Fuente: Reporte de la Economia
En abril de 2016, una investigación periodística reveló los detalles de cómo la familia Yammine, de origen libanés y conocida por la creación del vehículo militar Tiuna, logró controlar la operación de ensamblaje de vehículos Chery en Venezuela.
Lo que el gobierno de entonces calificaba como una “empresa mixta” y una “experiencia exitosísima”, en realidad ocultaba una estructura corporativa offshore que permitía al grupo Yammine asegurar una porción mayoritaria del acceso a las divisas generadas por la importación de partes y materiales de ensamblaje.
Mientras otras marcas de vehículos desaparecían del mercado venezolano, Chery, con el auspicio del gobierno, proliferaba en las calles. El año anterior, 2015, Nicolás Maduro había anunciado la compra de 20.000 taxis Chery, una cifra que superaba la producción total de las siete ensambladoras privadas del país durante ese mismo año, según explicaba Roberto Deniz en Armando.info.
Esta masiva importación de vehículos Chery había comenzado años atrás, durante la presidencia de Hugo Chávez, particularmente entre 2010 y 2014. Chávez no solo impulsó las importaciones, sino que también abogó por el ensamblaje de estos vehículos en Venezuela.
El «proyecto emblemático» y la trama oculta
En marzo de 2016, Carlos Faría, quien para entonces ocupaba el cargo de viceministro de Industria, calificaba el ensamblaje de Chery en Venezuela como un “proyecto emblemático” y una “experiencia exitosísima”. Sin embargo, detrás de esta fachada de éxito, se escondía un negocio sumamente lucrativo para el grupo Yammine, liderado por Sarkis Mohsen Yammine Leunkara, originario del Líbano, y Antonio José Yammine Saade y Mohsen Yammine Saade, nacidos en Caracas y El Tigre, respectivamente. Estos empresarios, ya conocidos en los círculos gubernamentales y militares por su participación en el proyecto del vehículo multipropósito Tiuna, habían construido una compleja red financiera para beneficiarse de la operación de Chery.
La filtración de los Papeles de Panamá, provenientes del bufete Mossack Fonseca, destapó la trama: una estructura corporativa en paraísos fiscales como Hong Kong, Panamá y las Islas Seychelles, diseñada para retener porciones de las divisas destinadas a la adquisición de autopartes y material de ensamblaje.
El inicio del ensamblaje y la creación de la estructura offshore
El ensamblaje de Chery en Venezuela comenzó en 2011, tras un acuerdo entre el gobierno de Hugo Chávez y la Corporación Automotriz Z.G.T. El 25 de agosto de ese año, durante un consejo de ministros, Chávez celebró la inauguración de la planta ensambladora en Las Tejerías, estado Aragua. Incluso, con evidente entusiasmo, bautizó dos modelos de Chery como «Arauca» y «Orinoco». Detrás de esta alianza, se encontraba un entramado empresarial ideado por los Yammine.
En septiembre de 2010, Corporación Automotriz Z.G.T. aceptó conformar una “empresa mixta” con el Estado, un proyecto que recibió un crédito de 258 millones de bolívares del Banco del Tesoro. Sin embargo, esta corporación era solo la punta del iceberg. Los documentos filtrados de Mossack Fonseca revelan cómo los Yammine crearon una red de empresas en paraísos fiscales para controlar el negocio.
Un correo electrónico de Jahrold Maizo, vicepresidente de Corporación Automotriz Z.G.T. y hombre vinculado a los Yammine, enviado el 31 de mayo de 2010 a Mossack Fonseca en Panamá, detalla la creación de ICA International Automobiles Limited en Hong Kong, cuyo único accionista sería Chery Andean and Caribbean, con directores asignados por el bufete panameño AFRA. Además, Maizo solicitaba que las empresas Ematrade Inc y Chery Andean & Caribbean Inc fueran transferidas a Mossack Fonseca para centralizar la gestión.
ICA International Automobiles Limited: la pieza clave del entramado
ICA International Automobiles Limited se registró en Hong Kong el 1 de junio de 2010. Su capital inicial fue de 10.000 dólares de Hong Kong, divididos en 10.000 acciones. Los directores de esta compañía eran Genesis Ltd y Finas Ltd, dos sociedades registradas en las Islas Seychelles por Mossack Fonseca. El bufete no solo registró las empresas, sino que también designó a los directores, ocultando así la identidad de los verdaderos beneficiarios. Sin embargo, un «poder legal» emitido por la directiva de ICA, incluido en la filtración, revela que Antonio Yammine, Mohsen Yammine y Sarkis Yammine podían ejercer este poder «en cualquier parte del mundo». Esto demostraba que, a pesar del entramado de sociedades, los Yammine mantenían el control total de la operación.
Chery Andean & Caribbean, registrada en Panamá, era el único accionista de ICA International Automobiles Limited. Esta empresa panameña, a su vez, había sido «protocolizada» el 28 de mayo de 2009, con un capital autorizado de 10.000 dólares americanos. Según el pacto social, fue constituida por los panameños Camilo Andrés Méndez Chong y Brunilda Gabriela Broce, quienes posteriormente emitieron las 10.000 acciones a favor de Ematrade Inc., otra sociedad en la que Antonio, Mohsen y Sarkis Yammine poseían cada uno el 33,33% de las acciones.
El rol de ICA International Automobiles Limited y el flujo de divisas
Un documento denominado «Beneficial Owner Declaration», firmado por Antonio Yammine y parte del archivo de Mossack Fonseca, resumía la estructura: ICA International Automobiles Limited, registrada en Hong Kong, tenía como único accionista a Chery Andean & Caribbean, registrada en Panamá, y los beneficiarios finales eran los Yammine.
La estructura en Hong Kong y Panamá permitía al grupo controlar el negocio, aunque la operación en Venezuela se presentaba como una empresa mixta a partes iguales entre el Estado y Corporación Automotriz Z.G.T. En la práctica, ICA International Automobiles Limited, y no la empresa Chery en China, era quien enviaba el material de ensamblaje y las autopartes a Corporación Automotriz Z.G.T. Es decir, la compañía de Hong Kong, controlada por los Yammine, actuaba como intermediaria entre la casa matriz de Chery y la empresa mixta venezolana. Esto contradecía el esquema del Fondo Chino, donde el gobierno venezolano usualmente pagaba directamente al proveedor en China.
Reportes del movimiento portuario de Puerto Cabello, en Venezuela, entre finales de 2014 y principios de 2016, mostraban a ICA International Automobiles Limited como «embarcador» en al menos 16 despachos de material de ensamblaje desde puertos chinos hacia Corporación Automotriz Z.G.T. en territorio venezolano. Facturas adicionales revelaron que ICA International Automobiles Limited compraba repuestos y autopartes a Wuhu Chery Automobile Service Parts Co Ltd, una subsidiaria de Chery, por un valor de 3,6 millones de dólares solo en 2014.
La deuda millonaria y el sistema de «peajes»
Para finales de 2014, la deuda de Corporación Automotriz Z.G.T., el socio privado del gobierno venezolano en la empresa mixta, con ICA International Automobiles Limited ascendía a casi 169 millones de dólares, según un documento del 29 de junio de 2015. Este mecanismo permitía a los Yammine retener una parte significativa de las divisas generadas por el negocio de Chery en Venezuela.
El entramado empresarial funcionaba como una serie de «peajes» en los que se retenían porciones de los dólares. Anualmente, ICA International Automobiles Limited debía pagar un porcentaje de sus ingresos a Chery Andean & Caribbean, en su calidad de accionista. Además, realizaba pagos por conceptos como «comisión», «garantía» de los vehículos, «transferencia tecnológica» y «asistencia técnica».
Entre 2011 y 2014, ICA International Automobiles Limited pagó a Chery Andean & Caribbean alrededor de 125 millones de dólares por su rol de accionista, lo que representaba casi la cuarta parte del volumen de negocios (casi 565 millones de dólares) registrado por la compañía en esos años por la venta de productos Chery a Venezuela.
Los pagos por «comisión», «garantía», «asistencia técnica» y «transferencia tecnológica» de ICA International Automobiles Limited a Chery Andean & Caribbean sumaron otros 70 millones de dólares entre 2011 y 2014.
Los contratos y el control real de la operación
Los contratos entre ICA International Automobiles Limited y Chery Andean & Caribbean por los servicios de «comisión», «garantía», «asistencia técnica» y «transferencia tecnológica» se encontraban entre los documentos de Mossack Fonseca. En estos acuerdos, ICA International Automobiles Limited se comprometía a pagar una comisión a Chery Andean & Caribbean por cada vehículo vendido, según una tarifa establecida por ambas partes. A cambio, Chery Andean & Caribbean se comprometía a garantizar el buen funcionamiento de las «plantas de fabricación de ICA International Automobiles Limited o sus subsidiarias». Esta cláusula revelaba que, aunque formalmente se trataba de una empresa mixta, la operación estaba bajo control de los Yammine.
Facturas de 2014 mostraban que ICA International Automobiles Limited pagó casi 10 millones de dólares a una compañía venezolana por el transporte de contenedores desde Puerto Cabello a las instalaciones de la empresa mixta en Las Tejerías. Además, se registraron transferencias desde las cuentas de ICA International Automobiles Limited a otras sociedades en Panamá, Islas Vírgenes Británicas y Florida, Estados Unidos, algunas de ellas también vinculadas a los Yammine.
Corporación Automotriz Z.G.T., el socio venezolano en la empresa mixta, se registró en 2008 con Ramón Dahdah Galeb y Juana Francisca Revete como accionistas, con un capital de 2,3 millones de bolívares. Entre 2004 y 2011, esta corporación recibió 3.568.039 dólares de la antigua Comisión de Administración de Divisas (Cadivi).
La conexión Yammine y el Centro Nacional de Repotenciación
Aunque los Yammine no figuraban como accionistas de Corporación Automotriz Z.G.T., varios indicios apuntaban a su influencia y control sobre la empresa. Jahrold Maizo, vicepresidente de la corporación y quien se comunicaba con Mossack Fonseca, había trabajado con los Yammine en el Centro Nacional de Repotenciación (Cenareca), la compañía a través de la cual el grupo incursionó en 2004 en el ensamblaje del vehículo militar Tiuna.
Entre 2004 y 2011, Cenareca recibió 3.204.759 dólares de Cadivi. Desde 2008, Cenareca poseía el 49% de las acciones de la Empresa Mixta Socialista de Vehículos Venezolanos (Emsoven), mientras que la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim) tenía el 51% restante.
ICA International Automobiles Limited, la empresa de Hong Kong que enviaba los productos para ensamblar los Chery, también era la proveedora de material de ensamblaje para Emsoven. Los accionistas de Corporación Automotriz Z.G.T. también estaban vinculados a Cenareca y Emsoven.
Ramón Dahdah Galeb figuraba como «persona de contacto» de Emsoven en una adquisición de piezas y partes automotrices, y Juana Francisca Revete aparecía como trabajadora de Cenareca desde 2004, según el Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS).
Además, se registraron transferencias desde cuentas bancarias de ICA International Automobiles Limited a Dahdah Galeb, según los documentos de Mossack Fonseca.
Una nota de prensa del Ministerio de Industrias de marzo de 2014 mencionaba a Antonio Yammine como «director» de Corporación Automotriz Z.G.T. Un ex gerente, que prefirió mantenerse en el anonimato, afirmaba que «los Yammine aparecen en todas partes».
La expansión del grupo Yammine y la compra de MMC Automotriz
En mayo de 2013, Antonio Yammine, quien controlaba Corporación Automotriz Z.G.T., inició negociaciones para adquirir una segunda planta de ensamblaje para Chery en Carabobo. La planta, que pertenecía a Ensamblaje Superior C.A. y estaba destinada al ensamblaje de vehículos Great Wall, fue comprada por los Yammine por 5 millones de dólares, con un acuerdo para pagar 11 millones adicionales mediante una carta de crédito del banco Interaudi.
Sin embargo, en julio de 2013, un decreto presidencial expropió los bienes de Great Wall de Venezuela C.A. y sus filiales. Tras la expropiación, los Yammine y el banco Interaudi suspendieron la carta de crédito, lo que resultó en una disputa legal en Estados Unidos contra ICA International Automobiles Limited y el banco.
Se sospechaba que la expropiación buscaba favorecer la operación de Chery de los Yammine, ya que poco después se creó la empresa mixta “Chery de Venezuela C.A.”, con el Estado poseyendo el 51% y Corporación Automotriz Z.G.T. el 49%.
En diciembre de 2015, los Yammine adquirieron MMC Automotriz, propiedad del grupo japonés Sojitz, obteniendo el ensamblaje y la licencia de marcas como Mitsubishi, Hyundai y Fuso. La negociación se mantuvo en secreto, pero posteriormente Antonio Yammine se presentó en la sede y planta de MMC Automotriz en Barcelona, Anzoátegui.
Según fuentes cercanas, la compra se realizó a través de una sociedad en Hong Kong, similar al esquema utilizado con Chery. Oficialmente, MMC Automotriz anunció que el Grupo Sylca, con «más de 30 años de trayectoria», había adquirido la empresa.
Sylca, una sociedad registrada en Florida, Estados Unidos, también estaba bajo el control de los Yammine y había recibido fondos de ICA International Automobiles Limited.
Esta adquisición consolidó a los Yammine como los empresarios más importantes de la industria automotriz venezolana, en un contexto de crisis donde otras empresas del sector se veían afectadas por la falta de divisas.
El auge en medio de la crisis
La compra de MMC Automotriz representó para el grupo Yammine un salto a las «grandes ligas» de la industria automotriz venezolana, un sector que para ese entonces representaba el 3,5% del Producto Interno Bruto del país.
Mientras otras ensambladoras, incluyendo filiales de transnacionales como Chrysler, Ford, General Motors y Toyota, enfrentaban dificultades por la escasez de divisas y las restricciones operativas, el grupo Yammine, gracias a su compleja estructura financiera y su estrecha relación con el gobierno, logró expandir su imperio automotriz en Venezuela.
Esta situación contrastaba con la crisis generalizada que afectaba al sector y al país en general, demostrando la capacidad del grupo para prosperar en un entorno adverso.
La información revelada por los Papeles de Panamá ofreció una visión detallada del entramado empresarial utilizado por la familia Yammine para controlar el mercado automotriz en Venezuela, aprovechando las ventajas de una “empresa mixta” con el Estado y utilizando una red de compañías offshore para maximizar sus ganancias.
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