro abono para la anarquía que Chávez procurará evitar, colocándose en un candente y aparatoso borderline. Para el Jefe del Estado la burocracia no representa un orden y una reglamentación mínima, sino un atasco al que abordará añadiendo peores leñas al fuego del caos. La reforma constitucional -a la que ahora denomina la "revolución dentro de la revolución", intentando moderar la impopularidad de su propuesta- pronostica tiempos tremendamente duros: los deberes revolucionarios que ella impondrá generará nuevos excluidos. La participación forzada será el fracaso del poder popular y del sistema... Reserven sus butacas: la historia está por comenzar.
El anunciado "plan R-2008" -con cuya aplicación se pretenderá desburocratizar al Estado, mediante depuraciones intensivas- constituirá otro abono para la anarquía que Chávez procurará evitar, colocándose en un candente y aparatoso borderline. Para el Jefe del Estado la burocracia no representa un orden y una reglamentación mínima, sino un atasco al que abordará añadiendo peores leñas al fuego del caos. La reforma constitucional -a la que ahora denomina la "revolución dentro de la revolución", intentando moderar la impopularidad de su propuesta- pronostica tiempos tremendamente duros: los deberes revolucionarios que ella impondrá generará nuevos excluidos. La participación forzada será el fracaso del poder popular y del sistema... Reserven sus butacas: la historia está por comenzar.
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