EXCLUSIÓN, ANARQUIZACIÓN Y AFRICANIZACIÓN
Por: Elie Habalián Dumat
Durante las dos últimas décadas han venido sucediendo en distintas regiones del mundo fenómenos socio-políticos relativamente novedosos. Una serie de colectivos sui generis hacen vida por si mismos, sin la necesidad de ser arropados por Estados convencionalmente establecidos. Son los casos de Afganistán, Somalia, Sudán, Palestina, Líbano e Irak, entre otros. En todos han surgido autoridades y administraciones “autónomas” cuyas “jurisdicciones” cubren espacios geográficos difusos y restringidos. Esta inusual dinámica ha convertido estos espacios en patios de forcejeo y de permanentes escaramuzas, muchas veces permeados por el delito, a la espera de un desenlace final desde dimensiones superiores. Éstas, en lugar de aportar soluciones a esas “amorfas” situaciones, las convierten frecuentemente en fenómenos mutantes. En otras palabras, se trata de un proceso de involución que, en la mayoría de los casos, desemboca en el caos.
LA EXCLUSIÓN Y LA IZQUIERDA
En el fondo se trata de colectivos excluidos por razones económicas, sociales, étnicas, religiosas o raciales, que no encuentran respuestas satisfactorias en sus respectivos establishments. El denominado socialismo real se había convertido durante varias décadas en una referencia confiable para la mayoría de los excluidos y los pobres del mundo. En lugar de la frustración y del caos, esta referencia universal promovía la organización, la esperanza y la confianza en el porvenir. Los partidos comunistas y obreros, los partidos socialistas y demás agrupaciones de izquierda, los sindicatos y las organizaciones campesinas y estudiantiles, entre otros factores sociales y políticos, eran los encargados de garantizar la cohesión de dichos colectivos así como su confianza en las instituciones. En lugar de minar la formalidad del Estado, estas organizaciones buscaban la conquista de su control, bien sea a través de los mecanismos formales (Partido Comunista de la India), o bien sea a través de la insurrección armada (la Revolución Cubana).
LA ANARQUÍA EN GESTACIÓN
Este estado de cosas empezó a cambiar a partir de la década de los ochenta del siglo pasado. Con la victoria del movimiento obrero polaco Solidaridad sobre nada menos que el invencible Partido Comunista, muchos liderazgos de esos colectivos empezaron a percibir que el colapso de su hasta entonces referencia existencial era cuestión de tiempo. De modo que, el vacío generado por el desmoronamiento de esta referencia universal fue rápidamente llenado por otras como el ultranacionalismo, el fundamentalismo y los “nuevos” socialismos, entre otros, o por una combinación de éstos.
Este proceso universal todavía en gestación, particularmente observado en los una vez denominados el Tercer Mundo y los países socialistas, ha venido pariendo fenómenos socio-políticos en Afganistán, Chechenia, Gaza, Irak, Líbano, Somalia, Sudán y Yugoslavia, entre otros. Estos “países” se reflejan en sus superestructuras a través de Estados “pegados con saliva de loro”. Tienen asientos en la ONU y en otros organismos internacionales sin saber a quien representan verdaderamente sus delegaciones.
LA EXCLUSIÓN Y EL TERRORISMO
Las grandes potencias políticas, militares, económicas y demográficas, con los Estados Unidos de América a la cabeza, en “representación” de la comunidad internacional, han venido aportando, por acción o por omisión, sus propias “soluciones”. Se les ocurrió la “genial” idea de licuar a todos estos fenómenos para obtener un “coctel” al cual le han dado el nombre genérico de terrorismo. Esta unidimensional respuesta a una problemática tan compleja se convirtió en una política global de obligatorio cumplimiento para todos los Estados del mundo.
Mientras tanto, para las abandonadas bases sociales de dichos fenómenos, las cuales están compuestas por auténticos seres humanos que sienten, tienen ilusiones, padecen, lloran y ríen cuando pueden, no hay soluciones efectivas a sus problemas. Su único “delito” consiste en buscar un liderazgo que los conduzca hacia la inclusión social. Pero, ante la derrota del “socialismo real”, no encuentran a quien recurrir. Los liderazgos reformistas intentan dar respuestas a las aspiraciones de millones, pero los resultados son desalentadores. En otras palabras, ante el estado de orfandad frente a la comunidad internacional y frente a sus propias élites formales, estos colectivos sociales, frustrados y algunas veces amargados, se entregan, bien sea porque les ofrezcan la salvación o bien sea porque les ofrezcan la venganza, a líderes o movimientos heterodoxos, muchos de los cuales son catalogados como terroristas por la formalidad internacional. Es precisamente a partir de este punto cuando arranca un proceso singular que por lo general desemboca en el caos y la anarquía donde no es posible el progreso.
AMÉRICA LATINA & EL CAOS
América Latina y el Caribe no escapan a esta dinámica. La aplicación de los paquetes del “Consenso de Washington” en los países de la región tuvo como resultado más nefasto la degradación de sus clases y capas sociales medias y bajas, así como el aumento de la exclusión a niveles críticos. Las élites latinoamericano-caribeñas asumieron una actitud de perplejidad frente a esta tragedia que más temprano que tarde iba a cobrar con inclemencia. Los hechos de diversa índole transcurridos en la región durante las dos últimas décadas y particularmente los últimos años, reflejan una realidad cada día menos estable.
A la CAN le fue amputada una tercera parte. El ingreso de Venezuela al MERCOSUR se ha convertido en una cuestión polémica que, lejos de fortalecerlo, lo puede debilitar. El Grupo de los tres (Colombia, México y Venezuela) ha desaparecido. El ALCA y el CAFTA coliden con otros mecanismos de integración regional. Y como si fuera poco el ALBA entra en escena como un modelo de integración bolivariana, revolucionaria, insurgente y subversiva.
Con “la espada de Bolívar por América Latina” y en nombre no sólo de todos los excluidos de A.L. y el Caribe sino también los de Manhattan, Bronx, Brooklyn y Londres, Hugo Chávez ha venido desarrollando su política y geopolítica petrolera a favor de una “revolución” en la cual concibe como natural la coexistencia de lo inconstitucional con lo constitucional, lo ilegal con lo legal, lo irregular con lo regular, lo informal con lo formal, la corrupción con la transparencia, la injerencia con la soberanía, la subversión con la estabilidad, la guerra con la paz, etcétera.
Estos fenómenos advierten que la región podría estar encaminada al igual que el Medio Oriente y el Asia Central hacia el caos, en el cual no es posible la paz ni el desarrollo ni la integración ni el progreso. Por cierto, este dramático cuadro ha sido característico del África. ¿Será que la región de América Latina y el Caribe está empeñada en tomar el camino de la africanización?
Etiquetas: mercosur
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