Mesianismo e Intolerancia
Por: José Rafael López Padrino
El nazi-fascismo representa un proyecto político totalitario basado en un grotesco culto a la personalidad del líder del proceso. Que mediante una ignominiosa manipulación emotiva logra exacerbar los sentimientos de frustración social en contra de un enemigo imaginario, interno (disidencia política) o externo, a fin de lograr la unidad y la adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población.
La historia demuestra que el surgimiento, desarrollo y consolidación de los estados nazi-fascistas del siglo pasado no pueden separarse del carisma mesiánico de los líderes que los condujeron. Se basaron en el mito del espíritu rector del Führer Adolf Hitler ("Führerprinzip"), o del Duce Benito Mussolini, en sus posturas cesaristas, en sus autonomías napoleónicas, en sus intolerancias hacia el contrario, en sus creencias en predestinaciones sobre-naturales y en sus caracteres de "Übermensch" (concepto nietzscheano del superhombre). Refiere la historia que en una oportunidad el filósofo Karl Jaspers le llegó a preguntar a su colega Martin Heidegger, cómo se podía considerar apto a alguien tan primitivo e inculto como Adolf Hitler, para gobernar a una nación como Alemania, a lo que aquel le respondió: "no es una cuestión de cultura, ¡Mire qué manos tan maravillosas tiene!". Obviamente Heidegger estaba subyugado no sólo por el nacionalsocialismo como ideología, sino por la capacidad carismática de Hitler.
El neo-fascismo del Siglo XXI puesto en marcha por el tte coronel Chávez se basa igualmente en la excepcionalidad mesiánica de su figura como líder del proceso, alimentada por sus seguidores (culto a su personalidad) y en su intolerancia hacia la disidencia (por pequeña que esta sea). Ellas han quedado claramente reflejadas en el libreto discursivo que el tte coronel Chávez ha utilizado desde su llegada al poder. Los insultos y amenazas en contra del PPT y el PCV (aliados incondicionales del proceso) reflejan una profunda intolerancia política, propia de su mentalidad cuartelaria, así como su pretensión de militarizar y disciplinar a las distintas organizaciones políticas que le secundan. Es el ambicionar que sus aliados políticos acepten religiosamente (como lo han hecho en el pasado), su voluntad imperial reflejada en su invento demagógico del socialismo del siglo XXI. Proyecto que no ha ido más allá de otorgar pequeñas reformas, en su intento de reeditar senilmente la experiencia de un capitalismo de Estado que ya ha fracasado en América Latina.
Como gran shamán del rebaño de sumisos del PSUV ha atropellado y descalificado a todo aquel que no comparte su proyecto militarista. Su ignorancia supina lo ha llevado a desconocer el aporte histórico que ha hecho el PCV en favor del socialismo y de los causas justas de los pueblos en sus 77 años de existencia. Ello al margen de las críticas que uno puede formularle a esa organización por el paradójico apoyo que le brindan al proyecto cuartelario del tte coronel y su grupete de amanuenses uniformados.
Sin embargo, deplorables, y desconcertantes fueron las declaraciones de Oscar Figueras, Secretario General del PCV, en respuesta a las amenazas de exterminio político y a las descalificaciones de su organización política proferidas por el tte coronel. Las evasivas ideológicas y la poca dignidad mostrada por Figueras evidencian que las cuotas de poder son más importante que la honestidad y la grandeza revolucionaria de figuras de la talla de un Juan Bautista Fuenmayor, de Pío Tamayo, de Gustavo Machado, de Alberto Lovera, de Donato Carmona, de Juan Pedro Rojas, de Nelson López, de Jesús Farias, solo por citar algunos. Solo a un ignorante o amnésico gorila caribeño se le ocurre poner en tela de juicio la condición de revolucionario socialista de Jerónimo Carrera y otros militantes de esa organización.
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