Estatización del Entretenimiento
Por: Argelia Ríos
No es gratuito que la palabra "prohibir" venga haciendo su entrada en el tablero
Aunque el cierre es un hecho, el Gobierno bolivariano no puede todavía anotarse un triunfo. No sólo porque la clausura de la señal de RCTV será ejecutada en medio de una categórica atmósfera de rechazo nacional, sino porque este "round" promete extenderse hasta mucho más allá de la madrugada del próximo 28... En la prolongación del "match", no estarán presentes Granier ni Miguel Ángel. Ambos darán paso a otros intérpretes, cuya medular relevancia concederá a la lucha democrática nuevos y más prometedores matices... En la escena actuará ahora -en rol estelar- el consumidor silvestre de los productos mediáticos, quien emitirá la auténtica sentencia definitiva. Es él el dueño de la última palabra sobre la calidad, pertinencia y objetivos de la oferta revolucionaria en materia de espectáculo e información... Nadie más decidirá hasta qué punto podrá prosperar en Venezuela una eficiente estatización del entretenimiento.
En este ámbito, la verdadera victoria del "proceso" no descansa en los bríos del jefe y mucho menos en el sumiso fallo de instituciones que, legalizando la desplantada, no lograron sin embargo legitimar la medida. Esa legitimidad está en veremos y sólo podrá certificarse si el actual público de RCTV termina aplaudiendo el nuevo patrón estético que la revolución se plantea inseminar a través del experimento de TV(es) y Venevisión... Y es que el impulsivo cierre de RCTV obliga a reconocer el hondo alcance de lo que el Gobierno se propone. Más allá de los conceptos que han estado debatiéndose durante estos meses -libertad de expresión, derecho a la pluralidad, al disentimiento y al trabajo, libre albedrío para escoger en la diversidad-, van emergiendo otros de igual peso dentro de un esquema de dominación totalitaria.
Lo que luce como una simple "toma del circo" por parte del Gobierno, se inscribe en la experiencia de las naciones subyugadas por los despotismos de izquierda y de derecha, donde los artistas desempeñaron una trascendente función. Por eso no es difícil visualizar que el país se encuentra ante algo más grave. El control de la opinión y la estatización del entretenimiento es apenas la primera fase del dominio de la producción intelectual y cultural: el preámbulo de otro proceso de desplazamiento, que en este caso busca la inoculación de unos duros principios "moralistas", tan conservadores como arbitrarios... El elemento racial -en desmedro de "lo blanco" , o de "la belleza capitalista"- no faltará en esta ecuación donde las imágenes estéticas "del pasado" (¡las ideologías son insólitas¡) se transformarán en provocaciones "contrarrevolucionarias", peligrosas para la edificación del "hombre nuevo"... No es gratuito que la palabra "prohibir" venga haciendo su entrada en el tablero, en plan de acabar con la condición cosmopolita de los venezolanos. Eso fuimos. Aunque TV(es) traiga otra cartilla.
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