1º de Mayo
No hay fecha más emblemática para la clase trabajadora que el primero de mayo, Día Internacional del Trabajador. Jornada de homenaje a los “Mártires de Chicago”, sindicalistas que fueron ejecutados por su participación en las luchas en favor de la jornada laboral de ocho horas. El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución de los líderes de la protesta, no sin que antes Spies –uno de los condenados- gritara: “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”.
Este 1 de mayo los trabajadores venezolanos no tienen nada que celebrar, pero si mucho que reclamar. Izarán su voz de protesta en contra de la política laboral del gobierno, quien con la excusa del falaz socialismo bolivariano pretende cercenar importantes conquistas laborales, por considerarlas “capitalista”.
Esta política antiobrera no es nueva, la misma comenzó con la aprobación de la Ley del Estatuto de la Función Pública por parte de la Asamblea Nacional (AN) en el año 2002. A través de este instrumento jurídico, se penalizó el derecho a huelga, y se restringió el funcionamiento de los sindicatos. Con ello se iniciaba el proceso de criminalización de la protesta laboral. Sin embargo, esta nefasta política de claro corte nazi-fascista se ha radicalizado en los últimos tiempos. Primero fue la represión criminal de los trabajadores de Cerámicas Carabobo, Sidor, y la ensambladora MMC Automotriz de Barcelona, cuando realizaban acciones de calle en reclamo de sus derechos. Dos trabajadores fueron asesinados en esta última a manos de agentes de Policía del estado Anzoátegui. Luego, la amenaza de militarización de las instalaciones del Metro de Caracas o de cualquier otra empresa del Estado, por parte del azote de Miraflores. Posteriormente, la imposición a los trabajadores del Metro de volver a discutir el contrato colectivo, que ya había sido firmado con la empresa, amenaza que aparentemente se extenderá a los trabajadores de Sidor, a quienes también se les pretende forzar a revisar el contrato colectivo firmado recientemente.
Pero además, el régimen no ha tenido escrúpulo alguno en utilizar a los tribunales penales como instrumentos represivos para someter a los trabajadores; tal es el caso de más de 85 trabajadores, quienes tienen procesos judiciales abiertos en su contra por haber participado en protestas laborales. Jueces al servicio del huidizo de Miraflores, hacen uso de los artículos 357 y 360 del Código Penal, así como el 56 de la Ley orgánica de Seguridad de la Nación para aterrorizar y penalizar a los trabajadores en sus justos reclamos. Ambos instrumentos fueron aprobadas por los lambe-botas de la AN a fin de complacer los apetitos represivos del líder del proceso.
Hay que insistir que esta embestida antiobrera no es coyuntural, forma parte un plan muy bien orquestado, que persigue, entre otras cosas, la eliminación de los sindicatos como expresión organizativa e instrumento de lucha de los trabajadores; se pretende reemplazarlos por los consejos de trabajadores, instancias que serían verdaderas correas de transmisión de las órdenes dictadas por tte coronel. Además, ambicionan eliminar las contrataciones colectivas (80% de las discusiones están vencidas y paralizadas), para ser sustituidas por convenciones únicas (visión corporativista de claro sello nazi-fascista), las cuales serían impuestas por el régimen al margen de las aspiraciones reivindicativas de los trabajadores. Toda esta perversa estrategia estaría reforzada de aprobarse -como seguramente ocurrirá gracias al bosque de manos alzadas de la AN- por los proyectos de reforma de la Ley Orgánica del Trabajo, y la Ley de Propiedad Social. Adicionalmente, extender el empleo precario (tercerización), con el consecuente empeoramiento de las condiciones de trabajo, y la calidad de vida del trabajador (cooperativas bolivarianas, las empresas de cogestión social, y las empresas agrícolas de producción socialistas). Todo ello en nombre de la farsa bolivariana.
Gota a gota se filtra, como la humedad en las paredes, la política antiobrera nazi-fascista del régimen. Los trabajadores no tienen nada que festejar este 1 de mayo, más que enfrentar esta feroz ofensiva sin el apoyo de sectores que tradicionalmente los habían acompañados en sus luchas reivindicativas. Nos referimos al Partido Comunista de Venezuela, el cual llegó a constituir la mejor opción política para la clase trabajadora por su plataforma ideológica, y hoy lamentablemente bebe del cáliz nazi-fascista del déspota de Miraflores. Cuanta falta hacen camaradas de la talla de Luis Emiro Arrieta, Rodolfo Quintero, Jesús Faria, Alonso Ojeda Olaechea, Donato Carmona, Cruz Villegas y otros tantos, cuya memoria histórica ha sido pisoteada por este enjambre de tránsfugas que dirigen el PCV y que callan lo que piensan ante el temor de perder las migajas que reciben del líder del proceso.
Este 1 de mayo los trabajadores venezolanos no tienen nada que celebrar, pero si mucho que reclamar. Izarán su voz de protesta en contra de la política laboral del gobierno, quien con la excusa del falaz socialismo bolivariano pretende cercenar importantes conquistas laborales, por considerarlas “capitalista”.
Esta política antiobrera no es nueva, la misma comenzó con la aprobación de la Ley del Estatuto de la Función Pública por parte de la Asamblea Nacional (AN) en el año 2002. A través de este instrumento jurídico, se penalizó el derecho a huelga, y se restringió el funcionamiento de los sindicatos. Con ello se iniciaba el proceso de criminalización de la protesta laboral. Sin embargo, esta nefasta política de claro corte nazi-fascista se ha radicalizado en los últimos tiempos. Primero fue la represión criminal de los trabajadores de Cerámicas Carabobo, Sidor, y la ensambladora MMC Automotriz de Barcelona, cuando realizaban acciones de calle en reclamo de sus derechos. Dos trabajadores fueron asesinados en esta última a manos de agentes de Policía del estado Anzoátegui. Luego, la amenaza de militarización de las instalaciones del Metro de Caracas o de cualquier otra empresa del Estado, por parte del azote de Miraflores. Posteriormente, la imposición a los trabajadores del Metro de volver a discutir el contrato colectivo, que ya había sido firmado con la empresa, amenaza que aparentemente se extenderá a los trabajadores de Sidor, a quienes también se les pretende forzar a revisar el contrato colectivo firmado recientemente.
Pero además, el régimen no ha tenido escrúpulo alguno en utilizar a los tribunales penales como instrumentos represivos para someter a los trabajadores; tal es el caso de más de 85 trabajadores, quienes tienen procesos judiciales abiertos en su contra por haber participado en protestas laborales. Jueces al servicio del huidizo de Miraflores, hacen uso de los artículos 357 y 360 del Código Penal, así como el 56 de la Ley orgánica de Seguridad de la Nación para aterrorizar y penalizar a los trabajadores en sus justos reclamos. Ambos instrumentos fueron aprobadas por los lambe-botas de la AN a fin de complacer los apetitos represivos del líder del proceso.
Hay que insistir que esta embestida antiobrera no es coyuntural, forma parte un plan muy bien orquestado, que persigue, entre otras cosas, la eliminación de los sindicatos como expresión organizativa e instrumento de lucha de los trabajadores; se pretende reemplazarlos por los consejos de trabajadores, instancias que serían verdaderas correas de transmisión de las órdenes dictadas por tte coronel. Además, ambicionan eliminar las contrataciones colectivas (80% de las discusiones están vencidas y paralizadas), para ser sustituidas por convenciones únicas (visión corporativista de claro sello nazi-fascista), las cuales serían impuestas por el régimen al margen de las aspiraciones reivindicativas de los trabajadores. Toda esta perversa estrategia estaría reforzada de aprobarse -como seguramente ocurrirá gracias al bosque de manos alzadas de la AN- por los proyectos de reforma de la Ley Orgánica del Trabajo, y la Ley de Propiedad Social. Adicionalmente, extender el empleo precario (tercerización), con el consecuente empeoramiento de las condiciones de trabajo, y la calidad de vida del trabajador (cooperativas bolivarianas, las empresas de cogestión social, y las empresas agrícolas de producción socialistas). Todo ello en nombre de la farsa bolivariana.
Gota a gota se filtra, como la humedad en las paredes, la política antiobrera nazi-fascista del régimen. Los trabajadores no tienen nada que festejar este 1 de mayo, más que enfrentar esta feroz ofensiva sin el apoyo de sectores que tradicionalmente los habían acompañados en sus luchas reivindicativas. Nos referimos al Partido Comunista de Venezuela, el cual llegó a constituir la mejor opción política para la clase trabajadora por su plataforma ideológica, y hoy lamentablemente bebe del cáliz nazi-fascista del déspota de Miraflores. Cuanta falta hacen camaradas de la talla de Luis Emiro Arrieta, Rodolfo Quintero, Jesús Faria, Alonso Ojeda Olaechea, Donato Carmona, Cruz Villegas y otros tantos, cuya memoria histórica ha sido pisoteada por este enjambre de tránsfugas que dirigen el PCV y que callan lo que piensan ante el temor de perder las migajas que reciben del líder del proceso.
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