¿Líder carismático?
por: Baldomero Vásquez Soto

Se dice, al estilo weberiano, que la millonada de votos de Chávez se debe a su liderazgo carismático. Sería el vínculo emocional de las masas con él lo que lo hace inmune a todos aquellos factores que deberían acarrearle una pérdida de popularidad.

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Cautivadas por su carisma, a las masas no les importa que las ideas de Chávez se contrapongan a sus propias creencias y valores: deseos de vivir en democracia, respeto a la propiedad privada, superación por esfuerzo propio, rechazo al comunismo. El fuerte vínculo afectivo impediría cuestionarle que regale a otros países los ingresos del petróleo, se abrace a Fidel y su régimen, las misiones sean engaño y corrupción, y sea ineficiente ante la inseguridad. Tampoco le recriminan, que ayer llamara corrupto a Alan García y hoy pose con él en Bolivia muerto de la risa.

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Al líder carismático le es consustancial el apoyo multitudinario, visible y espontáneo, del pueblo. Y esta es una inconsistencia evidente en el liderazgo de Chávez. Si bien en el 98 tenía tal arrastre, la reciente campaña electoral desnudó esta carencia. Realidad que se demuestra al calcular la escuálida asistencia a sus movilizaciones nacionales en la avenida Bolívar. Esta mide 1,4 km y tiene 30 m de ancho (6 canales de 3 m c/u), esto es, una capacidad para 126.000 personas al promedio de 3/m2. Se decía que asistían millones y nunca hubo 90.000 personas, 1 km full. Similar situación ocurrió cuando se inscribió en el CNE y en la celebración del triunfo frente al “Balcón del Pueblo”. La primera aglutinó cerca de 4.000 personas en la plaza Caracas y la segunda unas 12.000 personas.

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Un líder ya no es carismático sin arrastre de masas. Esto lo saben los venezolanos, por eso no se comen el cuento smartmático de sus 7.500.000 votos.