Sainete Endógeno
Por: Carlos R. Alvarado Grimán
El pueblo pesquero de Manzanillo en Antolín del Campo, luego de una multitudinaria marcha y subsiguientes asambleas populares, decidió rechazar el proyecto supuestamente endógeno, aprobado en el gabinete móvil del 19 de mayo de 2005, el cual persigue desplazar a toda una comunidad de pescadores artesanales, en beneficio de poderosos sectores económicos que intentan apropiarse de la playa y destruir la forma de vida de los manzanilleros.
La playa es vital para los pescadores, allí tienden sus redes para remendarlas, varan sus peñeros para repararlos y mantienen sus rancherías que les sirven, para reposar luego de concluir sus duras jornadas y para resguardar sus aparejos, arneses, artes y demás implementos necesarios para sus faenas.
Las leyes protegen la actividad pesquera, los caladeros naturales y sus asentamientos. Los pescadores artesanales garantizan la seguridad alimentaria del país. Sólo en el Estado Nueva Esparta las capturas de especies marinas superan las 112.000 toneladas métricas anuales. Las autoridades locales deben entender que la pesca es prioritaria para nuestro país.
Contrariamente a los argumentos esgrimidos por los desarrollistas, la actividad turística y la pesca artesanal no son excluyentes entre sí. Muchos turistas disfrutan y participan activamente en las faenas de los pescadores, bien halando las redes, observando las variedades marinas capturadas o simplemente compartiendo las costumbres del pueblo. Sin dudas el verdadero turismo sustentable y endógeno.
Los pescadores artesanales de manzanillo están dando una lección a sus gobernantes. Los proyectos endógenos deben ser concebidos con la activa participación del pueblo y atendiendo a sus necesidades específicas. Por esto Manzanillo dijo ¡NO! al sainete endógeno.
El pueblo pesquero de Manzanillo en Antolín del Campo, luego de una multitudinaria marcha y subsiguientes asambleas populares, decidió rechazar el proyecto supuestamente endógeno, aprobado en el gabinete móvil del 19 de mayo de 2005, el cual persigue desplazar a toda una comunidad de pescadores artesanales, en beneficio de poderosos sectores económicos que intentan apropiarse de la playa y destruir la forma de vida de los manzanilleros.
La playa es vital para los pescadores, allí tienden sus redes para remendarlas, varan sus peñeros para repararlos y mantienen sus rancherías que les sirven, para reposar luego de concluir sus duras jornadas y para resguardar sus aparejos, arneses, artes y demás implementos necesarios para sus faenas.
Las leyes protegen la actividad pesquera, los caladeros naturales y sus asentamientos. Los pescadores artesanales garantizan la seguridad alimentaria del país. Sólo en el Estado Nueva Esparta las capturas de especies marinas superan las 112.000 toneladas métricas anuales. Las autoridades locales deben entender que la pesca es prioritaria para nuestro país.
Contrariamente a los argumentos esgrimidos por los desarrollistas, la actividad turística y la pesca artesanal no son excluyentes entre sí. Muchos turistas disfrutan y participan activamente en las faenas de los pescadores, bien halando las redes, observando las variedades marinas capturadas o simplemente compartiendo las costumbres del pueblo. Sin dudas el verdadero turismo sustentable y endógeno.
Los pescadores artesanales de manzanillo están dando una lección a sus gobernantes. Los proyectos endógenos deben ser concebidos con la activa participación del pueblo y atendiendo a sus necesidades específicas. Por esto Manzanillo dijo ¡NO! al sainete endógeno.
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