El Camino...
Por: María Walter
El ejercicio de la justicia requiere de decisiones oportunas, ya que, cuando de justicia se trata el tiempo es un indicador de calidad de gestión. Una decisión por muy ajustada a derecho que pretenda ser, si no es oportuna, en sí misma, carece de la cualidad que la propia justicia demanda, porque “la demora” que la decisión toma para manifestarse, la convierte en injusta por lo extemporáneo de su acción, de allí que afirmar que la justicia requiere de justicia, denota la justa temporalidad de la acción decisoria. Es por ese motivo que la transparencia y la celeridad en materia de justicia son elementos fundamentales para la manifestación de la verdad, siendo ésta junto a la igualdad ante la Ley, objetivo fundamental de la administración de justicia, por lo que ambas, justicia y verdad son preciso reflejo una de la otra, por ello, cuando la verdad no se impone, por mucha “celeridad” con que se haya “atendido un caso”, la injusticia se hace manifiesta, mostrándose como lo que es, simple cuento, mediante el cual, con lujo de detalles, se muestra como la sociedad huérfana de justicia, ha quedado sometida al arbitrio discrecional del prójimo investido de poder y no, al mandato de la Ley. Cuando ello ocurre, mas aún cuando ello ocurre en un país llamado Venezuela, natural resulta que la ciudadanía asumiendo los principios rectores del contrato social, actúe. He allí el gran valor del texto constitucional venezolano por cuanto cualifica al ciudadano al ejercicio del protagonismo en total coherencia a los principios rectores de libertad, justicia, igualdad, razón por la cual, dicho rol no puede ser menoscabado, en consecuencia para nada puede ser desmerecido por el propio Estado y sus instituciones ya que, el solo hecho de pretender vulnerar ese rol, no solo atenta contra la normativa legal vigente sino contra la fuerza libertaria que nacida del pensamiento bolivariano dió sustento a la letra constitucional, ubicándose los funcionarios que lo impidan o pretendan hacerlo, contrarios a los principios de la doctrina de Simón Bolívar, El Libertador quien de estar entre nosotros como simple ciudadano, con toda seguridad se haría participe de la indignación de un pueblo que paciente ha demando justicia, confiando ella se haga manifiesta al apego de la verdad y la Ley. De estar Bolívar de cuerpo presente, con toda seguridad traería la sabiduría de los tiempos y llamándonos a la unión nos diría que la libertad por la que un día luchó, quedó anclada en la conciencia. Allí, el camino...
Ciudadanos, Magistrados, justicia para la justicia. Libertad para la libertad. Amor para el amor.
El amor sea el arma, la estrategia y el logro. Soldado, he allí tu uniforme.
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