Colombia, la Paz y la Soberanía
Por: Manuel Isidro Molina
La XX Cumbre del Grupo de Río efectuada esta semana en la capital dominicana, dejó ver las costuras de los trajes diplomáticos y presidenciales de América, a propósito del bombardeo aéreo y la subsiguiente incursión militar y policial de Colombia sobre territorio ecuatoriano, acción ilegal y desproporcionada que alcanzó su objetivo: matar al jefe de las FARC, Raúl Reyes, y a sus acompañantes en el campamento guerrillero levantado en territorio de Ecuador.
"Rechazamos esta violación a la integridad territorial de Ecuador, y reafirmamos el principio de que el territorio de un Estado es inviolable y no puede ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o indirectamente, cualquiera fuera el motivo, aún de manera temporal", reza el comunicado aprobado por los presidentes reunidos en Santo Domingo, la tarde del viernes 7 de marzo. Valoraron "con satisfacción… las plenas disculpas del presidente colombiano Álvaro Uribe que en nombre de su país ofreció al Gobierno y al pueblo de Ecuador, y registramos el compromiso… de que estos hechos no se repetirán en el futuro bajo ninguna circunstancia".?Sin embargo, la parte colombiana logró que el acuerdo multilateral incluyera el "firme compromiso de combatir las amenazas a la seguridad de todos sus Estados, provenientes de grupos irregulares o de organizaciones criminales, en particular de aquellas vinculadas a actividades de narcotráfico".
Ganó Uribe
En esta materia, el problema no es la actuación de uno o varios jefes de Estado, porque dependiendo del ángulo desde donde se le mire, lo predominante son las situaciones de hecho:
1.- Colombia y Estados Unidos lograron perpetrar una insólita violación militar y policial del territorio ecuatoriano, para matar a un alto jefe de las FARC utilizando una técnica militar que ya se hace común en Colombia: bombardeo intenso de una muy pequeña zona predeterminada por labores de inteligencia con tecnología de última generación, cuyo fin deliberado es calcinar a cualquier ser viviente dentro del perímetro escogido.
2.- Los efectos internacionales fueron calculados por los estrategas colombianos y estadounidenses y corrieron el riesgo, sobre la importancia real de asestar tan duro golpe a las FARC.
3.- Se ha comprobado que militarmente Ecuador no cuenta ante el poderío colombiano y el respaldo decisivo de Estados Unidos a sus acciones.
4.- El rechazo diplomático multilateral (OEA y Grupo de Río) resulta un saludo a la bandera que ni siquiera incluyó la condena del agresor, el cual podrá –a riesgo calculado- actuar de forma similar, si el objetivo de liquidar físicamente a los más altos jefes de las FARC, compensa los efectos de la polvareda diplomática.
5.- El gobierno de Estados Unidos (Departamento de Estado, Pentágono, CIA, etc.) cobija plenamente el accionar colombiano, tanto en suelo suramericano como en los insondables vericuetos de la diplomacia, lo que el gobierno bogotano tiene muy en cuenta. 6.- Uribe ganó: cometió un grave delito internacional, sus fuerzas aniquilaron al enemigo escogido en suelo ecuatoriano, y las consecuencias para Colombia fueron prácticamente nulas; jugó desde una posición de fuerza respaldada por la primera potencia militar, política y económica del mundo, y salió sonriente y abrazado por sus colegas de Ecuador, Venezuela y Nicaragua, con el aplauso de quienes compartieron la mesa del Grupo de Río.
Venezuela dio la cómicaLa acción militar de Colombia en territorio ecuatoriano, como dijimos arriba, fue un grave delito internacional. La comunidad internacional lo rechazó de plano. Venezuela no podía hacer menos, en defensa de la soberanía y autodeterminación de los pueblos, por lo que ciertamente, como lo afirma la declaración del Grupo de Río, es menester tener muy en cuenta "los principios consagrados por el derecho internacional, de respeto a la soberanía, de abstención de la amenaza o el uso de la fuerza y de no injerencia en los asuntos internos de otros Estados".
El problema para nosotros es la cadena de errores cometidos por el presidente Hugo Chávez Frías, durante la breve crisis:
1.- Un léxico desmesurado e insultante que puso en evidencia la escasa cultura diplomática del gobernante venezolano (nada raro).
2.- Esa altisonancia se tradujo en órdenes militares sin mucho sentido, que pudieron aplicarse rigurosamente en un plano de reserva y eficacia militar. Además, y estos es grave, la impropia conducta del presidente Chávez facilitó que tanto Colombia como Estados Unidos midieran la real
capacidad de respuesta de la Fuerza Armada Nacional.
3.- La interrupción del comercio binacional fue algo inesperado y sin el más mínimo sentido. Puro hígado.
4.- La orden presidencial –pública y altisonante- de retirar “todo el personal” de nuestra embajada en Bogotá, cayó en el plano de la estupidez, lo que ni siquiera hizo el presidente ecuatoriano Rafael Correa, del país agredido. Fue una irresponsabilidad más, de un presidente desbocado.
5.- Muy “a lo Chávez”, el final en República Dominicana fue una cómica: después de una semana de condenas, amenazas e insultos, que en mucho opacaron la justa defensa de la soberanía ecuatoriana y principios internacionales de paz y convivencia civilizada, el final de la Cumbre del Grupo de Río resultó un rechazo formal a la transgresión colombiana, sin exigencias firmes de rectificación e indemnización a la parte ecuatoriana.
6.- Los más deslucidos fueron Chávez y su colega nicaragüense Daniel Ortega, casi babosos con el colombiano Uribe, a diferencia de las firmes y serias conductas del presidente Rafael Correa y Cristina Kirshner, de Argentina.
Vocación de paz
En el fondo, lo importante es la vocación de paz de los pueblos de América Latina y el Caribe, sin la cual no será posible contribuir, de verdad, a la paz interior de Colombia, país atravesado por una densa y sangrienta red de violencia y delincuencia sin par en Suramérica. Aunque ganó, el presidente Uribe es quien es, un gobernante apegado a la violencia militar, policial y paramilitar, que con la ayuda de Estados Unidos, trata de imponer a sangre y fuego un orden de injusticia y corrupción que lleva décadas descargando sus nocivos efectos sobre los países limítrofes, principalmente Ecuador, Panamá y Venezuela, aunque sus redes de narcotráfico y otros delitos mafiosos se han extendido por todo el mundo.
La verdadera paz –no la paz de los sepulcros- en Colombia será producto de un gran acuerdo político que incluya políticas sociales que alivien las injusticias acumuladas durante más de siglo y medio, al menos desde la fundación misma de Colombia. Esta cruda realidad de violencia y corrupción no debe ser dejada a un lado por los venezolanos críticos de la gestión del presidente Chávez, a pesar de sus altos grados de irresponsabilidad política, ineptitud y corrupción que caracterizan a su gobierno. Es una realidad muy compleja que no puede ser analizada con simplismos que nos vienen incluso del macartismo, en el cual militan hoy muchos venezolanos que nunca estuvieron del lado de la dominación imperialista y del modo neoliberal de ver la vida. Lo que nos ocurre es realmente lamentable. Los garrafales errores del presidente Chávez y sus adulantes medradores nos están llevando al molino de la rancia derecha latinoamericana, cuya obra histórica es el subcontinente socialmente más injusto y políticamente más dependiente.
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