La discusión del currículo educativo
Por: Manuel Isidro Molina
El gobierno del presidente Hugo Chávez Frías parece haber preferido el camino de los "trancazos", en vez de asumir la participación y consulta democráticas como regla de oro para impulsar las actualizaciones y transformaciones requeridas por la sociedad venezolana. Una muestra de ello es el frustrado intento de establecer un nuevo currículo educativo, sin la indispensable discusión democrática de sus contenidos.
El gobierno viene de llevarse el trancazo mayor con la derrota de su bodrio constitucional, el pasado dos de diciembre. Sin que nadie se lo estuviera pidiendo, Chávez se auto asignó la tarea de imponer un proyecto de reforma constitucional insensato y autoritarista, con una concentración autocrática del poder que la mayoría de los electores rechazó democráticamente. A pesar del abuso de poder y el gasto dispendioso de los dineros públicos, le dijimos "NO" al bodrio
constitucional.
Hoy, estamos ante otro intento de imponer unidireccionalmente un proyecto con aires monopartidistas y pretensiones de hacer de la vida escolar un laboratorio estrecho que para nada se corresponde con el pluralismo, la participación democrática de los ciudadanos y ciudadanas, la libertad de conciencia y el libre desarrollo de la personalidad.
Suficiente plantel pedagógico existe en Venezuela, suficiente conocimiento actualizado y acumulado durante generaciones albergan nuestras universidades públicas y privadas, suficiente celo profesional tienen los centenares de miles de educadoras y educadores profesionales, como para haberlos dejado a un lado. Prefirió el gobierno trabajar en secretos, petulantes y pendencieros escritorios burocráticos.
La imposición del currículo, ¡no va! Y no, porque sea intocable el sistema educativo; por el contrario, su actualización y reforma deben ser permanentes a la luz de los nuevos hallazgos pedagógicos, científicos y técnicos. Su complejidad exige ponderación y un grado máximo de responsabilidad. Lo educativo no es cuestión de manuales; mucho menos, de maniqueísmo. En el sistema educativo va la diversidad de la vida, el espíritu ciudadano y la concepción misma de la vida, incluyendo las vastas dimensiones de las religiones e ideologías. Esta sola constatación es suficiente para demostrar que ahí no caben arbitrariedades.
El gobierno sigue con su pretensión absurda de evitar y desconocer la participación de gremios educativos y universidades en las consideraciones del tema educativo. Su fracaso está escrito: le viene otro trancazo.
El gobierno viene de llevarse el trancazo mayor con la derrota de su bodrio constitucional, el pasado dos de diciembre. Sin que nadie se lo estuviera pidiendo, Chávez se auto asignó la tarea de imponer un proyecto de reforma constitucional insensato y autoritarista, con una concentración autocrática del poder que la mayoría de los electores rechazó democráticamente. A pesar del abuso de poder y el gasto dispendioso de los dineros públicos, le dijimos "NO" al bodrio
constitucional.
Hoy, estamos ante otro intento de imponer unidireccionalmente un proyecto con aires monopartidistas y pretensiones de hacer de la vida escolar un laboratorio estrecho que para nada se corresponde con el pluralismo, la participación democrática de los ciudadanos y ciudadanas, la libertad de conciencia y el libre desarrollo de la personalidad.
Suficiente plantel pedagógico existe en Venezuela, suficiente conocimiento actualizado y acumulado durante generaciones albergan nuestras universidades públicas y privadas, suficiente celo profesional tienen los centenares de miles de educadoras y educadores profesionales, como para haberlos dejado a un lado. Prefirió el gobierno trabajar en secretos, petulantes y pendencieros escritorios burocráticos.
La imposición del currículo, ¡no va! Y no, porque sea intocable el sistema educativo; por el contrario, su actualización y reforma deben ser permanentes a la luz de los nuevos hallazgos pedagógicos, científicos y técnicos. Su complejidad exige ponderación y un grado máximo de responsabilidad. Lo educativo no es cuestión de manuales; mucho menos, de maniqueísmo. En el sistema educativo va la diversidad de la vida, el espíritu ciudadano y la concepción misma de la vida, incluyendo las vastas dimensiones de las religiones e ideologías. Esta sola constatación es suficiente para demostrar que ahí no caben arbitrariedades.
El gobierno sigue con su pretensión absurda de evitar y desconocer la participación de gremios educativos y universidades en las consideraciones del tema educativo. Su fracaso está escrito: le viene otro trancazo.
Etiquetas: Educacion indoctrinamiento
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