Chávez Acelera Su "Revolución" Podrida
El «escándalo de los alimentos podridos», último episodio de la carrera del autócrata venezolano por socializar lo que queda de empresa privada.
LUDMILA VINOGRADOFF - ABC (Esp)
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha pisado el acelerador para avanzar en la imposición de su modelo socialista totalitario, aunque «le cueste la vida» y aumente el rechazo hacia su proyecto de cara a las elecciones legislativas previstas para el próximo 26 de septiembre.
El mandatario dirige personalmente la campaña, iniciada desde el año pasado, pero ante la cercanía de los comicios ha intensificado los ataques contra el sector privado y le ha declarado la «guerra económica» a la burguesía, a la suya más bien, que denominan «boliburguesía chavista», porque ya es poco lo que queda del anterior sistema democrático.
Chávez se ha declarado «marxista» y «castrista». Ha dicho que necesita cambiar el modelo capitalista por el socialista, reformando las leyes que le dan control absoluto al Estado sobre los medios de producción.
El conflicto que se presenta con sus «leyes socialistas» es que ya fueron rechazadas hace dos años en un referéndum que por primera vez pierdió tras once años de poder y doce comicios celebrados. Pese a que su proyecto totalitario fue entonces derrotado en las urnas, Chávez ha anunciado que se juega lo que sea con tal de imponerse.
El precio político que paga es alto. Su popularidad ha mermado en los sondeos —la intención de voto está en el orden del 35 %—; y sin embargo el mandatario sigue a capa y espada con el cerco a la empresa privada. En los últimos 5 años ha expropiado unas 760 propiedades, de las cuales 320 han caído en los últimos meses. Ha cerrado casi la mitad de las 13.000 industrias venezolanas en los once años de su gobierno.
Su látigo nacionalizador, expropiador, confiscatorio ha agudizado la crispación en la sociedad venezolana. Y mientras encarcela a los carniceros, «toma» el mercado de Quinta Crespo y arremete contra los empresarios e industriales, se destapa el escándalo de las 70.000 toneladas de alimentos podridos que ha importado la red oficial de mercados «Pdval» que pertenece a Pétroleos de Venezuela.
Máscaras fuera
Nadie entiende cómo un país en crisis puede darse el lujo de perder alimentos. «Chávez nos ha engañado. Nos quitan la arepa (tortilla de maíz)», dice a ABC el ex diputado chavista Ernesto Alvarenga. «El régimen que hoy nos gobierna avanza en el control de la producción y comercialización de alimentos, haciéndole honor a su política de hacer desaparecer el sector privado de la economía».
Lo único coherente en «este desastre es la correspondencia que hay entre la política alimentaria del régimen chavista y la del fracasado imperio soviético, la de Corea del Norte, Cuba y Zimbabue», señala Alvarenga.
A Chávez ya no le importa guardar las apariencias democráticas que lo catapultaron al poder en los comicios de 1998. La nueva Constitución, que se hizo a su medida en diciembre de 1999 ha sido sistemáticamente violada, sostiene por su parte el ex constituyente Germán Escarrá.
Tampoco le importa que le reprochen el viraje que ha dado hacia el totalitarismo. A pesar de la resistencia de la oposición, ha cerrado Radio Caracas Televisión y 34 emisoras de radio y mantiene bajo amenazas de cierre a otras cadenas de televisión. También ha decretado oficinas de censura para la información y leyes «mordaza».
Venezuela es el campeón latinoamericano en la violación de los derechos humanos y el debilitamiento de la libertad de expresión (800 agresiones y atentados contra los medios y los periodistas). Hay 35 presos políticos y 2.000 activistas, entre ellos, estudiantes, sindicalistas y obreros, obligados a presentarse ante los tribunales por protestar contra el gobierno.
La lista de denuncias contra el régimen se hace interminable. Para afrontar las críticas, Chávez cuenta con un ejército de cubanos (60.000 agentes), que el disidente general Antonio Rivero califica de «ocupación extranjera».
Los cubanos intervienen en diversos campos como la seguridad personal de Chávez, los programas sanitarios, denominados «Barrio Adentro», educación, deporte, comercio, registros mercantiles, civiles y notarías, Registro de identidad y extranjería y en los altos mandos de la Fuerza Armada Nacional, que se pagan con la factura petrolera de los 95.000 barriles diarios que le pasan a Cuba.
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