El paredón y la risa

Por: Alberto Barrera Tyszka

No es fácil, en ningún lugar del planeta, vender la imagen del peinillazo amoroso, del disparo zen, de la patada llena de bondad.

 

Desde hace muchos domingos tengo un desencuentro con el humor. Casi siempre nos pasa lo mismo. En estos días, por ejemplo, nos dio por imaginar la correspondencia entre un joven Rasmus, líder del Círculo Bolivariano de Hamburgo, y un Pierre, vehemente militante del Comité de Solidaridad con la Revolución Venezolana, ubicado en Lyon. Ninguno de los dos ha visitado nunca nuestro país. Pero lo conocen a fondo. O, al menos, eso creen.

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En algún consulado, les dieron como souvenir un retrato del presidente Chávez con el puño en alto. Tal vez piensan que esa es la primera postal del Paraíso.

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Así, mi humor y yo nos divertimos un rato pensando que Rasmus y su grupo vieron, a través de Internet, el acto oficialista del domingo. Obviamente,no entendieron nada. Y lo poco que entendieron los dejó tan confundidos que,rápidamente, Rasmus buscó la ayuda de otros solidarios europeos. Así dio con Pierre. La crónica debía sostenerse sobre los mails de ida y venida entre Hamburgo y Lyon. Mi humor y yo teníamos pensado especular sobre cómo Rasmusy su grupo podrían entender que un Presidente tan revolucionario, casi la cagadita del Che Guevara, anduviera por la vida invocando la represión y ofreciendo coñazos pacíficos.

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No es fácil, en ningún lugar del planeta, vender la imagen del peinillazo amoroso, del disparo zen, de la patada llena de bondad. Quizás algún Hans o alguna Helga, viendo el acto del domingo, llegó a pensar que necesitaba urgentemente mejorar sus conocimientos de español, que lo que estaba oyendo no podía ser tan incoherente. Urge publicar y distribuir un diccionario bolivariano. La lengua también puede ser contrarrevolucionaria.

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Mi humor y yo, además, pensamos rematar la secuencia con unas posdatas jocosas, de Hamburgo a Lyon y viceversa, compartiendo detalles prácticos sobre viáticos y otros estipendios, sobre la democratización internacional del lobby que lleva adelante nuestro Gobierno. Incluso en el extranjero,ahora Venezuela es de todos.

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Pero, entonces, a la hora de sentarnos a escribir, algo falla.

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A las pocas líneas, las palabras se nos desmayan en las manos, el ingenio se desvanece, el ánimo se vuelve una mancha.

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De inmediato, fatalmente, mi humor me abandona. Me deja solo. Como ahora.Está pasando. Ya pasó.

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Porque ya no hay manera de mover una sonrisa frente a algunas realidades.Porque me niego a hacer chistes con la violencia. El domingo, con un desparpajo asombroso, el Presidente señaló que las protestas estudiantiles eran, al mismo tiempo, una nadería de niñitos ricos y un acto terrorista. Pero, a la vez, también descalificó a su equipo de gobierno. Delante de todos los militantes que poblaban la avenida Bolívar dio a entender que eran flojos, inútiles y, además, cobardes. (Si así se les habla en público, no te cuento cómo deben ser las sesiones privadas). Pero, todavía hay más, por si fuera poco, el Presidente además descalificó a sus seguidores.

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Aludió a ellos como si fueran salvajes, como si fueran "hordas" y "turbas",capaces de caminar por el este de la ciudad, destruyéndolo todo...

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La conclusión de este juego de múltiples descalificaciones fue sin embargo una sola: oficializar la violencia, legitimar el uso de la fuerza, convocara la represión ¿Verdad que no tiene gracia? Más violencia: el martes en la noche, en un acto electoral, realizado en el Poliedro de Caracas y transmitido por el canal de todos los venezolanos, el Presidente suprimió al general Baduel de su discurso. Siempre hace lo mismo ante cualquier diferencia: ni la nombra. No existe. Lo distinto ni siquiera tiene un nombre, ni siquiera se llama.

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Habló de él como un alguien sin señas particulares, como una plasta, como un traidor sin rostro, sin historia, sin vida. Eso retrata perfectamente su absoluta incapacidad para relacionarse con lo diverso. No lo tolera.Necesita suprimirlo. Bajo su mueca complacida, la multitud comenzó entonces a corear esta consigna: "¡Baduel! Traidor! / ¡Te sale paredón!".

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Un slogan así no cabe en ninguna broma. Es aterrador. Es brutal y reaccionario.

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Está a la altura del grito de "Muerte a los golpistas" que invocó David Morales Bello, en febrero de 1992. Es peor porque se trata de una manifestación promovida, multiplicada, bendecida por el poder. Es una tragedia que va más allá, incluso, de cualquier debate político. Es una desazón en la cédula. Un dolor en el plural. En ese nosotros que supuestamente somos. En esa temperatura que llamamos identidad. Esta semana los estudiantes están llenos de balas. El paredón ya está entre nosotros.

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Cualquier ¡ja!, ahora es una herida.