Chávez: A Gobernar Para La Burguesía
Por: DOMINGO ALBERTO RANGEL
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¿Por qué Hugo Chávez y Álvaro Uribe pelean con frecuencia de lavanderas de río y se reconcilian otras tantas veces? Hace un mes, a fines de mayo, las relaciones entre ambos mandatarios eran de ruptura por lo tensas y agresivas, hoy ambos mandatarios manejan una agenda de entrevistas, compromisos y negocios dignos de socios o que sólo cabe entre socios. De la guerra de los dos presidentes, guerra verbal porque ninguno de los dos le ha quitado la lona a sus cañones, han pasado al florilegio de las promesas recíprocas. Repetimos: ¿Por qué estos señores que parecen guerreros en un cierto momento dejan sus amenazas mutuas y de la arenga de combate pasan al madrigal romántico? La repuesta está en un viejo texto que comienza en su párrafo más conocido con las siguientes palabras: "La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases". Tanto Uribe como Chávez gobiernan para la burguesía dominante en sus propios países. En Colombia la burguesía dominante es de estirpe industrial, aunque en riguroso acatamiento a los análisis de Lenin, tiene o se abriga bajo el techo o capacete financiero.
En Venezuela gobierna una oligarquía financiera que no deja de tener inversiones en la industria. Chávez es, quiéralo él o no, el agente o el mandatario de la gran burguesía venezolana. ¿No se han fijado en que él jamás ha atacado o roto con el imperialismo yanqui? La pelea que viene sosteniendo desde hace años, de apariencia antiimperialista, lo enfrenta casi en términos personales a George W. Bush. Esta singularidad de los ataques concentrados sobre el magistrado yanqui, como si Bush no fuera el presidente de EEUU, tiene una finalidad sórdida y cobarde. Preservar su alianza con el gran capital venezolano es el propósito que persigue el señor Chávez al precisar sus disparos hacia Bush.
Hace días la gran burguesía venezolana concurrió al encuentro con el señor Chávez. Allí estaba presente, como un solo hombre, toda la oligarquía financiera, banca, industria y empresa. Parece que algunos de los asistentes tenían cara de condenados a muerte. Pero allí estaban y, en ciertos momentos, aplaudían porque era de rigor hacerlo. Los tres grupos financieros, es decir, bancarios, industriales y las empresas Polar, Delfino y Vollmer, hacían acto de presencia en el ágape o a través de sus calificadísimos voceros.
El nombramiento de Alí Rodríguez es como la pipa de la paz o, en otras palabras, el acto simbólico que refrenda el armisticio definitivo entre Chávez y la oligarquía.
Es verdad que Chávez ha podido sostenerse, bastándole como respaldo en las esferas del gran capital, con la "boliburguesía" de Ruperti, Cabello y Sarría. Pero ella tiene un defecto como sostén de un gobierno capitalista tal el de Venezuela.
Todavía huelen sus integrantes a plebeyez. La burguesía, como los buenos vinos, exige la maduración en bodegas para alcanzar el pedigrí y reputación necesarios.
Alí Rodríguez va a hacer una política de derecha. Aquí, desde 1928, los mejores o más conspicuos y seguros exponentes de los intereses o aspiraciones burgueses en los gobiernos han sido los renegados del comunismo y, en general, de posiciones o credos extremistas. Basta citar a Rómulo Betancourt para probarlo. Alí Rodríguez, el guerrillero, el extremista murió hace mucho. Cinco o más años en el Congreso bastan para dejar cretino hasta a Lenin.
Alí Rodríguez va a la cartera de Hacienda a hacer lo que ya hicieron medio siglo atrás los ministros de Hacienda de Betancourt y Leoni. Parece que en el régimen bolivariano, haber sido guerrillero es credencial para los cargos desde los cuales puede hacerse la política que reclame la burguesía. Como Luis Felipe I, el Rey burgués en la Francia de la Monarquía de Julio, Alí Rodríguez
¿Por qué Hugo Chávez y Álvaro Uribe pelean con frecuencia de lavanderas de río y se reconcilian otras tantas veces? Hace un mes, a fines de mayo, las relaciones entre ambos mandatarios eran de ruptura por lo tensas y agresivas, hoy ambos mandatarios manejan una agenda de entrevistas, compromisos y negocios dignos de socios o que sólo cabe entre socios. De la guerra de los dos presidentes, guerra verbal porque ninguno de los dos le ha quitado la lona a sus cañones, han pasado al florilegio de las promesas recíprocas. Repetimos: ¿Por qué estos señores que parecen guerreros en un cierto momento dejan sus amenazas mutuas y de la arenga de combate pasan al madrigal romántico? La repuesta está en un viejo texto que comienza en su párrafo más conocido con las siguientes palabras: "La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases". Tanto Uribe como Chávez gobiernan para la burguesía dominante en sus propios países. En Colombia la burguesía dominante es de estirpe industrial, aunque en riguroso acatamiento a los análisis de Lenin, tiene o se abriga bajo el techo o capacete financiero.
En Venezuela gobierna una oligarquía financiera que no deja de tener inversiones en la industria. Chávez es, quiéralo él o no, el agente o el mandatario de la gran burguesía venezolana. ¿No se han fijado en que él jamás ha atacado o roto con el imperialismo yanqui? La pelea que viene sosteniendo desde hace años, de apariencia antiimperialista, lo enfrenta casi en términos personales a George W. Bush. Esta singularidad de los ataques concentrados sobre el magistrado yanqui, como si Bush no fuera el presidente de EEUU, tiene una finalidad sórdida y cobarde. Preservar su alianza con el gran capital venezolano es el propósito que persigue el señor Chávez al precisar sus disparos hacia Bush.
Hace días la gran burguesía venezolana concurrió al encuentro con el señor Chávez. Allí estaba presente, como un solo hombre, toda la oligarquía financiera, banca, industria y empresa. Parece que algunos de los asistentes tenían cara de condenados a muerte. Pero allí estaban y, en ciertos momentos, aplaudían porque era de rigor hacerlo. Los tres grupos financieros, es decir, bancarios, industriales y las empresas Polar, Delfino y Vollmer, hacían acto de presencia en el ágape o a través de sus calificadísimos voceros.
El nombramiento de Alí Rodríguez es como la pipa de la paz o, en otras palabras, el acto simbólico que refrenda el armisticio definitivo entre Chávez y la oligarquía.
Es verdad que Chávez ha podido sostenerse, bastándole como respaldo en las esferas del gran capital, con la "boliburguesía" de Ruperti, Cabello y Sarría. Pero ella tiene un defecto como sostén de un gobierno capitalista tal el de Venezuela.
Todavía huelen sus integrantes a plebeyez. La burguesía, como los buenos vinos, exige la maduración en bodegas para alcanzar el pedigrí y reputación necesarios.
Alí Rodríguez va a hacer una política de derecha. Aquí, desde 1928, los mejores o más conspicuos y seguros exponentes de los intereses o aspiraciones burgueses en los gobiernos han sido los renegados del comunismo y, en general, de posiciones o credos extremistas. Basta citar a Rómulo Betancourt para probarlo. Alí Rodríguez, el guerrillero, el extremista murió hace mucho. Cinco o más años en el Congreso bastan para dejar cretino hasta a Lenin.
Alí Rodríguez va a la cartera de Hacienda a hacer lo que ya hicieron medio siglo atrás los ministros de Hacienda de Betancourt y Leoni. Parece que en el régimen bolivariano, haber sido guerrillero es credencial para los cargos desde los cuales puede hacerse la política que reclame la burguesía. Como Luis Felipe I, el Rey burgués en la Francia de la Monarquía de Julio, Alí Rodríguez
Etiquetas: Rafael Sarría
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